20 de septiembre de 2011

(Charlie-salida-16). Retomamos el viaje…

    Te facilité, charlie, un prólogo posible en este mismo blog, Aviso para los caminantes... Un a modo de prólogo, de un posible libro, La casa por el tejado: Prontuario para viajeros, y retomo el pulso no sin ilusión y con el esfuerzo de siempre, Rocinante vuelve al camino.

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    Te expliqué, charlie, que el hombre se ve impelido a lograr la felicidad, con todo cuanto hablamos en varias de estas entradas, con sus problemas, con sus posibilidades, con sus dudas y sus dramas…
    Así pues, ya tenemos al individuo, a la persona humana –varón o mujer- en el camino. Ya nos tenemos, relativamente. De momento somos. Nos sorprendemos a nosotros mismos por ser y estar de pie. Un día nos reconocemos. Nos sabemos o ignoramos impulsados hacia la felicidad, pero, de momento, nos pusieron en unos rieles que la vida porta. ¡Estoy vivo!, me digo satisfecho. La vida es un bien, no cabe duda. Si nadie da lo que no tiene, no puedo darme la vida a mí, sino que se la debo a otros y esos otros, primariamente son mis padres (ojo: mi madre y mi padre).
    ¿Y ahora?, me pregunto. Es obvio que nunca todos los caminos llevaron a Roma. La vida es una y como dijo un personaje de una novela mía, Juanito de Ochaendía: Sólo existe una vida y no se debe desperdiciar en mezquindades. Esta formulación así escrita me recuerda al concepto del héroe de Ortega… ¡Sabe Dios si mi personaje habrá leído o no al filósofo madrileño!
    Bien sabemos por experiencia, charlie, que somos imperfectos, indigentes, móviles por necesidad, sujetos incompletos. De modo que, puestos en pie, no podemos quedarnos. El dontancredismo es imposible. Debemos elegir y elegir con tiento. Procuramos averiguar qué deseamos y es posible que ignoremos que vamos camino de la felicidad. No obstante, hay que moverse. La felicidad y el propio ser persona se autoconstituye en la acción. Adelante, por tanto. Tolkien en El Señor de los anillos escribe que "de ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie como sombrío". Hay motivos para pensar que no es este el caso. La vida es un bien, estamos en ella… Vamos a ser felices.
    La instigación genética empuja, la voluntad quiere, la inteligencia busca, los caminos son muchos y no todos llevan a lo deseable, a lo mejor, a la felicidad.

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