19 de abril de 2011

Religión, champán y sexo.

   
   Empujó la primavera y la creímos. Era sincera. Los equivocados fuimos nosotros. La creímos reinstalada, segura: un año más. Salíamos de un invierno demasiado húmedo de nuevo: mucha lluvia, demasiada lluvia. No sólo se equivocó la paloma. Los frutales de las riberas de los ríos ya tienen sus frutos incipientes. Aún quedan almendros en flor en los altos más tardíos. El invierno insaciable aún demanda su presencia más allá de un espacio temporal que no es suyo. Hoy volvemos a tener al sur un día de temperatura amable, de sol benévolo.
    Ayer estuve unas horas con Bernardo Munuera. Replanteamos cómo llegar con los libros a más personas. Dedicamos ratos. ¿Qué te mueve? ¿Qué me mueve? Creo que en el fondo tenemos una ilusión inmensa por servir, por hacer más amable el mundo, por tener más días verdaderamente humanos que no soportables. Soportar envilece. Quien soporta se cansa, se hastía… “El dinero no nos mueve”. Escribir no me da para almorzar una vez al año, ¡apenas nos da para merendar una tarde si nos estiramos un poco hacia las tostadas!
    Las entradas del blog debieran ser más breves. La prisa no invita a leer textos largos. Mejor algo ligero, espumoso, gaseoso. Me acuerdo -me resulta inevitable- la conversación entre don Latino y Rubén en Luces de Bohemia: ligereza, champán, París, bohemia, juventud... ¡toda una vida por delante! Si las entradas más breves, los títulos más sugerentes. Todo cuanto se relacione, aun de forma vaguísima y equívoca, con el sexo y la religión es lugar tentador, tema atractivo a la vista.
    Se nos ocurre que para llegar a más personas podemos vender los libros desde este blog. Bien. Si así logramos que más personas pasen un ratico agradable leyendo, sea. Tengo unos libros por editar. Presto los originales a personas diversas de mi entorno y me dicen que les resultan gratos, que les parecen buenos. Bien, les parecen bien. Antes de que mueran en las colas de las editoriales, antes de que sigan sepultados en los intríngulis de mis ordenadores, prefiero que vean la luz chismosa de Internet y desde aquí darles la vida que merecen y cumplan el servicio para el que fueron concebidos.
    Dudo si regar o no. Mañana, me dicen, quizá llueva. Sí, dudo… cómo titular esta entrada, ligera como una pompa de champán. Ha empezado a llover.

2 comentarios:

  1. Agradecerte la mención, charlie.
    Cuando meneas un almendro con almendras -importante que tenga almendras-, ¡caen!
    ¡Venga!

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  2. Había hecho un comentario. Se me fue el wifi y no sé si te llegó. Si es repetido, bórralo, éste.
    Decía algo así como que regar, lo único que hay que regar para que los libros busquen la luz como las florecillas de tu patio es twitter, tu blog y tu correo con palabras hacia tus lectores.
    Regar twitter, regar tu blog y tus correos con tus palabras.
    Y decía algo más de esquejes. Que en la próxima visita te robo un par de esquejes de plantas con flor. Tu patio, uno de ellos, es muy similar al mío en cuanto a luz y pisos por encima. Tiene que crecer en el mío. Eso sí, tendría que ver la orientación...
    Un abrazo.

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