10 de marzo de 2011

La vida es sueño, pero no una película.


     Me duele la boca de repetir que todo texto para ser comprendido necesita de un contexto. Muchos actos comunicativos pueden ser comprendidos fuera de su contexto, pero no todos. Esto, por evidente, no necesita demostración ni citas de autoridad, que las hay y muchas.
    Con permiso de Sergio M. me meteré en su jardín. El cine no me es extraño, pero me sé más limitado, si cabe, en este arte.
    Veo una extraña película: Destino oculto. Escribo extraña porque me cuelo en el cine con la hora pegada a los talones. No he leído crítica alguna de la peli y sólo he visto a Matt Damon corriendo con una chica. Me hago un prejuicio: “Bourne sigue vivo”. Había visto, si no recuerdo mal, las tres películas en las que este actor hace de agente desprogramado, o como se llame, de una agencia para matar de la administración norteamericana. Me siento con la idea de ver algo parecido y divertido, sin complicaciones… Me equivoco. Ignoraba quién era el director, el guionista, la trama… ¡Me equivoqué, sin más!
    Permítanme que les cuente algo del argumento de la película. La vida de Damon, un joven congresista, se ve truncada porque casualmente se encuentra con una chica que es bailarina. Flechazo súbito. El congresista es apresado por unos individuos que parecen controlar su vida y la de todos los hombres. Le explican que la bailarina no le conviene porque está destinado a otros menesteres. Además, si persevera en su enamoramiento también dañará el futuro artístico de la chica. Conscientes ambos de esta realidad renuncian, por amor, a sus futuros de éxito. Superan varias pruebas que les ponen los individuos oscuros y el destino cambia: ahora juega a su favor. Colorín sí hubo, mas no perdices. ¡Todos felices!
    Ignoro si acierta o no el director, el guionista, los actores… Me quedo prendido en el contenido…
    Segismundo, el personaje de La vida es sueño, está preso en una torre. Su padre, el rey Basilio, lo ha confinado en ella porque los astros afirman que será un gobernante violento. Su padre duda si será así o no. Lo libera, prueba… etcétera. La historia es conocida. ¿La vida del hombre está escrita, está predestinado o es libre? Schopenhauer aprendió español para poder leer la obra de nuestro Calderón. Para el filósofo alemán existe una voluntad más allá de la nuestra por la que el hombre se mueve como un muñeco de guiñol; una voluntad superior lo conduce. Parece libre, pero el destino está en las estrellas.
    En la película los hombres oscuros de los sombreritos me recordaron a los hombres grises que se comían el tiempo, o algo así, en Momo, sólo que esta vez estos hombres de aspecto anticuado y movimientos un tanto mecánicos ¡son ángeles! Lo cierto es que mucho queda en el aire: parecen ángeles, se puede pensar que son tales. El Director, como llaman al Gran Jefe, puede ser varón o hembra, se dice, pero se le puede reconocer como Dios, Alá, el Ser, Yahveh… Todo esto queda confuso en la película, mal resuelto… Al guionista, o a quien sea, el azar se le escurre entre las conversaciones de los personajes, otro tanto sucede con el libre albedrío… Las sombras no se iluminan. La película deja asentado que el hombre está predestinado, los ángeles con sombrero se encargan de que se cumpla lo dispuesto por el Director y los seres humanos tienen un pequeño margen, parece, para hacer su voluntad. ¿Está el hombre predestinado o llamado y, por tanto, tiene una vocación sobrenatural, exógena, dada, impuesta que debe descubrir? ¿Elige o es elegido y conducido?
    Video meliora proboque deteriora sequor, escribe Ovidio y repite San Pablo. Veo lo mejor y lo apruebo, mas sigo lo peor. Matt Damon se niega a seguir su proyecto impuesto por el Director. Es por ello perseguido por los ángeles. Él ama a la bailarina. Ambos deciden, parece, y esto es capital, POR AMOR, jugarse el futuro… Deus caritas est, escribe San Juan. Si Dios es Amor, lo que da es amor y espera sólo ser amado… ¡Ah, el Director, por amor cambia el proyecto previsto para ellos! El congresista y la bailarina pueden abandonar la torre de Segismundo, el Director que todo lo manda, que es Amor, ha cambiado el signo de las estrellas. El proyecto, si no recuerdo mal, se reconduce, queda en blanco… y por aquí desembocamos en San Agustín y su ama y haz lo que quieras, pero esa es otra película también larga y compleja.   

