31 de mayo de 2018

Boo, Juan Vicente: EL PAPA DE LA ALEGRÍA




Sea quien sea, como sea…, para un católico, el Papa es Pedro en la Tierra, el Vicecristo, el “Dulce Cristo en la Tierra”, que dijo santa Catalina de Siena. Ya perdonarán que no admita debate, contra la corriente de pensamiento que presupone que todo es debatible, me opongo y no la comparto. No, en este caso ni sobre el honor de mi madre: no hay debate.

Cautivado por la alegría es un libro autobiográfico de C. S. Lewis. Busco la crítica que hice hace muchos años de él y no la encuentro en los ordenadores (debe estar hecha a mano y en papel, allá, donde se encuentra, lejos de donde esto escribo). Quiero recordar que esa realidad: la alegría del creyente fue el medio de atracción para el escritor inglés, que lo lleva a la conversión. Ignoro si el agnosticismo, el ateísmo son fríos: no lo sé. Muchas veces oí decir que las religiones fueron motivo de mil guerras, acusación fácil que justifica y tapa la maldad del hombre que late en la quijada que blande para abrirle la cabeza a su hermano, sin más necesidad que la envidia y el odio, religiones aparte. Echarle la culpa a lo otro, al otro siempre es una actitud adolescente del ignorante incapaz de saberse ni a sí propio. Frío o calor, la alegría, la verdadera alegría del hombre resulta atractiva porque es, sin duda, un bien. Quien tiene y muestra la alegría que desborda su corazón resulta amable, seductor para quien no la posee. El papa Francisco la tiene y la muestra y le luce, y encanta.

No espere el lector un libro ordenado como un manual. Es más bien el resultado de una sorprendente sorpresa. El libro lo constituyen formalmente párrafos en fresca y desordenada cascada, bajo epígrafes abundantes que orientan más al escritor que al lector…, parece. Emplea la oración breve que conduce al lector hacia un acúmulo de acciones diversas en pocas líneas. El párrafo, breve. El autor lleva al lector en volandas. Las ideas, los sucesos narrados, las anécdotas se multiplican con luminosidad, como las inesperadas explosiones en unos fuegos artificiales. Todo ello, el brillo, la luz, el ruido… dan idea de cómo actúa y quién es el papa Francisco.

Este libro explora, según su autor “tres terrenos muy entrelazados: los rasgos esenciales de su personalidad, los ejes de su pensamiento y las directrices de su actuación. La coherencia entre ellos es otro de los «secretos» de su eficacia”. Medito lo complicado que es para una persona carente de fe, para quien no tiene visión sobrenatural, comprender la realidad de un hombre, en el siglo XXI, que dice ser el sucesor de Cristo, en la tierra, hoy, y como tal lo ven, lo aman, lo miran, lo escuchan… miles de millones de personas… ¿Quién es este? Se pueden preguntar como aquellos que ven enseñar a Jesús en la sinagoga (Mat 13:54 y ss)… ¿No es este el hijo del artesano… del carpintero?... ¿Quién es este argentino de apellido italiano, este tal Bergoglio? ¿No es este un jesuita que dijo…, que hizo…, ¡que daba clases de Literatura? Sí señor, de ese se trata: del hijo del carpintero que resulta ser el Hijo de Dios por siempre y Bergoglio, el jesuita argentino, es el Papa que el Espíritu Santo (¡Ni siquiera hemos oído hablar de él!, Hechos 19:2) ha suscitado para la Iglesia de hoy… ¡Qué enigma más tremendo! ¡Qué misteriosos los caminos de la Iglesia a lo largo de su historia! En fin, Dios no sabe más, no, no: DIOS LO SABE TODO, que es distinto.

Se nos juzgará de amor, pero de un amor que da la vida por quien la necesita, el tema del examen final, del Juicio Final, será ese para Francisco.

Es curioso cómo los extremos se encuentran en su propia menudencia. La izquierda en general, y el populismo de izquierdas o derechas en concreto, que tanto da, estrechan sus manos con los grandes poderes financieros y el capitalismo desbocado que odian la religión y a quienes de verdad la hacen vida de sus vidas… Así el Papa Francisco es enemigo para unos y otros, curiosa coincidencia: el demonio los convoca.

Se puede correr al leerlas sobre las anécdotas que se relatan, se puede sonreír o pasar de largo, sin darle importancia, o se pueden meditar como he hecho con tantos y tantos párrafos de esta obra: no sobre lo que autor escribe, sino sobre lo que escribe y cuenta del Santo Padre… Sí, he tardado en leer el libro, y esta fue la causa… ¡seguro que me servirá para algo! Muchas gracias a mi hermano Joaquín que me regaló este libro.

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