20 de octubre de 2011

Talento, concentración y constancia. Murakami 一.

  Muchos se sulfuraban cuando Julián Marías se autocitaba en sus escritos. A mí, sin embargo, me parecía bien, lo juzgaba racional: un ahorro de tiempo y esfuerzo. Lo bien pensado y escrito o dicho ¿para qué reinventarlo?
    Hace unos meses comentaba yo la visión que daba Vargas Llosa de la creación literaria (El talento de hacer lo que se sabe, I ). Es curioso quizá, pero así es, que el peruano coincida con el japonés y ambos con don Camilo José Cela, nuestro Nobel más próximo en el tiempo. Murakami afirma que el novelista, para serlo, necesita talento, concentración y constancia; Vargas Llosa, que vocación y terquedad; Cela, entre sus muchas frases célebres, afirma que quien resiste gana…
    El término genérico vocación me es ingrato para las realidades meramente humanas. Cuarta acepción del Diccionario de la RAE: 4. fam. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera. Nadie, seguro, llamó a Vargas Llosa a escribir. Me pregunto por talento y me aproximo a lo que dice Murakami. Sin talento, para él, como para cualquiera, es obvio no se puede escribir y continúa: “El talento no tiene nada que ver con la voluntad. Brota libremente, cuando quiere y en la cantidad que quiere, y, cuando se seca, no hay nada que hacer”. Platónica y romántica, la idea del japonés… Todo acto humano, para serlo, o implica a la voluntad y a la inteligencia o sencillamente no lo es. Parece decirnos que si te pones a correr es posible que te brote el escribir, pues es un don, y así escribes una novela… ¡Qué confuso, qué pobretón todo!
    Creo que es más sencillo pensar e intentar explicar cómo ese niño con un determinado temperamento, por una serie de circunstancias, la mar de azarosas –unos padres cultos, una biblioteca en casa, un alguien que lo animó o lo guió…-, un adulto que rompió por la escritura como un modo donde hallarse y explicarse el mundo y a él mismo… tras mucho cultivo, y ahí bien que le doy la razón a todos…, ¡tras mucha constancia!, empazó a escribir. Me pregunto: ¿se puede llegar a alcanzar algún fruto notable sin esa virtud relacionada con la fortaleza y, por tanto, con la paciencia? Escribir, corregir, escribir, corregir, escribir, corregir… Además conviene leer muchísimo. Mirar mucho y estudiar a los genios. Tener la deportividad de no llegar quizá a ninguna parte, a ningún resultado rentable, mas saberse mejor, más crecido, más maduro en la labor que supone enfrentarse con la idea de escribir una novela, pintar un cuadro, diseñar un…
    Esta constancia, como escribe Murakami, se acompaña de la concentración. El novelista, el artista, no puede ser persona dispersa. La construcción, permítaseme, de una novela requiere mimo largo y sudoroso. Murakami habla de su entrenador particular para correr; del lugar donde escribe: un apartamento en el centro de Tokio… Murakami es un hombre afortunado. Ignoro todo de su biografía, mas deduzco que vive de lo que escribe. Es escritor y vive de ello. ¿Cuántos viven en español exclusivamente de las novelas que escriben?
    Disculpe, luego sigo: necesito volver al empleo que me da de comer.

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