11 de septiembre de 2011

Nuria Amat, “Escribir y callar”.

    A dormir y a callar, me decía mi madre cuando era niño. O era a Callar y dormir. Debía de ser esto último. Es más lógico.
    Escribir y callar es un libro de ensayo compuesto por un prólogo y dos largos ensayos, Entre guerras: Escribir en tiempos confusos y el que da título a la obra.
Nuria Amat
 
    La recomendación de este libro me llegó por medio de un pariente de mi librera por vía de filiación. Blumm. Invito a sus comentarios de este libro, pues superan con mucho a estas pobres letras mías (http://lamaniadeleer.wordpress.com/2011/04/12/nuria-amat-de-escribir-y-callar/; http://lamaniadeleer.wordpress.com/2011/04/20/16-razones-por-las-que-hay-que-leer-escribir-y-callar-de-amat/).
    Le deleitan a la autora las palabras y se recrea en la fiesta de la oración y el párrafo. Los recorta. Los templa y equilibra según los casos. Más trunca que expande. Gusta del adjetivo que sorprende al sustantivo nuevo y agazapado.
    Es un libro para lectores y un libro para escritores, para personas que gustan de la Literatura –debo escribirla con mayúscula, pues de tal se trata, de Literatura mayúscula- y de escribir, también para quienes gustan de la escritura en algún grado, pero se sienten llamados por ecos de palabras ya dichas y escritas que reclaman ser renovadas por más y más personas que las aman… El escritor ama las palabras. Son muchos los escritores que afirmaban amar las palabras, su música interna, su esencia, sus enlaces rumorosos entre la esencia de la realidad y esas letras que le dan significado, textura…
    Miro las notas que tomé entre cascotes de un derribo, en medio de una revolución de ladrillos, tubos y yesos estridentes. Miro mis notas. Perdón por las reticencias tan de mi gusto.
    Abro el libro junto a ellas. Me baila la escritura de Nuria Amat, me gusta la cadencia de su prosa bien elegida. “Es verdadera la literatura que esconde debajo de su caparazón un cementerio de poemas”, sí, cierto, como hermoso, lo es, ¿pero y qué será la Literatura? Difícil llegar a ella con estas coordenadas.
    Le leo a ella que habla de la alta literatura… Lo leo en otro autor en una revista, en un artículo Dios sabe dónde… ¿Alta literatura? ¿Qué le diría el profesor al alumno que escribiera alta literatura, lenguaje alto…? Existe la alta sociedad, la música culta, el lenguaje vulgar… Amat defiende a una inmensa minoría. Indiscutible por opinable. Una elite selecta gusta de un arte que huye de la masa…
    Amat se equivoca, con perdón: Amat opina e ignora que al principio siempre fue el Verbo, que no el silencio.
    Quimérico compartir con ella su concepto de la felicidad: “Porque la felicidad es inculta y es política, y se dedica a aplaudir a los escritores coleccionistas de palabras, filósofos de pacotilla, novelistas de un telediario. La felicidad es grosera porque invita al éxito desesperado. Un éxito tan banal como un reloj condenado a repetir solamente los segundos. […] La felicidad es opaca al pensamiento. Rechaza el mundo subjetivo. […] Coloca una venda al dolor […] Y lo más grave: defiende su guerra personal contra el bien del otro. No repara en el otro. Lo aniquila”. (p. 70). Es difícil discutir con un autor, normalmente ausente. El escritor, el loco, el distinto, el platónico, el alma tocada de los dioses… El escritor maldito (60): otro largo y deleitoso debate.
    [Hallo notas del libro, me encuentro otras  para el albañil: “El rodapié del pasillo está mal”. Para el eléctrico: “Ya está la roza de la habitación de invitados”…].
    No, doña Nuria: no “Debemos ser felices porque lo manda el sistema”, (p.72). La felicidad no es un derecho, sino un deber, no es un regalo, un don, sino una conquista. También, creo, se equivocó la paloma…
    Notable su voluntad de estilo y de buril que delinea. Busca la autora un lenguaje que genere imágenes. Frases breves. Cortantes. “Para escribir hay que tejer secretos con las palabras. Recomponerlas. Musicarlas. La lengua es para el escritor el libro de su vida.” (p.80). “El escritor que no tiene el propósito de inventar un lenguaje propio en su escritura no es escritor. Es hablador. Oidor. Lector. Otra cosa.” (p. 80). Para poder hablar o decir algo con sentido tuve que aprendes antes a matar el pensamiento. Adormecer la lengua. Soltar las palabras sin pensarlas. (p. 83). Mi nueva amiga hablaba poniendo colores a las palabras, (p. 85). Mi lengua de escritora. Postiza. Rara. Apartada. Mestiza. Impura. Abandonada, (p. 86).
    Gracias por su libro. 
                                Uff… Pido la paz y cedo la palabra.

2 comentarios:

  1. Extraordinaria reseña, Antonio José, fantástico diálogo con la autora, es seguro que merece la pena ese libro, con las calas tan bopnitas que le has hecho entre los cascotes y todo, también tu blog, único.
    saludos blogueros

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  2. Hola!
    Vengo a través de tu mail y me he quedado sorprendida con ese diálogo con la autora de un libro que,al parecer te ha llenado mucho,lo cual no es de extrañar leyendo lo que leo.
    He de reconocer humildemente,que no he leido nada de Nuria Amat,pero que no me ha albergado la duda,pensando que es una asignatura pendiente a aprobar por mí.
    Un beso.

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