24 de enero de 2012

Charlie-salida-30. De HACER EL AMOR o follar, sin perdón.


         Citar a la Lola Flores, que en paz descansa, como autoridad en este blog, no me dirás, charlie, es un atrevimiento en bata de cola, pero sí te digo, chalie, piénsalo: nadie le puede negar a la folclórica que de la vida supo un rato largo: cátedra como mínimo fijo. Recuerdo vivamente –por la impresión que me produjo, un adolescente, entonces yo, pacato, de un lugar levítico- el comentario que hizo en una entrevista: dos tetas tiran más que dos carretas, se despachó. ¡Ahí queda eso!
         Años después disputé con José Luis Buendía, profesor de Literatura, sobre su taxativa afirmación la jodienda no tiene enmienda. Negocio floreciente siempre, por lo que leo, sobre lo que ganan las trabajadoras del sexo y los empresarios del polvo.
        Pasados los años aprendí que fueran tetas o jodienda, dinero o soberbia, el caso es que todo ello y mucho más, sumado a la cupidissima bestia rerum novarum que es el hombre… dan como consecuencia un cóctel que muchas veces atenta contra la esencia de lo que el amor es, sobre los fundamentos firmes del amor y da al traste con vidas y haciendas.
         La felicidad no es necesariamente un estado placentero semejante a la Babia idílica o al Tajo garcilasiano de sus églogas. De ello dan datos José Antonio Marina; lo pensó y lo explicó Ortega; lo vio entre sus enfermos Frankl; y la neurobiología lo confirma y ratifica. El amor no es sexo. Confundir las almorranas con las témporas, lo dejó escrito Camilo José Cela, es un error craso. ¿Quién no ha oído, sin embargo, la expresión hacer el amor?
         Busco en Lapesa y García de Diego, manuales que me hizo aprender Mondéjar, y no encuentro ahora dónde gaitas está el detalle del estudio de la expresión hacer el amor/to make love. Si la memoria me falla, pido perdón: la expresión es de origen francés, cruzó el Canal de la Mancha y allí tiene el mismo sentido que en lengua franca: el acto fisiológico de cualquier animal macho que monta, cubre, acaballa, pisa o se acopla con la hembra. Hacer el amor -perdona chalie la vulgaridad- es, en román paladino, follar, sin más ambages. 
París ocupado: la noche con soldados alemanes.
         La modernidad nos ha confundido: ha resaltado la racionalidad humana y ha olvidado nuestra digna realidad animalesca, es decir, de animales. El hombre es un animal. Ya sé que está feo decirlo y más escribirlo, pero ya te contaré, limeño, de lo políticamente correcto, que voy que vuelo. Es decir follar tiene que ver con el amor, pero no es el amor. Hacer el amor es un eufemismo, es decir, cogérsela con papel de fumar para quedar bien: en vez de decir follar, fornicar… El amor no se hace. Se hacen botijos, se hacen mesas…, pero el amor no es un hacer. El amor, si usted siguió los razonamientos aquí expuestos, es una de las realidades más hermosas de la existencia humana, hasta el punto de decir, el propio hombre, que Dios es amor…       
        Mucho me temo que, cautivados por las tetas de las que la Lola hablaba y con la promesa de que el amor es un hacer placentero, reducido a follar, insisto, con perdón, muchos supuestos amores duran menos que un bizcocho en la puerta de una escuela. El fundamento es lábil. Mi madre solía decir que de todo se harta uno: de perdices Fulano y de la reina el rey… Servidor de reinas no sabe, pero aún no se hartó de perdices…
         La realidad sexual es buena. El placer es bueno. El sexo, en la vida de una persona normalmente conformada, tiene un puesto por detrás de otras realidades que la anteceden, la preceden y exceden.

4 comentarios:

  1. Se hacía necesaria la aclaración. Y más con los tiempos que corren.

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    1. Tú conoces de mi franqueza. Ésta se puede considerar intemperancia, impaciencia, insensibilidad. La asocio, sin embargo, yo a la sinceridad y la claridad, a la transparencia y a la luz. Esto, a veces, depende de si escuchamos al pusilánime o al magnánimo. Llamar a las realidades por su verdadero y justo nombre es petición juaramoniana: "Inteligencia dame..."; anhelo de filósofos ("la claridad es la cortesía del filósofo", Ortega), necesidad de hombres corrientes y molientes. Al pan, pan...

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    2. "Al pan pan... y al vino ¡como fieras!

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  2. Se hacía necesaria, y se agradece lo que nuestro querido Antonio nos regala en este su blog.
    Un placer que se vayan aclarando asuntos!

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