3 de julio de 2015

Stanley G. Payne, Palacios Jesús: UNA BIOGRAFÍA PERSONAL Y POLÍTICA. FRANCO (VI de VI y última)



¿Seis mil tiros en un día...? ¡Ni Franco!

         Recuerdo, ahora ya de cosecha propia, que iniciados los 70, en ocasiones, se suscitaba la conversación de qué ocurriría cuando Franco muriese. En la escuela oí hablar de temores y tambores de guerra. ¿Quién lo sucedería? Todo se calmó mucho con la presencia de Juan Carlos, normalmente vestido de militar, junto al llamado Caudillo… Pensé durante años, ahora descubro mi error, que la sucesión había sido un trato atado y bien atado que venía desde antiguo, pero no lo fue así y buena culpa de ello la tuvo el don Juan de Estoril. Ignoraba que Franco hubiera sopesado, en mayor o menor grado, otras posibilidades distintas de sucesión a las de Juan Carlos de Borbón, que hubiera pensado en otros Borbones distintos.

         Recopilo ideas sueltas que me he ido dejando atrás. Parece que por temperamento siempre fue Franco un hombre muy tranquilo. Lo fue ante las balas en África, en plena batalla, cuando iba delante de sus soldados y lo siguió siendo hasta el final de sus días, según algunos, pero solo “por efecto de las pastillas”.

         Fue de entre los dictadores de su época el más normal de ellos y quizá también quien más éxito tuvo, pues al final de sus días bien podía decir que dejó objetivamente “una sociedad más feliz, próspera, potente y moderna que aquella de la que se hizo cargo” (p. 625).

         El ejército en el que sirvió y se forjó era pequeño y mediocre, pero no salió ningún oficial veterano más capaz que Franco. Produjo oficiales más inteligentes y otros muchos que fueron más amables y apuestos, y seguramente más populares desde el punto de vista personal y con mejores conocimientos técnicos, pero ninguno estaba dotado de esa extraordinaria mezcla de autocontrol, astucia, firmeza en sus juicios, capacidad profesional, discreción política y capacidad de mando” (p. 625). Y servidor reproduce en los dos últimos párrafos lo escrito por los autores.

         Los autores del libro, me temo no cazaron en su vida: a quienes le digan, como escribieron (pp.450-451), que mató Franco en un día 5.000 codornices y disparó 6.000 cartuchos les dirán que es un disparate descomunal: un tiro que se han dado los autores en ambos pies.

         Otras ideas sueltas que me llamaron la atención: Profetizaba Franco que las democracias liberales occidentales dejarían paso a sistemas de gobierno semejante al impuesto por él en España: craso error. Le gustaba el cine muchísimo y se veían en El Pardo muchísimas películas y con frecuencia y en los últimos años de su vida se hizo muy adicto a la tele, llegando incluso a tener dos receptores para poder ver a la vez las dos cadenas que había entonces… ¡no me imaginé a Franco delante de la tele!

         De sus relaciones con los judíos, con Hitler, con sus generales… algo ya sabía y en esta obra se recogen creo que con la equidistancia que esperaba de ella (el sentido común dicta).

         Cuando sea posible… me pondré con ese otro FRANCO de Paul Preston que, me dicen, nada tiene que ver con el Franco de esta obra… que les animo a leer, pues mereció la pena. ¡Qué cosas, Amanda!

  
"¿Mamá, por qué está Franco en la cuna?", que preguntó mi hermano.

2 comentarios:

  1. Se me han hecho largas las seis entradas, a muchos de ustedes también, ¡pero más largos se le hicieron a otros los 40 años del gachón! En fin, que como siempre las risas van por barrios. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Como ya te dije, se aprende mucho con lo que escribes. No me imaginaba a un Franco como lo describen estos autores y lo que tú cuentas. A mí me pilló muy pequeño la era de Franco. Tenía seis años cuando murió. Y luego vino la transición, así, con minúscula (no por despecho). Un abrazo, Antonio.

    ResponderEliminar