16 de febrero de 2025

531-Martí García, Miguel Ángel, LA INTIMIDAD

  


Conocí al autor hace muchas décadas. Entonces no había escrito este libro ni ningún otro que yo supiera. Daba clase de Filosofía en un instituto de Córdoba. Persona amable y educada. Buen conversador. Culto y sosegado: sin aspavientos. Guardo excelente recuerdo de él y algunas anécdotas que nos contamos entonces sobre el oficio y la vida. Le guardo aprecio.

Cuando supe de este libro lo compré de inmediato. Se repitió lo que ya he escrito por aquí alguna vez. Era mi intención leerlo pronto y sin embargo han pasado décadas hasta que le ha llegado el momento: esto pasa invariablemente con los conocidos o amigos que escriben. Ciertos ejemplos que el autor pone en esta obra se quedaron ya fuera de juego. No aparecen los móviles y sus secuelas: ¿cómo imaginarnos hoy el mundo sin un móvil en una mano? No hay ordenadores… ¡por Dios! En fin…

El libro, al margen de estas minucias que apunto, da en la diana de la mejor antropología y de ella parte para escribir sobre la intimidad y todas la realidades que la rodean y afectan. Escribe Miguel Ángel pequeños artículos sueltos que se van engarzando y relacionando más o menos próximos, pero siempre próximos con el título que lleva el libro: la intimidad.

Esta realidad anda moribunda, cuando el pudor y la modestia se las llevó la trampa, cuando la arrogancia y la espontaneidad grosera tomaron la plaza púbica por doquier. Vulgaridad, ordinariez prostibularia… Da igual. Miguel Ángel desde un conocimiento profundo, meditado, experimentado en él y en otros, desde el sentido común escribe un libro que invita a meditar sobre esas realidades inherentes al ser humano de los que no puede deshacerse y que, si cualquiera rasca un poquito en su mundo interior, si aparta la superficialidad y la chabacanería, hallará esos resto de sí propio que lo conducen a un mundo interior insobornable.

Me resulta curioso, y con esto acabo, las imágenes, tan románticas, traídas de la naturaleza de las que se vale el autor para apoyar sus afirmaciones y sus explicaciones.

Gracias por este regalo que acojo con retraso, pero con sumo agrado.

28 de enero de 2025

 Ratzinger, Joseph, EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA, UNA INTRODUCCIÓN


Hace muchos años leí con mucho afán la obra Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Solo recuerdo el libro y nada absolutamente de su contenido salvo mi sorpresa que, por lo visto, no me llevó a aprender nada de nada. Lo siento.

Tampoco recuerdo ahora de dónde saqué la idea de leer esta obra de Ratzinger que leo y casi medito. El asombro, ahora, me lleva a releer, meditar y darme cuenta que ni aprendí nada en aquel entonces y poco sé ahora. Dios se me antoja tras la obra del Papa teólogo como una realidad personal, paterna, pero a quien no conozco apenas, a quien he tratado mucho, pero no me he enterado de que Él es una otredad tan ajena a mí que, por mucho que me acerque a su persona en el Hijo, es más una intuición lo que de Él tengo que un conocimiento. Sé de él por analogía. Comprendo quizá por primera vez de forma fehaciente y casi palpable qué sea la humildad: la distancia entre Dios mismo y el hombre. Por primera vez, tras leer este libro he comprendido, creo, qué sea el “temor a Dios”: es cercanía a una realidad, insisto, personal pero tan cercanamente distinta a mí que se me caen los tres palos y medio que tenía puestos en el tenderete de mi vida interior. Busco y no hallo caballo: no, no me ha caído de ningún caballo, pero tengo esa sensación. Tengo la seguridad de mirar un Mediterráneo que creía conocer, donde disfruté, me enfadé, traté…, he vivido, pero que ahora miro desde una perspectiva absolutamente nueva para mí.

Supongo que todas las almas, como toda persona, necesita… como toda persona en sus distintas edades de unos alimentos también distintos dependiendo también del momento, necesita un tratamiento distinto, un trabajo diferente. No conviene que el bebé ingiera manzanilla de Sanlúcar y langostinos de su costa… Buenos son, pero inadecuados. Las almas, una a una, las personas, una a una, todas somos diferentes y requieren y requerimos un troquelado y un tratamiento distinto según las edades. Tampoco el jamón de pata negra, que tan bien me sienta, es adecuado para el bebé. Da igual, no me molesto en mirarlo, creo que fue Chesterton quien dijo que Dios solo sabe contar hasta uno y ahora, también, esto lo comprendo mejor. Usted y yo somos distintos. No descubro otro mediterráneo: miro el mismo mar desde otra perspectiva. Usted y yo lo tenemos delante y lo vemos de distinto modo. Es lo que hay.



