9 de junio de 2023

482- Ferris, José Luis: MIGUEL HERNÁNDEZ. PASIONES, CÁRCEL Y MUERTE DE UN POETA (I)

 



 

Compro, yendo de paso, en la feria del libro de Córdoba, ¡un libro!: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. No conozco al autor, José Luis Ferris (miré a ver, pero no me aclaré). Me interesaba el libro porque unos días antes había visitado a la Virgen de la Cabeza en su Santuario de Andújar y me extrañó, y no sabía, de un grupo escultórico allí instalado. Me pregunté por qué allí y de Miguel Hernández. Leí al respecto en la prensa local de la provincia de Jaén

He leído algunas biografías  del oriolano. Leí un libro, que recuerdo vagamente, sobre su proceso judicial de un amigo del poeta, Juan Guerrero Zamora, que en casa está: Proceso a Miguel Hernández. He leído en varias ocasiones sus obras en un volumen de las Poesías completas de Aguilar, que ha tiempo compré y que me ha servido para impartir mis clases sobre Hernández.

Me solivianta lo que voy leyendo del autor del libro comprado en Córdoba y lo hace tanto que, incluso antes de terminar su lectura -llevo algo más de la mitad-, no puedo refrenar el deseo de decir algo aquí de este Miguel Hernández, de Ferris, porque de matute mete material tóxico, mercancía adulterada.

Los campos de fútbol inclinados me incomodaron siempre. Las mesas de billar desniveladas no eran de mi agrado. Pues esta obra de Ferris padece la inclinación de los campos de fútbol y las mesas desniveladas. El autor, entiendo, no se tapa en absoluto y se muestra decididamente a favor de la actitud despectiva y de rechazo que Hernández lleva a término en un momento de su vida contra la Iglesia, el clero… y lo que estos representaron en más de dos décadas de su existencia en su Orihuela de nacimiento, y para su obra. El descaro de Ferris en los comentarios sonroja. Las explicaciones de algunos momentos históricos son tan sesgadas que abochornan. Si un cura ayuda a Hernández lo hace por intereses ocultos; si un señorito de izquierdas no le ayuda es porque tiene una excusa (caso de García Lorca). Los curas son egoístas y bebedores; las ayudas que hacen a los menos pudientes son sobras… Las clases que imparten son tendenciosas, sin embargo, la memez de las Misiones Pedagógicas tiene una gran importancia para la formación y cultivo del pueblo… Los planteamientos marxistas, tan aplaudidos por Alberti, que fue paseado por Rusia con María Teresa León, son encomiables. Todo lo anticlerical es progresista, innovador, provechoso… Maruja Mallo no merece ningún adjetivo negativo en los comentarios por parte de Ferris. El matrimonio de M. Altolaguirre y Concha Méndez fueron un modelo de matrimonio bien avenido y maravilloso…, salvo que Manolo Altolaguirre abandono a su mujer, como lo hizo Neruda, como los escarceos amorosos de Cernuda y Federico con Serafín… Esto no se comenta ni se califica, pero sí que unos dijeron que un cura por un pueblo por el que pasaron en sus Misiones… era un putero. ¡Pobre Miguel, comprometido con Josefina…! Ella tan casta… y él no tuvo más remedio que ser desvirgado por Maruja Mallo…, ¡una santa pintora!



El gran enemigo de Ferris, sin embargo, desde el principio de la obra, es Ramón Sijé quien sufre una persecución sectaria hasta el final de este. En la página 281 hallará el lector los excelentes conocimientos médicos del doctor Ferris a quien yo lo hacía en alguna rama de la Literatura y parece serlo también en medicina interna, por lo menos, por el diagnóstico bochornoso… que hace de la muerte de Sijé… quien no se ha muerto “como del rayo”…, sino de un ataque de pureza y aviesas virtudes cristianas retorcidas o algo así… Quienes padecimos las clases de profesores marxistas en las universidades de los 70-80 estamos curados de estas tapias de pan mojado que levantan siempre las gentes de izquierdas, de una altura moral inexplicable y, por tanto inexpugnable, aunque se las terminan comiendo…, de deleznables que son, las palomas.

No me gusta comprar ni leer libros sin saber quiénes son sus autores o qué ha dicho la crítica de confianza de ellos. Todos tenemos una tarde tonta y allí, en Córdoba, quizá lejana y no tan sola, la tuve yo al adquirir este libro que ya, a estas alturas, terminaré…

Comentaré más adelante, en este mismo blog, lo que me parece la instalación de Miguel Hernández en el Cerro del Cabezo… y la obra de Ferris en su conjunto.

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