9 de julio de 2015

RESPUESTA EN ENTRADA A RAFAEL BALLESTEROS AL HILO DE "NI TODOS CONJURADOS NI TODOS NECIOS"

 


               Muchas gracias por tus palabras y el tiempo que me has dedicado y nos has dedicado con este comentario para poner luz. Gracias. Te respondo en una entrada porque no me cabe en el espacio de respuesta.

               He querido usar el término prepolítico en un sentido rigorosamente clásico y se ve que lo hice mal o de forma ambigua. Ignoro de dónde saqué este concepto que debí comprender mal. Creo que mi confusión arranca de una mala interpretación, creo, pero no puedo asegurarlo, de una lectura deficiente de La condición humana de Hannah Arendt, que hace muchísimos años que lo leí y quizá lo tenga confuso, o de ¿Qué es la política?, de esa misma autora, no lo sé. Me explico.

               La polis tiene un relato ético que le da unidad de criterios a todos los miembros que la componen -cada uno en la suya- saben perfectamente a qué atenerse (lo he trabajado recientemente en Tras la virtud y en Justicia y racionalidad de MacIntyre), etcétera. Entendía yo como pre-políticos los procesos, quehaceres, modos de obrar… que realiza la persona en su hogar, en el ámbito privado, antes de salir propiamente a la polis (pre-política), al espacio público. Sin lugar a dudas, como tú afirmas, el relato unitario de la polis alcanza a todo y a todos (también ciertamente a la familia, aunque se requiere matizarlo). Recordaba yo una expresión de Arendt, tomada a su vez de no recuerdo quién, que venía a decir que allí donde tú vayas, tú serás la polis, es decir, tú llevaras contigo los conceptos propios de tu polis.

               Es propio del hombre en cuanto tal su pluralidad, su diferencia, que hace, por su palabra y su acción, necesaria la política: la polis, el acuerdo sobre el que sustentarse para buscar el bien común, la vida buena para todos. Esa política propiamente se realiza fuera del hogar (que yo interpretaba como pre-político). Es propio de la familia que sus miembros se parezcan –se asemejen-, sean más parecidos que con los otros con quienes se ven ahí fuera, en el espacio público donde la palabra es requerida en la política para llegar a acuerdos con los otros en cuanto a la acción, a qué hacer, cómo, etc.

               Mi idea es que determinados mínimos de la educación, de la formación de la persona, deben ser dados en el hogar: son los padres quienes en el espacio privado forman a sus miembros para proceder y acceder al espacio propiamente político. La generación de virtudes, el ajuste de la estimativa adecuada que lleva a los valores genuinos –muchas veces por vía de ejemplo-, la corrección en la urbanidad, etc. las entendía, en ese sentido que vengo explicando, como prepolíticas y será después en el libre ejercicio de su acción, en la escuela, por ejemplo, donde el niño aprende, es adiestrado, pone en pie, desarrolla los buenos hábitos adquiridos y sus valores. Si todo queda para la escuela y los maestros, si los papás dimiten, si dejan a sus hijos al libre albur de la educación en el espacio social… ¡mal vamos!

               El violento, el generoso, el pusilánime, el leal, el sincero, el prudente… debe ser educado en el hogar: ese es el espacio propio donde se incoa su formación que no se termina nunca. Creo que el proceso de mejora de una persona es irrestricto, no termina nunca, insisto.

               En un segundo tema, creí que no se desprenderían nunca de mis palabras el que sea el Estado quien eduque a los hijos, como tantos y tantos defienden, confundiendo, entiendo también las obligaciones privadas y las públicas. Creo que siempre el Estado debe dejar la libre iniciativa de las personas y este, en cuanto suma de todos, ayudar a las personas con carácter subsidiario allí donde la iniciativa
particular-privada-individual-grupal no alcance; creo en su capacidad de arbitraje, etc. es decir: nada de lo que ocurre, por ejemplo, con la educación en España donde el Estado se arroga el derecho absoluto de educar a mis hijos, con mi dinero, en centros donde o no hay ideario o el ideario bien puede ser contrario a mis convicciones éticas, religiosas, políticas, etc.

               Conozco a muchos profesores, maestros, o como quieras llamarlos que no me gustaría que dieran clase a mis hijos bajo ningún concepto, pero si carezco de medios… tengo que ir al médico que se me impone, al colegio que se me impone…, ¡aunque la publicación de un solo periódico, impuesto, me parecería una actitud insostenible y dictatorial!

               Y no nos perdamos. La doña Encarna a quien le escribí pedía a la escuela que eduque, identifique, descubra, corrija, mejore, siga… al violento mientras sus papás, me pregunto, qué hacen. La escuela no tiene varita mágica: sus medios son limitados como ilimitadas son las obligaciones con que la carga la Sociedad.



               Otro saludo para ti.

3 comentarios:

  1. Gracias Antonio...

    Sí, vuelvo a insistir en que estoy de acuerdo contigo. Pero cuando se utilizan esos términos como prepolítico, o una educación mínima en la casa, se abre la caja de Pandora. Quiero decir, das la oportunidad al otro para debatir cuáles son los mínimos y cuál es ese espacio pre-político, vamos el debate sobre cuestiones tan evidentes... Tu mismo dices que un problema tenemos cuando hay que explicar lo evidente... pues, no demos oportunidad "mercadeando" sobre qué es lo que entendemos como prepolítico. Como todos sabemos, ni todos los padres son iguales, ni tampoco todos los maestros... ya el mero hecho de generalizar es una irresponsable vulgarización.

    Por cierto, en un correo te envío un trabajo sobre lo que expones de Arent... no es muy largo...

    Un abrazo.

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  2. Esto tampoco lo entiendo, Rafa: no me importa contrastar, debatir, llegar a acuerdos, exponer con claridad lo que se entiende por tal o cual... No quiero imponer. No me importa cambiar de opinión o postura si en la investigación el razonamiento del otro es más congruente, sólido, etc. En el contraste aprendo. Eso sí, siempre parto de la buena voluntad y la rectitud de intención de quienes debatimos. No pretendo tener razón. En este caso creo que se debe actuar más desde el ambito familiar -llámese pre-politico o no- y no esperarlo todo del milagro escolar y magistral.
    Por cierto, no me has dicho nada de la foto, tú...
    Un abrazo.

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  3. De la foto... anda que el susto que me llevé al verme... Este año se vuelve a hacer el 50 km... parece ser que, aunque estamos los mismos, ha habido una regeneración cuantitativa y cualitativa en la disciplina... en fin, menos mal que tiene uno buen humor...

    Un abrazo.

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