13 de noviembre de 2014

Carr, Nicholas, ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? SUPERFICIALES (y IV)





         El medio que usamos condiciona nuestros aprendizajes. La Red, su aparición y uso casi exclusivo para relacionarnos con los demás, adquirir conocimientos, etc. nos condiciona. Por medio de un estudio detallado de la historia de la lectura comprobamos que si antes, en los libros, leíamos linealmente, con profundidad, ahora lo hacemos a saltos: buscamos información con la vista, datos relevantes, avanzamos párrafos sin leer del todo, sin asimilar.
         El problema no está solo en esto, sino que ese modo de trabajar, de aprender que condiciona la conformación del cerebro y nuestros trabajos posteriores, nuestros intentos por aprender: la herramienta que usamos condiciona el qué y cómo aprendemos: “Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros”, afirma una profesora universitaria de Duke University. Usamos el ordenador, la tablet, el libro electrónico, la Red para aprender, para leer, pero ¿somos conscientes de que todo ello nos condiciona y cambia? Nunca me lo había planteado con la radicalidad con la que lo hace este autor. Me pregunto: si cuanto aquí se dice es cierto, insisto: me pregunto: ¿qué pruebas y argumentos tienen quienes están implantando estos medios, casi de forma exclusiva, para el aprendizaje de los alumnos? ¿Qué tipo de persona producirá este tipo de enseñanza-aprendizaje? Debo deducir, en principio que hará chicos que se tratan con los textos y la información de un modo inquieto, intermitente, ansiosos, sobreexcitados, pues está demostrado con estudios consistentes que si la lectura en un libro serena, el uso de la Red plagada de páginas atractivas con hipervínculos que de continuo nos guiñan, nos agitan, nos distraen, nos desconcentran, ¿qué no será con los alumnos? Sería penoso que nuestros jóvenes, nuestros alumnos, fueran “pasto de la irrelevancia”, como afirmaba Clifford Nass, catedrático de Stanford o como, de modo más sombrío aún, afirmaba Michael Merzenich: al ser lo ordinario que ante la pantalla se nos solicite, se nos ofrezca, se nos anime a… y al provocar la distracción de la que vengo hablando puede ocurrir, según este autor, que estemos entrenando “nuestros cerebros para que presten atención a tonterías”. De ser cierto todo esto las consecuencias serían tan irreversibles como funestas… Y los experimentos, niño…, ¡con gaseosa!, que dijo don Eugenio d’Ors.
         No deja de asombrarme que afirmaciones del saber popular, sentencias o ideas clásicas, que lo son por haber acertado en el hondón de la realidad humana, vienen ahora a ser corroboradas por sesudos y costosos estudios planeados por equipos de profesores desde prestigiosas universidades. ¡Ay que ver lo testaruda que es la realidad en mostrarse! Quien mucho abarca… Y de momento quien más aprieta abrumándonos, asfixiándonos con información es la Red que no deja de atraernos, solicitarnos, embelesarnos…, distraernos.
         Hasta aquí llego. Creo que el libro es muy interesante. Son muchos más las notas que tengo tomadas…, pero les invito a hacerse con el libro y leerlo… con atención.

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