30 de junio de 2011

(Charlie-salida-15) Y si no salvo mi circunstancia…


    Hay frases, expresiones, que hacen fortuna. Sin duda la de Ortega, yo soy yo y mi circunstancia… es una de ellas sobradamente. Solía comentar Marías que raro era, sin embargo, quien sabía la continuación de esta frase y su correcta interpretación.
    Sin duda mi definición de felicidad, charlie, nace en parte de esa concepción orteguiana que me parece acertadísima. Cuando balanceo quién y qué soy…, sin duda en esas anotaciones contables debe consignarse la circunstancia, en singular: una y diversa.
    Hablábamos de la felicidad como esa realidad necesaria a la que tiende el hombre y que brota de su quehacer, de su movimiento. El hombre indigente va y viene, se azacana en mil realidades: un no parar, un continuo interactuar con la realidad, piensa, calcula, habla, hace con los otros hombres… La realidad nos condiciona, charlie. Hablábamos de la familia, del pueblo donde vivimos, la cultura en que nos desenvolvemos… He escrito nos condiciona, pero no más, pues como afirma K. Lorenz el hombre carece de nicho biológico. El hombre es capaz de adaptarse… ¡amigo mío!: ¡de adecuarse a la situación! Puede que ésta sea mejor, peor o mediopensionista, pero el hombre la puede transformar, la puede salvar, según en término orteguiano, dar cabal razón de ella, hacerla suya, medio felicitario y de ahí nace que, en el peor de lo momentos, de la necesidad podamos hacer virtud y salir airosamente felices.
Konrad Lorenz

    ¿Con quién o quiénes viajo? Hermosos versos de Manrique, acertados: las vidas son los ríos… Larga meditación del poeta en sus Coplas sobre la vida y la muerte. Ubi sunt? Sin duda es capital elegir bien los compañeros de viaje. La familia, el pueblo, la cultura en que nacemos… nos vienen dados. Pero, ¿y los amigos? Sí, charlie, sí: lo tengo anotado. Hablaremos en este A ras de tierra de los amigos y de la amistad, otra realidad innegablemente necesaria.
    El hacer del hombre es con otros hombres. Por eso la felicidad es puerta que abre hacia fuera. Quien insiste en cerrarse en su torre de marfil, el misántropo, el egoísta… no pueden ser felices. La soledad y el ensimismamiento son necesarios para reincorporarnos al torrente social, de relación con otros y con bríos renovados.
    Según Pilar ya, a estas alturas, el párrafo sobre la felicidad está resultando largo. Es posible. Hice lo que pude para este Leve prontuario para viajeros.
    Me dejo en el tintero, para otros derroteros, la importancia del amor –amar y ser amado- para ser feliz… Miro entre las notas y me acuerdo de quienes viven atados a una cama por su tetraplejia, Luis de Moya por ejemplo, de quienes los cuidan; de quienes nunca pudieron decir te amo, me duele, soy feliz, como Lola, la Niña; paralíticos cerebrales como Yiyo, que nunca andará sobre sus piernas; a quienes padecieron síndrome de Down y compartieron sus juegos conmigo en mayor o menor grado: Domingo Arteaga, Carlitos Gómez... Ellos están ahí para amar y ser amados bajo un velo terrible de ignorancia e incomprensión por nuestra parte.
    Podemos y debemos ser felices ahora. No esperes a mañana, charlie. No caigas en el error que Borges llamó pecado: “Cometí el peor de los pecados, no ser feliz”, Jorge Luis Borges.

3 comentarios:

  1. Querido Antonio,
    ¿Y qué? Seguimos esperando nuevas entradas. No concibo mi felicidad ya si no la veo deslabazada y desnuda ante un espejo a través de tu "meta"discurso. Porque va "más allá".
    Adelante.

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  2. Incólume tu espléndida y serena prosa, Antonio José.

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