24 de diciembre de 2017

                      A quienes están en las listas de mis correos electrónicos.
                A quienes estáis en mi lista de whatsapp y de teléfono.
                A quienes estáis próximos en mi vida y a quienes lo estuvieron un día y ya están donde Dios ha dispuesto.
                                              
                A todos… a todo corazón: que la Sagrada Familia os dé cobijo.






De nada demasiado, de nada en exceso, decía algún avispado de Delfos al que llamaron sabio… In medio virtus, que tan mal se interpreta, lo afirmaba el no menos espabilado de Aristóteles y viene a ser lo mismo que lo antedicho.

Los memoriones, quienes han vivido mucho, se acuerdan de que la Navidad tiene un trasfondo pagano que nada tiene que ver con Cristo. Les conviene ser beligerantes contra quien, para ellos, no existe, y contra la religión que les importa un bledo, pero contra la que no paran de batallar. Esos memoriones y sus corifeos luchan contra su memoria y contra la nada y se afanan por  convertirnos al dogma de la quimera y el simulacro. El Dios contra el que luchan sin creer en su existencia les dé la paz que no tienen y anhelan, la felicidad que buscan y no hallan.

La Navidad… entre todos, con efusión de gozo, a base de buenas intenciones, abusando de esa actitud que la RAE admite que denominemos buenismo…  se ha convertido en una  melcocha de naderías: hemos dejando que las raposas entren en la viña, que se coman unas uvas, ¡pobrecitas!, que se coman un racimo, ¡tienen tanta hambre!, que no vamos a ser como los demás…, etc. y han terminado por diezmar la viña y convertir la fiesta, el nacimiento de Dios hecho Hombre, ¡eso es lo que se festejaba!, en concursos de belenes y villancicos, en un limosneo de cenas para indigentes, en un hartazgo hasta el vómito de epulones, en belencitos con muñequillos irreverentes la mar de simpáticos y repelentes por su mal gusto… ¿¡y qué importa!? Por la mano se llevaron las uvas, los racimos, la viña, al viñador ¡y al sursuncorda! entre nuestras bromas y nuestras risotadas… y nuestra indiferencia, nuestra ignorancia, una acedia que da bascas, una solidaridad que en nada se concreta, la abulia… y el consumismo nos devolvió al principio… Una fiesta pagana donde demostrar amor es gastar dinero y regalar, donde amarnos los unos a los otros se transforma en hartazgos de besugos, cigalas, imbéciles y demás peces de este mar narcotizado, la mar de rico en vaciedad…


DE NADA DEMASIADO… Sí, hemos banalizado el hecho más trascendente de la historia de la Humanidad…: que un día un niño como los demás era el Niño Dios, que ese Niño junto a una muchacha virgen, su Madre y la mía, que es la Virgen, junto a un hombretón recio, san José, mi padre y señor, dieron su ser todo en su humilde pobreza para que yo hoy pueda desearles solo, solo esto, que escuchen, si saben, si pueden, al Niño y se alejen del ruido: músicas, risotadas… donde posiblemente no esté Dios ni los pastores susurrando por lo bajo para no despertar al Niño que todo lo sabe, que todo lo puede… Que él nos bendiga.

4 comentarios:

  1. Nada k decir a una felicitación tan espléndida y única lo q define a un tipo excepcional

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  2. ¡Feliz Navidad Don Antonio, que todos sus deseos se hagan realidad!

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