24 de enero de 2011

Oye, Desóxido, se me ocurre a mí… ¿Tú qué opinas?

Biblioteca del Trinity College. Dublín.
    El otro día, mi primo Desóxido, se cuajó en una página de su blog un fervorín en torno a la proporcionalidad entre el espacio habitable de un piso y el número de libros que caben en el mismo en calidad de biblioteca privada. Aquí puede leerlo, que merece la pena: Mi hija no llora cuando expurga libros.
    Transmutados él y su primorosa hija en cura y barbero del XXI, decidieron eliminar libros. Sobraban unos seiscientos, por lo que comentaba. El camino que éstos tomarían no era otro que el de la biblioteca pública: bien hecho. Nada de lumbres…, que se orina uno por la noche, decían en mi infancia: quien juega con fuego, se orina en la cama…
    Hace unos años, solían hacer una de esas preguntas interesantísimas (?) en la que se venía a decir al entrevistado: ¿Qué libro se llevaría usted a una isla? Ni la pregunta ni la respuesta tienen por dónde cogerse: Depende de la isla, depende de quienes estemos en la isla, depende de tantas realidades que hasta es posible que no me llevara ninguno. Lo cierto es que todo el mundo respondía y decía un título de alguna obra, en muchos casos, me temo, obras que nunca leyeron, pero ya existía ese quedar bien ante el qué dirán, que ahora se llama lo políticamente correcto: la Biblia, El Quijote y alguna otra generalidad. Perdonen mi falta de memoria, pero sólo este rastro queda de aquello en mi memoria. Hoy, con un e-reader o un e-book –que de los dos modos me dicen que los llaman a este lado del charco- se pueden llevar en la dichosa tableta, según, no sé cuántos miles de libros… Es decir. El problema de espacio en el piso se resuelve teniendo el aparatito.
    Cuando empezaron los ordenadores, me asomaba a ellos con un escepticismo y una repugnancia que delataban mi ignorancia supina y mi nulidad como profeta. Han pasado los años y aparqué mi pluma con tinta verde… y me pasé con armas y bagaje al ordenador (rara vez escribo a mano y cada vez mi caligrafía es peor: ¿para qué me pegaría tanto don Pelillo si luego los gruesos y los finos de la caligrafía inglesa los hace la máquina sin necesidad del palillero y la pluma de pico de pato? ¡Pues no repetí planillas ni nada!).
    Olvidé el número de libros que tenía Juan Ramón Jiménez en su casa de Moguer… la visité allá por el 83 o por ahí; estaba fresco su centenario. Eran unos miles. Luis María Anson decía tener unos 20.000… ¡que me parece una cantidad inabarcable!...
    Es decir: ¿y si nos dejamos de gastar papel y tinta y nos pasamos a las tabletas, que es lo que vaticina mi amigo Juan Carlos Carrillo, sin dudarlo?
    Sinceramente a mí no me gustaría deshacerme de mis libros: unos dos mil; pero no me importaría, si pudiera hallar cualquier libro en papel y en formato e-book, pasarme desde hoy al e-reader… Y si no al tiempo. En la red hay opiniones para todos los gustos, de todos los colores… Pasen y lean…

3 comentarios:

  1. Jajaja, qué bueno.
    No se los llevó la Biblioteca Pública sino un librería de viejo, la de Rafael Monge en la calle paralela a San Clemente, por arriba. Mimo. Librería Mimo.
    Lo malo del ereader son las editoriales de España. Que son tan remilgadas y miedosas que no sacan a la par que sí lo hacen en papel, el susodicho ebook. Sólo lo están haciendo las editoriales de texto.
    En fin, yo esperaré otro año para hacerme con el iPad que por lo visto es el mejor lector del mundo. Eso sí, desconecta el wifi cuando leas porque sino...

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  2. Por cierto aquí hablan, en inglés, del dilema.
    http://anatomiteca.com/2011/01/books-vs-ebooks/

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  3. Si alguna vez ir a la biblioteca o a una librería se convierte en lo mismo que ir a un cajero automático o a una gasolinera autoservicio y no precisa más acción que cargar o descargar con un dispositivo electrónico (o como diablos se llame) y leer en una pantallita digital del tamaño de un espejito de bolsillo, para entonces espero haber muerto, eso antes que sumarme a semejante herejía.
    Mientras tanto no ejerzo más función digital con respecto a los libros que la de seguir chupándome el índice cada vez que la hoja se empeña en ponerse perra.

    Ahora que opine desóxido.

    Saludos.

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