Ignoro si su realidad espiritual, sí, la de usted, lector, tomará una dimensión distinta tras hacerse con el libro de Ratzinger y leerlo y meditarlo ¡o no!, pero le digo el efecto causado en mí este libro cargado de sabiduría y de detalles que alguna vez sospeché y otros nunca hubiera imaginado que existían, para mí y para la comunidad de creyentes que es la Iglesia en la que creo. Afirma el autor “en este sentido, la formación litúrgica actual de los sacerdotes y de los laicos tiene un déficit que causa tristeza. Queda mucho por hacer”.

De momento me dispongo a releer el libro e intento reparar mis deficiencias.

AVISO

 


23 de diciembre de 2024

En contestación a doña Rosa Montero: por echar el rato...

 


Presentación del Segundo Observatorio de la Sostenibilidad de la Cultura Escrita

 

Carta a un lector pirata

 

Me dirijo a ti, sí, justamente a ti, no mires para otro lado. A ti que te apropias ilícitamente de contenidos digitales con pleno conocimiento de lo que haces, pero que te las apañas para no sentir ni un remusguillo de culpa en tu conciencia de chicle masticado. Lo digo por lo elástica y viscosa. ¡Pero si hasta te sientes orgulloso y utilizas excusas justicieras! Como, por ejemplo, que los contenidos originales son muy caros. ¡Pero pirata de dios, que ahí están las bibliotecas, sin ir más lejos!

Por no hablar de que la piratería se da más en los sectores económicamente fuertes y de que todos pagan sin rechistar millonadas por sus smartphones o se dejan el sueldo día tras día en un montón [de] birras.

Hay más argumentos grandilocuentes: que la piratería democratiza la cultura escrita, que es legítimo acceder a todo lo que esté en internet, que lo digital tiene menos valor porque no es un objeto físico, o incluso que beneficia al autor porque promociona su obra.

Cómo me conmueve, apreciado pirata, que te preocupe tanto la democratización de la cultura. Lástima que, con tu comportamiento, estés empobreciendo el tejido cultural y dificultando que los creadores de contenidos puedan dedicarse a eso, a crear contenidos.

Te informo de que la mayoría de los autores viven una vida bastante precaria. Sí, ya sé que ves a unos pocos en televisión y todo te parece lujo y frenesí, pero muchos, en realidad muchísimos, dependen de unos ingresos discontinuos, tardíos y mezquinos que los obliga a vivir en constante zozobra.

Y no es cierto que promociones su obra al piratearlo; como mucho, si es que eso sucede, que lo dudo, haces que su nombre se conozca algo más. Pero de esa fama de hojalata no se come. Al descargar sus contenidos le estás privando de su salario. Impides que pueda vivir de su trabajo, así que terminará teniendo que dedicarse a otra cosa.

Vaya, como dices que se puede acceder a todo lo que está en internet y que lo digital no tiene valor porque no es físico, se me ocurre que una manera de arreglar este embrollo es haciendo que los creadores de contenidos puedan jaquear tus cuentas de banco, cobrar cada mes el sueldo que tu empresa te envía digitalmente. ¿Qué eso es un robo? Pues lo que tú haces es lo mismo.

Ahora que lo pienso, tal vez el problema sea semántico. Tal vez lo que pasa es que tendríamos que dejar de llamarte pirata, que es una palabra cargada de romanticismo, aventura, épica juvenil, rebeldía y jarana, y deberíamos empezar a llamarte lo que de verdad eres: un ladrón, un estafador y un abusón. Hasta nunca, tramposo.

Rosa Montero Madrid, 8 de octubre de 2024




 

* * *

Señora Montero:

Muchas gracias por escribir esta carta en defensa, principalmente, de quienes como usted alcanzan el extremo logro de vivir de lo que escriben.

Le hago algunos comentarios un poco al socaire de su y de sus afirmaciones. Lo hago como usted, y como las cartas son, es decir, sin orden ni concierto.

