18 de junio de 2011

(Charlie-salida-13) Una definición de felicidad, mi definición... (II)

    Ser feliz no es estar alegre. Ser alegre no es ser o estar feliz. El feliz no está en una situación continua de placer o en placenteras circunstancias. Yerra en esencia quien espera una situación vital ideal para ser feliz. Tiene esperanza o ilusión quien aspira a lo mejor que está aún por llegar… (oye, charlie, hay que ser feliz ahora mismito).
    La felicidad es estado de plenitud, encontrarse bien –por dentro y por fuera-, tener la conciencia tranquila, es paz, orden… Armonía. Equilibrio. Posesión racional de todo ello. Convicción de estar en lo bueno, en lo mejor o en camino de conseguirlo. Asentimiento y aceptación de lo alcanzado, bueno y menos bueno, de lo padecido, de lo bregado por alcanzar. Mi vida tiene sentido en el mundo que me rodea: entre mis semejantes y la realidad. Me sé. Me tengo.
    Mi condición humana me impele a moverme por ser indigente. Sólo el Ser es motor inmóvil. Quien no necesita no se mueve dice Aristóteles en su Física y en su Metafísica. Charlie, tú y yo nos movemos: no hay más cáscara.
    No me resisto a reproducir una cita que anoté de Simón Leys. Recogía éste una cita de D.H. Lawrence, hablando del estado de gracia del creador llevado en volandas por la inspiración, afirmaba: “Esa absorción feliz e intensa en un trabajo que se lleva tan de cerca como es posible de la perfección es un estado en el que se está con Dios, y la gente que no lo ha conocido jamás ha orillado la vida”. Texto complejo, sin duda… Algo así es la felicidad, pero no hace falta poner cara de bobo satisfecho y sonriente, ni de indescriptible estado placentero. Se puede estar en la cama de un hospital con una enfermedad incurable y ser feliz. Lo marqués, en este caso, tampoco quita lo valiente, que escribió Baroja.
    Me vuelvo con paz sobre la definición que escribí de felicidad. La someto al fuego de la diatriba propia y ajena, de la objeción. La saco a pasear a la plaza pública para que le dé el tiempo, todos las inclemencias de todos los razonamientos a mi alcance.
    La felicidad es un balance subjetivo, general y positivo, de la adecuación entre el yo personal y el ideal y entre la persona y su circunstancia.
    En tanto que balance, como recoge el diccionario de la RAE -pues necesitamos asideros lo más estables posible- es, en su segunda acepción, “2. Estudio comparativo de los hechos favorables y desfavorables de una situación”. Al cotejar si soy feliz o no, no hago una contabilidad exhaustiva, ni siquiera todas las partidas deben ser positivas. Como en el autoconcepto general (de esto leí algo a M. C. González y Javier Tourón y creo que a Aquilino Polaino en alguno de sus libros, quizá Familia y autoestima; no lo recuerdo, lo siento), en el balance felicitarlo se busca una media que es, además, subjetiva, no mensurable con ningún sistema de medidas conocidos. Esto nos lleva a entender realidades en apariencia confusas: muere feliz el hombre magnánimo por una causa grande, que él considera elevada, merece dar y entregar la vida… y muere feliz. Muere Aristóteles Onasis y dicen que afirmó haber sido el hombre más rico del mundo “y no he sido feliz” (la canción que mi paisano Joaquín Sabina le escribió a su hija, Cristina, no tiene tampoco desperdicio: la gordura, la falta de afecto, parece, dicen…, no es fácil calibrar esto, le impidieron ser una mujer feliz, teniendo mucho medios materiales, poder, etc.).
    Diógenes es feliz sentado a la puerta de su barril mientras toma el sol. Epícteto es feliz bebiendo el agua con la mano y sin necesidad de usar un vasito para ello.
    Entonces, charlie, me sugieren, cada uno es feliz a su manera. Pues mira, según y cómo…
Nacho García, Fotografías de Naturaleza.

3 comentarios:

  1. Y el científico afirma que la felicidad no es sino una respuesta química del organismo. Y el que consagra su vida a Dios dice que la felicidad es haber sido un elegido y vivir en Él y por Él. Y el agnóstico dice que su felicidad es no creer en nada. Y el eremita dice que la felicidad está en su soledad. Y el rico dice que la felicidad no la da el dinero, y Woody Allen afirma que si en verdad el dinero no da felicidad, genera algo que se le parece mucho. Contemplar Las Meninas produce felicidad, sentarse a la sombra de una higuera produce felicidad, el abrazo de nuestros hijos nos produce felicidad, un regalo inesperado produce felicidad... Pues eso, Charli, cada uno es feliz a su manera. Pues eso, amigo Antonio José, nadie venga ahora a contarnos qué es la felicidad, porque mira, según y cómo...
    Al día con tus entradas (que no tienen desperdicio). Gracias por tus comentarios, siempre animan.
    Abrazos.

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  2. lo que está claro es que ser feliz las 24 horas del día de los 365 días de la semana es complicado, porque la vida va en vagón de montaña rusa.

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  3. Mi querido Sergio: me detengo un poquito en lo que tanto tú como otros me habéis sugerido. Lo hago en la entrada: "Primero: ser o estar feliz, charlie". Échale otro vistacillo a ver qué tal y ya me dices.
    Un abrazo.

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