19 de junio de 2024

Freire, Jorge: AGITACIÓN. Sobre el mal de la impaciencia

 



Casi del tirón me leo esta obra. Las salas de espera de los médicos dan para mucho rato de lectura: doy fe. Creí que, como en la entrada anterior, este libro llegó a mi biblioteca desde una crítica de Revista de libros: no parece. Si no fue así, ignoro el camino que lo trajo.

Empecé a leer el libro y lo pensé lo que luego resultó ser: un cúmulo de comentarios bien cosidos o hilvanados sobre citas muy breves, aforismos casi, de autores más o menos conocidos para mis limitados conocimientos. El ingenio pertinente admira, el ingenioso incesante llega a cansar: no sé si cita Freire dos veces a Ramón (Gómez de la Serna), creo que una: las veinte mil greguerías de Ramón, leídas a ratos, pueden ser agradables, sorprendentes, admirables… Leer un libro de greguerías sin descanso aburre (sus novelas abruman por la ingente sucesión de imágenes; esto escribe quien leyó sus obras por docenas…). Calificaría a Freire de ingenioso. ¿Original? Algunas de sus perspectivas, que no todas. Él mismo lo dice: Nihil novum…

El comentario sobre citas breves, casi aforismos, insisto, desembocan en comentarios también breves.  Perdonen que me repita: junto a estos se suman otros y otras citas y así cabalga el libro, sin que el lector tenga claro (yo no al menos; quizá las salas de espera no lo permitan) hacía dónde nos lleva el autor.

Hace muchísimos años, archivado lo tengo, leí un artículo, una tercera de ABC escrita por Francisco Ayala cuyo título era Prisa y no se refería a la empresa, sino a esa actitud tan postmoderna que es ir corriendo mucho, muy azorados, azacanados, a no se sabe dónde, como el hámster en su rueda (tres veces emplea la imagen, salvo error). Ansiedad, agitación, impaciencia, inquietud, vehemencia, exasperación, desasosiego… Todos hemos señalado ese síntoma de los tiempos. Muchos hemos intentado mostrar su etiología y sus consecuencias. Freire lo hace en su libro y sus ironías y sus ejemplos, las citas a las que acude buscan demostrar todo cuanto digo y él trata en su obra. Corres bien, decía el obispo de Hipona, pero corres fuera del camino… El asunto es cómo volver al sendero de sentido común y de la gracia.



Me llama la atención que hallo en la obra palabras que nunca oí ni leí: existen, por supuesto, y las emplea con precisión admirable, pero al leerlas no podía dejar de sonreírme y acordarme de un alumno que era capaz de cualquier sacrificio por usar una palabra que intuía que su lector la ignoraba: le gustaba sorprender y mirar desde arriba. También son objeto de mi admiración las citas de autores que Freire hace a quienes leí muchísimo y nunca reparé en tal o cual verso, en tal o cual idea: insisto no poemas completos, no son ideas extensas…, que él cita.

Me han gustado especialmente las alusiones de autores caros a mi corazón, especialmente, Julián Marías de quien da una de cal y otra de arena. El comentario sobre la ilusión (p. 74) es una puñalada a un librito maravilloso… Breve tratado de la ilusión. Sin duda, Freire, no lo conozco y este es el primer libro que leo suyo, es pensador “original”, inteligente y usa con buen tino la ironía. No estoy de acuerdo con muchos de sus comentarios quizá el espacio y la atención no eran suficientes, muchas de sus perspectivas no son las mías, pero hay un fondo común amplio, bien asentado, en el que estoy totalmente de acuerdo con él.

Doy por muy bien empleado el tiempo que invertí en leer esta obra que no olvidaré. He tomado muchas notas. He releído algunas páginas –lo que no es norma de esta casa y he aprendido o repensado ciertas ideas que se han ensayado y contrastado con las de Freire. Muchas gracias al autor por haberse tomado la molestia de escribir este libro y brindárnoslo a quienes lo hemos leído. Muchas gracias. 


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