13 de marzo de 2022

ALCALÁ VENCESLADA-11

 

Urigüen, Begoña, Orígenes y evolución de la derecha española: el neocatolicismo

La lectura de este largo y detallado estudio del tema que su título indica, en mi caso, no tiene más interés que hallar en medio de este supuesto galimatías, que la autora deshace con facilidad, claridad y pruebas sobradas y documentadas, la figura de Orti y Lara, motivo de varias entradas previas en este blog, y el origen de un pensamiento conservador concreto en España.

Ciertamente todo esto, digamos, me coge muy a trasmano de lo que algunos podrían entender es el núcleo de mi estudio sobre la vida y parte de la obra de Alcalá Venceslada. No lo pienso yo así o, al menos, no me incomoda alargarme a la lectura de obras que ciertamente no están en el meollo de mi trabajo. Mi idea es que el estudio que intento debe incluir un apartado que señale el pensamiento de Alcalá. Por circunstancia vitales de este, entiendo que hay una línea ideológica familiar que nos lleva a un pensamiento, en general, conservador, llámese también en sentido genérico, de derechas -hoy carente, creo, de verdadero significado-. Alguien podría aducir que apellidarse Alcalá o ser pariente de Orti y Lara no lo condicionaba absolutamente, pues sería un sociologismo falaz, su pensamiento político o su actitud ideológica. Incluso se podrían aportar datos familiares, ciertamente más lejanos, de familiares conocidos a nivel andaluz que defendieron posturas liberales y que llegaron a ser, con el paso de alguna generación, socialistas conocidos a nivel de toda Andalucía. Considero, sin embargo, que en su caso se puede filiar un determinado pensamiento, una cultura, unas actitudes, una formación.

Dicho esto, digamos que para la autora: no cabe duda de que el neocatolicismo es el precedente del fututo integrismo y que halló en la postrera década del reinado isabelino (1857-1868) los acontecimientos y circunstancias en los que el neísmo llegó a perfilar su figura de manera más acabada. Para la autora es muy importante desde el principio de su obra dejar bien claro que sus estudios le llevan con claridad a demostrar que el grupo de los neocatólicos no se deben confundir con los carlistas; aunque hubiera miembros de esta ideología en el grupo neocatólico, pero estos proceden de una escisión del grupo moderado y terminarán siendo integristas. Sin duda la clave que soporta todo este complejo arco es Cándido Nocedal. Personaje de nuestra historia no solo política, a quien dedica muchas páginas siguiendo sus pasos vitales, sus escritos, sus conciliábulos político-periodísticos, sus acuerdos con otros personajes de la política del momento, etc. Escribe Juan Valera de Nocedal: “Lo cierto es que el señor Nocedal había llegado poco a poco, cuando vino a ser ministro de Narváez a tal situación de espíritu que tenemos que calificarle de lo que entonces se llamaba neo-católico. No nos atrevemos a decir si estaban ya claros y distintos en su mente los fundamentos de su nueva política reaccionaria; pero distintos o confusos, estos fundamentos eran los mismos que Donoso Cortés había tomado de Bonald y de Maistre divulgándolos en España”. Como se ve para los coetáneos atentos seguidores de la política, eran evidentes los orígenes ideológicos y el camino recorrido por quien fuera, en muchos sentidos, cabeza de la corriente. Para la autora, en sus conclusiones, queda claro que “En cuanto a los neos o el neo-catolicismo creemos haber aclarado la nebulosa con que ha venido envuelto este término incluso ante muchos contemporáneos. No se trata meramente del reflejo político del catolicismo ultramontano, sino que es un grupo político concreto, procedente del partido moderado, nutrido de políticos jóvenes y desconocidos, con un buen componente de aristocracia predominantemente del siglo XVIII, en el que parece descubrirse una especial presencia de miembros de la Compañía de Jesús”.

No se deben confundir a los neo-católicos con los seguidores de Balmes, para quienes buscan la unidad de todas las tendencias políticas bajo una única legitimidad dinástica. Más adelante se tratará de la unión de todos los católicos para la defensa de la religión al margen de sus ideas políticas; y como grupo nunca pensaron en el Poder y siempre pretendieron separar la política de la religión; “en este sentido son los más puros desde el punto de vista religioso y de servicio a la Iglesia”.



Los neocatólicos nacen bajo el amparo ideológico de Donoso y como reacción temerosa que cree en la inexorable correlación entre la revolución liberal y la revolución social. El cauce político será el Gobierno de Bravo Murillo en el que los hombres de Donoso, como Gabino Tejado, Nocedal y Navarro Villoslada ocupan cargos en el Ministerio de Gobernación. Ciertamente, entre los neocatólicos, que se pensaban la quintaesencia del espíritu católico, y donde de todo había, muchos pensaron que era un medio, aliados con elementos eclesiásticos, para acceder al Poder y, sin embargo, por ejemplo, el hijo de Nocedal, Ramón, seguidor del pensamiento de su padre se “dedicó a la tarea específica de crear opinión católica por medio del periodismo”, y alejado del interés político y ese Poder con mayúscula.

Es esencial para la autora dejar negro sobre blanco, para comprender los procesos de constitución y consecuencia de los distintos movimientos “La distinción entre carlismo, tradicionalismo donosiano o neísmo y catolicismo liberal”. Para la autora es importante recalcar que “La fusión de los tradicionalistas con los carlistas fue tan total que no sólo aquéllos pasaron a ser los hombres de confianza del nuevo Pretendiente, Carlos VII, sino que el nombre mismo de Tradicionalismo pasó a ser patrimonio del carlismo cuando los tradicionalistas donosianos, futuros integristas, abandonaron la legitimidad carlista”.


Dedica la autora muchas páginas a un estudio de la prensa de las derechas y sus rivalidades entre sí: “La Esperanza, el Pensamiento Español y en buena parte La Regeneración figuraron siempre entre los periódicos más vendido de España”. Generalmente las disputas entre estas cabeceras, sus directores y sus redactores tenían que ver con asuntos de cuestiones doctrinales y casi siempre político-teológicas.

Obra larga, de fácil lectura, con comentarios opinables, como en toda investigación: cada uno hace lo que quiere con la suya, y quien esté libre de ellos… Me ha parecido un libro agradable, aunque ciertamente mis pesquisas no iban al detalle de cuanto en él se explicaba, sino que, más bien, iban camino de otros derroteros más generales.

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