25 de octubre de 2011

La fuerza física del novelista. Murakami 二.

    Para Murakami el talento del escritor es un don, un regalo. Imposible por tanto QUERER SER novelista, torero, pintor… La dotación parece venir dada. El talento se lleva en la masa de la sangre. El talento inicialmente es potencia que no se pone en acto, no toma forma, hasta que, de pronto… uno rompe a escribir, digamos. Le brota. “El talento no tiene nada que ver con la voluntad”, afirma. Tener talento es condición sine qua non para escribir novelas.
    Mi amigo José Alcántara escribió su novela, Un año con Manuel. Es posible que no sea su mejor obra; es probable que no sea una gran novela, mas, como él me comentaba, se propuso escribir una ¡y lo hizo! En alguna oportunidad algunos escritores, me viene a la memoria ahora Ana María Matute, hablan de la admiración que les supone que alguien escriba un novela, que una persona sea capaz de crear un mundo, de recrear espacios, personajes, situaciones… y ponerlas de pie, con más o menos fortuna, con más o menos conocimiento, pero con la voluntad firme y vigilante, constante de QUERER ESCRIBIR y hacerlo.
    Historias y casos tenemos para todos los gustos, pero sigamos con Murakami. Otra aseveración curiosa, no sé si llamarla oriental, es la siguiente: “Soy consciente de que escribir novelas largas es básicamente una labor física” y concluye el párrafo  con “que escribir novelas no es un trabajo tan apacible”. De lo segundo doy fe: escribir es muchas veces una tortura y más aún cuando se está corrigiendo texto, que no tanto cuando se genera. Cuando se está generando texto, uno necesita de la concentración de la que habló en párrafos anteriores; se requiere de la constancia: horas y horas seguidas ayudan más que períodos cortos –hay quienes no opinan así-, pero de ahí a decir que es una labor física… Entiendo que es más una labor intelectual que necesita una cimentación psíquica y de virtudes que mantenga el andamiaje: orden, constancia, espíritu crítico, paciencia, serenidad, humildad…
 
    Con 17 años le dije a don Alfonso Sancho que estaba escribiendo una novela, que todavía anda por esas estanterías. Se sonrió y me comentó que se puede ser un excelente poeta con poca edad –y me citó a Rimbaud-, pero no se es novelista y bueno, siendo un jovenzuelo –y me recordó a mi leidísimo por entonces RAMÓN y su Entrando en fuego-…

2 comentarios:

  1. Sigo con especial interés estas entradas. Me resistía a entrar en el debate. Ahora si no tomo la palabra reviento. Pienso en mi primer profesor de música, Pepito Molina. Me movía, en aquellos años 80, con especial inquietud sobre unos precarios conocimientos de música. Llegué a componer un pasodoble, a imitación de los que tocábamos con la banda. Cuando mi madre le dijo que había hecho un pasodoble, a mi me daba mucha verguenza decirlo, respondió que eso no podía ser verdad, que se requería unos conocimientos de armonía y otras cosas que mas tarde llegue a descubrir. Lojos de enseñarselo, rompí la partitura, que titulaba algo de "España", al estilo suspiros de ..., flores de ..., etc..., vamos lo que se tocaba, y se toca, en las bandas.

    Bueno, me voy por las ramas. Me quedo, no se si por el tema de los hijos que lo del talento me pilla mas bien a mil leguas, con el párrafo que se refiere a tu amigo José Alcántara. Hay gente que corre mucho, otros bien, la mayoría regular y otros ni "pa´trás", pero el hecho de salir es lo que supone algo decisivo, por humano. El talento se convierte en una anécdota, algo efímero, pasajero, fruto del tiempo. Lo que perdura son las virtudes humanas, el querer superarse, el hacer mundo con y por los demás, que se puede manifestar de muchas maneras, en el arte, la religión, la cultura, las instituciones, etc... Lo bueno y lo malo tiene sentido, o por lo menos un sentido más determinante, en este ámbito más amplio, más omniabarcante, ¿no es por esa senda por la que se camina hacia tu propuesta antropológica?

    A otra cosa, no consigo el breve tratado de la ilusión, de Julián Marías, me dice el librero que está descatalogado.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Cuando escribes en un blog, y tú tienes uno, Rafa, se pretende la comunicación con el otro, con los otros. Cuando alguien te contesta, cuando la botella del náufrago llega a casi cualquier destino y el descubridor de la botella hace por llegar al náufrago, la alegría es suprema. Gracias por tus palabras, Rafa.
    Sí, lo que tu llamas mi ANTROPOLOGÍA se refiere a eso que tú con tanto acierto y tino comentas. Creo en la dotación de las personas, en el talento innato, en la vocación sobrenatural, pero todo ello debe ponerse en relación con la fuente de calor, con el punto de ignición, con el disparador histórico, con ese algo o alguien que mueve y será la propia persona quien apoyada en los demás, en su talento y en sus virtudes ponga en acto lo que era mera potencialidad…
    Me pregunto y te pregunto, con pena, ¿cuántos grandes talentos se desperdician y pierden en simas impracticables por esa falta de virtudes? Me dan pena: Maradona, Amy Winehouse, Marilyn Monroe, Rimbaud… No sé, Rafa, tantos y tantos genios que desaparecen en el marasmo de sus propios vicios, en su carencia de virtudes, en su falta de equilibrio… ¿¡Cuántos, sin embargo, con menos llegaron más lejos, hicieron más por ellos y por los demás, por todos!?
    Tú lo sabes bien de sobra: componer no es fácil. Escribir es difícil. Hacer el bien es arduo… Gracias a ti y a Conchi y a tus hijos por estar ahí… Un abrazo.
    Oye, cuenta con el libro de Marías... Lo tengo.

    ResponderEliminar