17 de octubre de 2011

“Pero hablemos sobre escribir novelas”. Murakami 零.

    Tal es el enunciado que tras un blanco escribe Murakami al hilo de lo que va contando sobre lo que es correr para él en su libro De qué hablo cuando hablo de correr.
    El novelista, corredor maratoneta, japonés, escritor de éxito en oriente y ahora en occidente, Murakami, mi hombre hoy, es cierto que habla de correr, de por qué corre, se entrena, de lo que ello significa, etc. y de todo ello hablaré más adelante en otra entrada: sine de die de momento; mas hoy me centro en las páginas que dedica a cómo escribir novelas o qué condiciones se requieren para escribir novelas.
    El Murakami novelista afirma sin ambages que lo es, y lo es como lo es, porque es corredor, dice así:

En mi caso, la mayoría de lo que sé sobre la escritura lo he ido aprendiendo corriendo por la calle cada mañana. De un modo natural, físico y práctico. ¿En qué medida y hasta dónde debo forzarme? ¿Cuánto descanso está justificado y cuánto es excesivo? ¿Hasta dónde llega la adecuada coherencia y a partir de dónde empieza la mezquindad? ¿Cuánto debo fijarme en el paisaje exterior y cuánto concentrarme profundamente en mi interior? ¿Hasta qué punto debo creer firmemente en mi capacidad y hasta qué punto debo dudar de ella?

    Sin duda la relación íntima que existe entre correr y escribir se me antoja lejana y arcana; en mi casa dirían que es cosa de chinos… Por favor relea el texto citado arriba y compruebe lo que dice.
    Cierto que Delibes afirmaba ser un cazador que escribía para resaltar primero y principalmente su condición de cazador sobre la de escritor. Cierto también que quizá Descartes era quien afirmaba que para pensar necesitaba andar… más aseverar que todo lo aprendido sobre la escritura se lo cuajó corriendo… En fin, señor Murakami, cada uno, lo dicho: sayonara. ¿Se imaginan que las primeras horas diarias de un taller de escritura lo dedicaran a correr diez o veinte kilómetros diarios… como si estuvieran en la UOE?
    Si correr es momento de aprendizaje, de meritoriado, momento en el que el bisoño aprende…, para el autor japonés son tres las condiciones que se requieren para llegar a ser novelista, a saber:

                          1.    tener talento;
                          2.    tener capacidad de concentración;
                          3.    ser constante.

    Esto creo haberlo comentado ya: El primer chispazo de toda creación es mirado con impertinente curiosidad por quienes son incapaces de escribir una novela o un verso, de pintar un fresco, de diseñar un mueble… Todos miramos atentos para contemplar qué estado, qué fusión, qué mixtura da pie al acto creativo. Desde la antigüedad se ha estudiado al creador y a la obra, se ha mirado a uno y otra, su relación… ¿Cómo es posible que un sordo cree una sinfonía? ¿Cómo un hombre demente, desgraciado, infeliz… como Van Gogh es capaz de servirnos esa belleza inquietante, alumbrada, sorprendida? Se escarba en las vidas, en las psiques, en sus antepasados, en sus maestros, en el licor que consumían… De momento, por hoy, me voy a correr. Seguimos.

1 comentario:

  1. Curioso. Corro tres veces en semana, muy temprano, muy, muy temprano y reconozco que las mejores ideas del día sobrevienen ahí. Por eso llevo con frecuencia una grabadora y antes un lápiz en el calcetín con un folio medio doblado, medio mojado...
    Esas ideas unos días se desarrollan y otras quedan almacenadas en una carpeta de cartón azul.
    ¿Talento? Bueno, no sé. Que la inspiración y el talento te pille trabajando diría -creo- Picasso.
    Constancia. Sí, doy fe.
    Concentración, también. A mí que me pongan un cronómetro y verás cómo me concentro.
    Esperamos siguientes entradas sobre el tema, jeje.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar