Sea quien sea, como sea…, para un
católico, el Papa es Pedro en la Tierra, el Vicecristo, el “Dulce Cristo en la
Tierra”, que dijo santa Catalina de Siena. Ya perdonarán que no admita debate,
contra la corriente de pensamiento que presupone que todo es debatible, me opongo
y no la comparto. No, en este caso ni sobre el honor de mi madre: no hay
debate.
Cautivado por la alegría es
un libro autobiográfico de C. S. Lewis. Busco la crítica que hice hace muchos
años de él y no la encuentro en los ordenadores (debe estar hecha a mano y en
papel, allá, donde se encuentra, lejos de donde esto escribo). Quiero recordar
que esa realidad: la alegría del creyente fue el medio de atracción para el
escritor inglés, que lo lleva a la conversión. Ignoro si el agnosticismo, el
ateísmo son fríos: no lo sé. Muchas veces oí decir que las religiones fueron
motivo de mil guerras, acusación fácil que justifica y tapa la maldad del
hombre que late en la quijada que blande para abrirle la cabeza a su hermano,
sin más necesidad que la envidia y el odio, religiones aparte. Echarle la culpa
a lo otro, al otro siempre es una actitud adolescente del ignorante incapaz de
saberse ni a sí propio. Frío o calor, la alegría, la verdadera alegría del
hombre resulta atractiva porque es, sin duda, un bien. Quien tiene y muestra la
alegría que desborda su corazón resulta amable, seductor para quien no la
posee. El papa Francisco la tiene y la muestra y le luce, y encanta.
No espere el lector un libro ordenado como un
manual. Es más bien el resultado de una sorprendente sorpresa. El libro lo
constituyen formalmente párrafos en fresca y desordenada cascada, bajo epígrafes abundantes que
orientan más al escritor que al lector…, parece. Emplea la oración breve que conduce al
lector hacia un acúmulo de acciones diversas en pocas líneas. El párrafo,
breve. El autor lleva al lector en volandas. Las ideas, los sucesos narrados, las
anécdotas se multiplican con luminosidad, como las inesperadas explosiones en
unos fuegos artificiales. Todo ello, el brillo, la luz, el ruido… dan idea de
cómo actúa y quién es el papa Francisco.
Este libro explora, según su autor “tres terrenos
muy entrelazados: los rasgos esenciales de su personalidad, los ejes de su
pensamiento y las directrices de su actuación. La coherencia entre ellos es
otro de los «secretos» de su eficacia”. Medito lo
complicado que es para una persona carente de fe, para quien no tiene visión
sobrenatural, comprender la realidad de un hombre, en el siglo XXI, que dice
ser el sucesor de Cristo, en la tierra, hoy, y como tal lo ven, lo aman, lo
miran, lo escuchan… miles de millones de personas… ¿Quién es este? Se pueden
preguntar como aquellos que ven enseñar a Jesús en la sinagoga (Mat 13:54 y ss)…
¿No es este el hijo del artesano… del carpintero?... ¿Quién es este argentino
de apellido italiano, este tal Bergoglio? ¿No es este un jesuita que dijo…, que
hizo…, ¡que daba clases de Literatura? Sí señor, de ese se trata: del hijo del
carpintero que resulta ser el Hijo de Dios por siempre y Bergoglio, el jesuita
argentino, es el Papa que el Espíritu Santo (¡Ni siquiera hemos oído hablar de
él!, Hechos 19:2) ha suscitado para la Iglesia de hoy… ¡Qué enigma más
tremendo! ¡Qué misteriosos los caminos de la Iglesia a lo largo de su historia!
En fin, Dios no sabe más, no, no: DIOS LO SABE TODO, que es distinto.
Se nos juzgará de amor, pero de un amor que da la
vida por quien la necesita, el tema del examen final, del Juicio Final, será
ese para Francisco.
Es
curioso cómo los extremos se encuentran en su propia menudencia. La izquierda
en general, y el populismo de izquierdas o derechas en concreto, que tanto da,
estrechan sus manos con los grandes poderes financieros y el capitalismo
desbocado que odian la religión y a quienes de verdad la hacen vida de sus
vidas… Así el Papa Francisco es enemigo para unos y otros, curiosa
coincidencia: el demonio los convoca.
Se
puede correr al leerlas sobre las anécdotas que se relatan, se puede sonreír o pasar de
largo, sin darle importancia, o se pueden meditar como he hecho con tantos y
tantos párrafos de esta obra: no sobre lo que autor escribe, sino sobre lo que
escribe y cuenta del Santo Padre… Sí, he tardado en leer el libro, y esta fue
la causa… ¡seguro que me servirá para algo! Muchas gracias a mi hermano Joaquín
que me regaló este libro.
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