9 comentarios:

  1. Creo que LA LIBERTAD es la máxima manisfestación de AMOR que Dios nos ha dado, y es tan grande que ni Él mismo nos la puede quitar, eso es lo que yo entiendo por libre albedrio; el destino y todo lo demas son las consecuencias del uso de esta libertad, tanto de la nuestra como la de los demás.
    No se si andaré muy equivocada.

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  2. Es de las mejores críticas que he leído y además nihil novum sub sole. Yo como el gitano , palmitas y Camarón...

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  3. Tucho, en el blog de estás content@, hay una entrada muy interesante sobre autor real y autor implícito, en lo que imagino te mueves como pez en el agua. Gracias por la anónima, que ha sido trincada por ti. Hablan también de seis paseos por la narrativa de Umberto Eco...ya me dirás, no entendía todo pero me parece interesante, muy interesante.

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  4. Desde hace tiempo pienso que en una película ve más el que más ha visto en la vida. Visto, leído, vivido, pensado, etc. El espectador que va al cine con su mochila de conocimiento siempre saca provecho y sabiduría de cualquier cosa, aunque esperase ver otra.
    Si alguien ve hombres grises a mi alrededor, por favor, que me los aparte, que me siguen chupando el tiempo, y también ya la vida.

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  5. Querido compadre, el sabio siempre ve más. Los clásicos, Sócrates, Doroteo de Gaza… tienen su concepción del sabio. Uno de mi calle decía que sabio es quien tiene un mapa de su ignorancia, que no está mal. “¿Sabio para qué?”, me pregunto. Quien es feliz es sabio…
    Los hombres grises nacen, viven, se reproducen… en la mezquindad de las personas pusilánimes, en su cicatería. Quien concede su tiempo, quien lo regala a sus cuatro hijos, a su mujer, a sus amigos, a sus alumnos… es magnánimo, pero es pobre. Ser pobre no es malo, pero tiene un número infinito de limitaciones, la principal, carecer de tiempo.

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  6. Excelente glosa y paralelismo de peli y de libro. Acuérdate, Antonio, de el show de Truman donde el agonista se rebela contra el designio del Director que le ha fabricado una vida perfecta, ante la que él se rebela clamando por su derecho a la infelicidad, como aquel personaje de Unamuno contra el mismo Unamuno que conoces de sobra. Un abrazo bloguero

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  7. José Antonio, gracias por la confianza con que me tratas y por tus notas acertadas siempre. Sí, recuerdo haber visto esa película, “El show de Truman”. El pasado, en mi memoria, no obstante se puebla de libros que no de películas. Es así. “Gorrión solitario en el tejado” de Pedro Antonio Urbina, “1984” de Orwell, “Un mundo feliz” de Huxley… se me ocurren. Libertad, predestinación, responsabilidad… temas mayores de la existencia cotidiana.

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  8. Pueden ustedes escribir sin citar??
    El cine no vale para nada, dijo una vez Kafka. Donde lo lei?

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  9. Estimado Anónimo: Citar en mi caso es un acto de cortesía para los dueños de ideas, cuando los conozco. Al ser personas de vidas conocidas o reconocidas tienen una autoridad de las que carecemos muchos: “Dice papá que vayas”, me conminaba mi hermana, y no era lo mismo, en absoluto, que “Digo que vayas”: espero que lo entienda. Lo de “papá” tenía su peso. Por último la cita me confirma que estoy en la senda de una cultura en la que me sé inserto: carezco del instinto que me ayude, me formo, leo, conozco… Me extraño ante la cultura japonesa, porque no es la mía; admiro su civismo, pero me reconozco en la cultura judeo cristiana, grecolatina, europea, española, andaluza… Lamento no poderle ayudar en su cita del cine y de Kafka, nunca le leía nada al checo sobre ese arte. Lo siento. Lea, no obstante, con un lápiz y papel, tome nota: a mí me fue bien.

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