18 de agosto de 2014

Guillén, Jorge, MIENTRAS EL AIRE ES NUESTRO. Altolaguirre, Manuel, POESÍAS COMPLETAS.


A Pedro Antonio Urbina, in memoriam.
                                                    
  Decirle al seguidor habitual de este blog que no soy frecuente lector de poesía no es descubrirle nada nuevo. Es cierto que he leído, creo, a todos los poetas que podríamos llamar clásicos españoles y muchos de los extranjeros. El número de libros de poesía y teatro en mi biblioteca es inferior, no sé en qué proporción, al de libros de novela o ensayo en general. He hecho, sin embargo, cientos de comentarios de una lista que sería larguísima de autores y sus poemas, y añado: tanto en un caso como en otro, tanto con la lectura como con el comentario, los he disfrutado mucho en general. Son innumerables las ideas, las imágenes, los versos que recuerdo, incalculables los aprendizajes que me han ayudado a crecer. Pocos son los poemas que sé de memoria: algunas estrofas, algunos pocos versos sueltos de aquí y de allá… Sé perfectamente por qué no recuerdo poemas, por qué no se me obligó a aprenderlos de memoria, pero no viene ahora al caso.
         Al comienzo del verano, le comenté a una amiga a la que el médico recetó reposo que igual le venía bien la lectura de dos poetas que siempre recuerdo juntos y amables. Por qué los recuerdo a la par es arcano que ignoro y amables, en sí y en general, sencillamente porque así los he percibido desde que los leí y comenté algunos de sus poemas. Son Jorge Guillén y Manuel Altolaguirre. Pensé que quizá también, en verano tan azacanado como el que tenía por delante, a mí me vendrían bien sus lecturas y con los libros de uno y otro llevo todo el mes de julio y lo que llevamos de agosto.
         La lectura de la poesía tiene un tempo distinto al de la novela, el ensayo o el teatro, opino. El poema requiere a veces de la relectura, de la parada y fonda en un verso en particular, en un poema en concreto. Recito a algunas personas que están a mi alrededor mientras leo a estos poetas alguno de sus poemas. La gente en general se queda suspensa. Esa experiencia la tengo por las aulas. Es rarísimo que algún alumno sea lector de poesía: este año solo tuve a una chica, lectora y escritora de poesía (esto es más normal: el lector del género también lo escribe, lo intenta). Quedan suspensas, afirmo, quienes oyen recitar un poema con la cadencia adecuada… Necesitan al menos un par de lecturas para caer en la cuenta y razón de lo recitado. En la primera lectura la norma es decir: “Es bonito” y de ahí no hay arranque en ninguna otra dirección. Algunos oyentes piden algún tipo de pista, de explicación… (y siempre me pregunto, ¿acaso escribieron Guillén y Altolaguirre, por ejemplo por ser de quienes hablo, sus poemas para “que los explicaran”, “para que fueran comentados”? Sinceramente creo que no…). “Es hermoso”, me dicen algunos al oír el poema… Insisto, la mayoría pide una segunda oportunidad…
         Casi dos meses llevo con las Poesías completas de Altolaguirre (edición de Cátedra) y con Mientras el aire es nuestro de Guillén (de la misma editorial)… y poco tengo que decir de ambos autores y de ambos libros. Como siempre, me llama la atención que se afirme que una poesía que, para algunos no dice nada, tenga tanto que decir. Lo inefable (y quizá tras estos renglones suba un comentario a unas letras recibidas de un amigo)… no se dice. Aún recuerdo un libro de Pedro Antonio Urbina… Filocalia o el amor a la belleza [permítame que haga aquí un parón: Pedro Antonio Urbina fue amigo mío y hoy, ahora mismo, acabo de descubrir, sin saber nada de él desde los años noventa, que falleció en Madrid el 31 de julio del 2008, bien que lo siento y estoy por afirmar que descansa en paz]… Decía Pedro Antonio al hilo de lo que vengo hablando sobre lo inefable que había que mirar… ante un cuadro, por ejemplo: “Mira”, sin más. Rafa Ballesteros, al hablarme de la música, me dice “Escucha. No hay nada que entender”. Ante la poesía…, en mi opinión, lee, relee, disfruta. Eso es justo lo que he hecho con las lecturas de estos dos poetas que tan gratos me resultan, me han resultado en estos días.

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