A esto que usted escribe mi madre lo llamaba “predicar en el desierto” o lo comparaba con “lavarle la cara a un burro”: que para nada sirve... Otro refrán afirma que “quien lava al lechón pierde el tiempo y el jabón”: esta carta suya por no servir no sirve ni para ser usada en el baño, dicho con delicadeza, porque no está en papel.

Vamos ver: El escritor, para que el lector de estos renglones lo sepa, usted de sobra lo conoce, cobra, cuando cobra, en el mejor de los casos, si es que cobra o si es que vende, un 10% del PVP (he llegado a firmar contratos con un beneficio de CERO PESETAS, se vendieran los ejemplares que se vendieran).

Si usted hace cuenta de lo que pueda vender Fulano de Copas, a quien usted ve en la tele, oye en la radio, en los programas del llamado PRIME TIME que son, pongamos, unos 200.000 ejemplares a 22 € el volumen, arroja la bonita cantidad de 440.000 € que dan para casoplón y barco, pues quien vende de ese título 200.000 ejemplares, del siguiente vende otros tantos y eso, así visto, cunde para echarse además unas risas en tal o cual programa donde lo llevan para entrevistarlo y hablar de su libro, que es a lo van: a hacer y generar caja. El premio Planeta, que se paga a millón de euros el éxito: primero, no se le da a alguien que escriba muy bien, que se cubra de gloria con su novela, etc., ¡no! ¿Usted daría un millón de euros a uno que pasaba por allí? Obviamente no. Un premio, para una editorial, es una inversión. Se lo doy a alguien que sale a diario en la tele y que todo el mundo conoce, que tiene capacidad de “convocatoria”, que tiene “tirón”… Por ejemplo, el de este año 24, “por poner un poner”. Sea buena o buenísima la novela, o no (servidor no gasta Planetas).

El pirata que hace una o dos copias de un libro, quien se lo baja de la red… por supuesto que no tiene sensación de robar nada, doña Rosa, pues es una realidad no tangible, como usted dice, un librito entre tantos miles… poco ha de notarlo el autor que es a quien usted defiende. Añado: si alguien se descarga un libro mío de la red no me afecta en absoluto (hubo años en que se me pagaron 12 euros por todos los libros vendidos). Cierto que quienes se bajan libros pertenecen a “los sectores económicamente fuertes”, pero no dañan, insisto, a los escritores que no comen ni viven de eso, sino a quienes se compran grandes casas, hacen viajes excelentes en aviones, etc. Doña Rosa, usted no se refiere ni a mí ni a mis libros, sino a los autores y libros de postín… a quienes sí se les hace mella, pero no daño, con el robo, porque de tal se trata: ¡de un ro-bo! (hay quienes creen que por engañar al seguro o al fisco no son ladrones, pero también pueden creer que no existe Nueva York porque no lo vieron nunca…, ¡pero existe!).

Tiene usted, señora Montero, razón al ponerse brava y llamar ladrón, estafador y abusón al pirata, ciertamente profesión romántica donde las haya. No se ha de olvidar que un grano no hace granero y que el robo de un libro, si no hace primavera, como una golondrina, sí que ese libro y otro y otro… terminan por convertirse en un robo descomunal. Piense el lector en el robo de programas informáticos, ¡que valen tan caros!, y que además se roban a corporaciones sin rostro y con nombres estelares donde se hablan de miles de millones… Cero remordimientos.

En realidad todos sus razonamientos, ya le dije arriba con el burro y el lechón, son fortalezas de arena de playa que se ventilan dos olas en tres lametones.

Concluyo y me despido. Si alguien tiene la tentación de hacerse con un libro mío, de robarlo, ¡que no se moleste! Si no puede pagarlo y quiere leerlo, yo se lo dedico, se lo envío y se lo regalo… y nos ahorramos problemas.

Muchas gracias a doña Rosa y a CEDRO y a usted, lector, tan atento de este blog, “casa del lector”, que tan baratico nos sale…

 


11 de diciembre de 2024

AL HILO DE: Un artículo de Julián Marías, PREVISIÓN

 

                                                                                                            A Paco Latorre

Publicado por ABC el 17 de diciembre de 1995, este artículo a muchos es posible que les coja a trasmano por la lejanía temática o temporal, pero algunos ya estábamos criados y sabíamos de qué iba el compás de la política española y, además, hoy nos parece, que es tanto como decir, que me parece a mí relevante aquello de lo que entonces quería prevenir don Julián a los españoles.

