9 de junio de 2016

Cervantes “encantado”


 Ese genio cachondón e irónico, ese argentino que acabara ciego, apellidado Borges, cuando le preguntaron que dónde deseaba morir o cuándo, o algo así, que lo olvidé, dijo que le daba igual, pero fuera donde fuese, deseaba ser enterrado en España “porque en España es el lugar donde mejor entierran”. Me acuerdo de esta anécdota al hilo de toda la parafernalia que se quiere organizar, que se está organizando, con el pobre Miguel de Cervantes. Por guardar las apariencias se decreta ley de adecentar el local patrio y mostrarnos hipócritamente agradecidos; para que no se diga…, no sea que dejemos de ser ese “lugar donde mejor entierran”. En ello estamos casi todos. Me van a permitir que me lo imagine que, allí donde está -quien lo conoce lo sabe-, se estará desternillando -descojonando vivo, que se dice en el Tercio-, viendo a tanto tonto hacer dos tontos risibles, ridículos, estrafalarios, sin gracia alguna, o bien, pobre, remuriéndose de pena y de tristeza porque “una vez más, me hacen heridas más en mi sentir y persona que no en mis carnes, que ya no ni siento”… Servidor, don Miguel, siente vergüenza ajena, que conste. “¿A quién no sorprende y maravilla/esta máquina insigne, esta riqueza?”.
Entre esa tropa española del XVI, extravagante y ajena al mundo de hoy, cuando se iba, ya se sabe: se iba a por todas, con o sin todas las de la ley, es decir, “del tirón” que se dijo siempre en la infantería de marina, por derecho y de verdad…, porque ir para hacer bufonadas propias de bufones ya están los políticos de este velado país, donde las cobran y a buen precio y recaudo, las bufonadas, digo. ¿Qué puede pensar un hombre que estuvo en Lepanto, “la más alta ocasión que vieron los siglos”, donde anduvo enfermo y no le importó jugarse la vida toda al tablero…, de cuanto se está organizando a modo de teatrillo de Cristobita sobre su vida y su genial obra como conmemoración…? Que digo yo, ¿que de qué…? ¿Qué se conmemora qué?, digo. Por favor, párese un momento…
Cervantes no era un fifiriche ni un pelele, nunca fue un andarríos, ni un pillatigres… Don Miguel de Cervantes, defectos asumidos aparte, era un español con toda la barba y con sangre en el ojo… (quien no sepa el significado que lo averigüe). Hombre de su tiempo, hombre buscador, explorador inquieto. Quién conoce su vida, repare por un momento en su actitud mantenida en Argel. Fue perseguidor de lo que asumió como su gran anhelo, su vocación más firme y verdadera, que no fue otra que servir a Dios, a su Rey y a su patria y por ellos a sus compatriotas. Dejó escrito en la Numancia (v. 1077) «No entiendas que de paz habrá memoria». No vivió don Miguel en tiempos donde los lobos venían so capa de lo políticamente correcto. Era inadmisible. “Apostaré que el ánima del muerto/por gozar este sitio hoy no ha dejado/la gloria, donde vive eternamente”
Bien es verdad que no tuvo privilegio del Cielo, y como él, nadie, para evitar por su “mano haber detenido el tiempo” y que no pasase por él, como no lo tuvo don Quijote. Todos estos montajes que hoy me cercan por doquier más tienen de auténticos libros de caballerías, es decir, de “disparates y sus embelecos”, que no de verdad asumida en la sensatez de la calma, vuelta la cabeza del desengaño de inútiles y descabelladas caballerías. Bien está que la rueda de la Historia destroce las carnes de los hombres, pero al espíritu le corresponde oponer su ligereza y tino. Es falso que vivir y ser injusto sea lo mismo. ¿Quién piensa que con estos alifafes, con estas gueguerías, saraos, festivales y festejos cómico-taurinos y bailables se hace justicia al ajusticiado Cervantes Saavedra?
Cobra su felicidad el escritor en ser leído y poder comer y vivir, mal que bien, de aquello que de su caletre recaba y alumbra. Lo segundo a don Miguel, a estas alturas, le sobra y me temo que también lo primero, pues siempre “debéisme cuanto escribo”, no me hacéis favor con leerme: ni a este, ni a aquel… ni a mí. Claro que sí, no puede ser de otro modo: “miró al soslayo, fuese y no hubo nada.”

Si todo bien es difusivo promoved, sí, a usted, lector, me dirijo la lectura desde casa. Sí, ustedes, los comodones, los aburguesados, los perezosos, los irresolutos, los pusilánimes…, sí, vosotros que habéis dejado de exigir verdaderas lecturas de peso por entretenidas basuras en las escuelas y los institutos… Dejad de quejaros, padres, profesores, políticos, maestros, españoles… de lo mal que el mundo anda, pues andar en lectura y cultura es posibilidad de abrir camino cierto a la verdad y la felicidad… ¡Cuántas veces no habré repetido lo dicho por el abuelo!: Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible. VALE.

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