30 de julio de 2011

Aviso para los caminantes... Un a modo de prólogo.

      Sólo Dios sabe los libros que se escriben. Los que se publican en España son ya tantos que, sólo el deseo de editar otro, de proponérselo, presupone pedir disculpas. Así pues, de salida, le ruego que perdone por escribir éste y además tener la aleve intención de editarlo. Comprarlo y leerlo es problema suyo. Servidor hasta aquí ha cumplido con lo inevitable.
    Siento una admiración bobalicona, próxima a la envidia, por tantos y tantos libros escritos por muchos, pero editados originalmente en E.E.U.U. En ellos los autores dan las gracias a Fundaciones, Universidades, etc. que les han facilitado no sé cuántos años de trabajo y dólares para parirlos y ponerlos en forma. Eso en España es un grajo blanco y los grajos en España deben ser como Dios los hizo: negros, y que cada palo aguante su vela. Así pues me ahorro el darle las gracias a institución alguna y a seguir barajando, que es lo que toca y a escribir cuando se pueda y como se pueda.
   Si todo bagaje para la vida se antoja escaso, llevarlo en exceso puede resultar tan pesado como inútil. Hubo un tiempo en que todos los españoles hacían el servicio militar, la mili: algunos fueron; a la mayoría, nos llevaron. Aún puedo reproducir la lista que me dio mi hermano para sobrevivir en aquel mundo que me resultaba tan hostil como extraño. Ante el asombro de tanto novato como yo, de todo lo necesario llevé y tenía, nada me sobró, nada me faltó en los desesperados primeros días del cuartel.
    La intención de este libro es hacer una lista comentada para viajeros, para el viator, para quien camina, para el viviente... Es posible que todos intuyan que conviene llevar perchas a la mili, pero no todos saben que son mejores las hechas con alambre: pesan menos, ocupan menos... y las taquillas no son grandes. Este libro está pensado para la mochila de quienes están de camino; para quienes van lejos; para quienes suben o bajan, con o sin calor, llueva o haga frío, y no se arredran... Para quienes quieren ser felices por muy arduas que se presenten las veredas y por mucho que los perros ladren. Don Quijote lo decía: conviene que ladren los perros, pues es señal de que avanzamos, nos movemos, estamos vivos. Adelante, progresemos siempre, no cejemos, no vivamos aturdidos ni asustados; si lo necesitamos, detengámonos, pero no nos enfriemos; que la desesperación no pueda con nosotros; que no nos engañe la presunción ni la desesperación, no seas..., no seamos necios...
    Se anda mejor de día, pero también conviene muchas veces adelantar, aunque sea de noche y se sienta el frío y el miedo que calan hasta los huesos: el hombre es el único animal capaz de soportar ese miedo, de no salir huyendo ante la amenaza inminente, aunque en el envite le pueda ir incluso la propia vida, porque sin duda hay valores superiores a ésta: sea la vida del hijo, la del amigo, la del desconocido en lance arriesgado... en ese preciso momento es posible que valga más que la nuestra propia. Sí, también conviene progresar en la noche oscura, sea del alma o del cuerpo, de la enfermedad o el abandono, ante la hostilidad de quienes nos amenazan; aunque muchas veces no pasen de ser los fantoches del tren de la bruja, aquel tren breve y perverso, poblado de monstruos y espantajos... ¡que no dejaban de ser el mismo individuo que vendía las entradas en la puerta de la caseta de feria...! Se puede vivir con miedo y eso puede ser heroico; se puede y se debe vivir con y contra el horror, para superarlo, para borrarlo de nuestra vida y de la vida de nuestros prójimos, de todas las personas de la aldea global...
Nada nuevo hay bajo el sol. En realidad no voy a decirle nada nuevo... Nada que usted alguna vez no haya pensado, leído, escuchado... Recordar no está de más, quizá ahora lo contemple desde otra óptica, con otro temple y pueda serle más accesible, le pueda ayudar en su camino, en la cuesta pina, en la bajada peligrosa...
    Perdone que no cite a pie de página todo aquello a lo que haga referencia. Esas citas no caben en escrito como éste. Me disculpo y eximo de culpa por la posibilidad de que las incluidas en el texto no sean siquiera exactas, la explicación es simple: siendo tiempo de quehaceres importantes y andares urgentes, no conviene el academicismo. Tiempos hay de pararse en las bibliotecas o de consultar durante horas en Internet..., pero quien va de camino no lleva un portátil en su mochila: con papel y lápiz se anda el camino; todo ajustado, que nada falte, que nada sobre... Nada de citas. VALE.
 

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