28 de noviembre de 2011

(Charlie-salida-24). El amor no es una emoción…


Patricia Churchland.
         Recién aterrizo de leer dos artículos. Dejo uno a medias para redactar esta entrada. Nada de lo humano me es ajeno, me digo. Imposible que todo lo humano quepa en mis capacidades: intelectuales, temporales, espaciales, me insisto. Leo sobre la neurofilosofía a raíz de una conferencia de Patria Churchland en Caixa-Forum (en carta que recibo hoy, los funcionarios de esa entidad me advierten que subirán los precios de las gestiones que hacen con mi escaso numerario, nada de lo humano puede sernos ajeno, insisto, mas primero filosofare y deinde vivere: lo tengo meridiano). Sigo… que de la neurofilosofía y sus presupuestos me embarco y termino de leer un artículo excelente de Juan Antonio Rivera en Revista de libros, ¿Es Internet tóxica? Se pregunta el catedrático de Filosofía… y comenta un libro apetecible de Nicholas Carr, Superficiales. ¿qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Y me pregunto, ¿de veras interesa qué sea el amor en esta trepidación de mundo?
         Cuando Francisco Ayala firmaba como sociólogo en el ABC  de Ansón, entonces, páginas completas, aquellas páginas de los sábados que acompañaban al cuadernillo Cultural, José Donoso, Julián Marías, Lázaro Carreter, Delibes, Rof Carballo, Vallejo-Nájera… recuerdo un artículo –lo tengo por ahí, recortado y seleccionado, pegado con otros cientos- que llevaba por título Prisa… Decía el granadino que era una de las características de la época que nos había tocado vivir, ¡cuánta razón…! Deprisa, deprisa… Insisto: ¿de veras interesa qué sea el amor en esta trepidación de mundo?
Francisco Ayala.
     Con sinceridad creo que sí. Posiblemente para la señora Churchland la psicología folk, o del sentido común, no sea de recibo. Servidor no gasta y, por tanto ni mete ni saca, pero sí le digo que como pariente y descendiente lejano de don Quijote y su escudero, servidor, sabe y constata que el sentido común del caballero Panza tiene muchos dedos de experiencia y esta no se deshilvana al paso… El sentido común, señora Churchland, me decía hace años a mis cortas luces, por ejemplo, que la palabra motivación era un cajón demasiado grande que había desplazado la cajita negra de la voluntad, y que nos estábamos equivocando: lamento tener razón; el sentido común me decía que la memoria estaba siendo arrinconada a favor de los haceres y hoy tenemos aulas llenas de seres ansiosos, manipuladores, nerviosos, inquietos, individuos incapaces de sentarse correctamente en una silla, atender una explicación, escuchar sin interrumpir…: y lamento tener razón. El sentido común, señora, me dice que el amor es un bien necesario, un bien imprescindible sin el que es imposible vivir incluso en este mundo de neurofilósofos, de Internet, de redes, de tóxicos y de prisas.
Nuestro pariente Sancho Panza.
         Afirmé que abordaría algo que se me antoja esencial para la brisa que corre del sur, cambiante en todas direcciones, con respecto al amor y que puede dar cumplida cuenta de una plaga que nos afecta. El amor no es una emoción, el amor no es un sentimiento…, pero para ello deberá esperar… Sí, esperar. Paciencia. A la siguiente entrada. Sirva la presente de aperitivo. Disfrute del camino y sus ofrecimientos. Y no olvide: Sancho Panza parece que pierde el burro, pero no es así, siempre cabalga.

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