En aquel momento declinaba el largo gobierno de la izquierda en España que empezara en 1982, con la victoria electoral por mayoría absoluta de un PSOE liderado por Felipe González. Uso en esta entrada los términos “izquierda” y “derecha” que, si confusos y vaciados de contenido, sirven para entendernos. Empezaba entonces, en aquel 82, lo que muchos llamaban una pasada de España por la izquierda política, sociológica…, recuerdo en este sentido algún artículo de Jaime Campmany. Desde la República pasaron décadas sin gobernar la izquierda en España, pero Marías, como muchos, ya intuía que se iba “a iniciar pronto en España una nueva etapa, tras la demasiado larga que todavía dura”, afirma el filósofo. En marzo del 96, efectivamente Aznar ganó las elecciones generales con minoría.

Tras la muerte de Franco y los gobiernos de la UCD…, por primera vez gobernaba con mayoría absoluta un socialismo aún autodenominado marxista hasta el 79, que había estado al margen de la ley durante todo el franquismo, pero que había sido capaz en la Transición de ceder y negociar con un rey, con una derecha franquista, con un PCE que miraba aún a Rusia y con unos independentismos separatistas (País Vasco y Cataluña principalmente). Para Marías, la previsión de una victoria de la derecha en el 96, tras un cambio, suscita una advertencia de pensador, que no de político: el término “oposición” que, usado por la prensa, provoca una dañina confusión, pues la citada oposición ni es una ni tiene por qué serlo automática, sañuda y frontal. Y enumera divergencias notables y de variadas índoles en ese grupo congregado bajo ese genérico término. En ella se podían hallar defensores de la vida junto a “la más insistente exigencia del aborto libre”. Llamar oposición a los otros es de suyo ya un modo de levantar barreras que pronto la convirtieran no ya en adversarios, sino en enemigos (el muro del que se habla en este 2024).

Para Marías, la indistinción en los términos que usamos pueden conducirnos a intransitables atolladeros, a callejones sin salida y, por tanto, conviene discernir de qué hablamos si realmente queremos “distinguir pulcramente entre los [problemas] que proceden de la situación política actual, que deben terminar con ella, y los que proceden de las condiciones objetivas en que España y el mundo que la rodea y condiciona se encuentran”.

Quizá alguien pueda asombrarse del inicio del siguiente párrafo escrito por Marías: “Es evidente que la fase que va a terminar ha estado definida en gran parte por la corrupción, y que es imperativo evitar toda reincidencia en actitudes análogas”. Pues ya lo siento, don Julián, no acabó la corrupción entonces, sino que continuó y aún la tenemos vigente en 2024 y parece admitirse sin extrañeza que es inherente al quehacer político. Los vicios propios del oficio: el nepotismo, la cleptocracia, el abuso, la mentira, la deslealtad, la codicia, la soberbia… son realidades inconcusas del panorama político español. Se puede robar donde hay, y donde más hay es en los entornos de los distintos niveles estatales y de gobierno: local, autonómico y nacional.

Si mala fue la corrupción, y no siendo intrínsecamente mala la mayoría obtenida en las urnas por el PSOE, sí que lo fue el uso que se hizo de ella: peor que la corrupción fue el implacable rodillo aplicado por el gobierno, que era la negación fáctica del otro (de los otros millones de españoles) fue quizá lo peor. Hoy, en el gobierno actual del PSOE en 2024, sin embargo, comprendemos que la falta de escrúpulos en las negociaciones entre las minorías muestra que el superlativo de malo ciertamente no es peor, pues siempre este parece poder crecer de forma irrestricta, sin tasa. Todo es susceptible de empeorar geométricamente. Señala Marías la ausencia del consenso, palabra clave, que se usó (¿y del que se abusó?) en la Transición, dando lugar a cesiones esenciales para el proyecto inherente de la nación española. Fue el pan para aquel entonces, convertido en hambre para el futuro que es hoy. Creo que ahí estuvo el gran error, en la precipitación y la inmediatez con que se actuó. Se huía de un pasado guerracivilista y dictatorial, se temió al qué podría suceder tras la muerte de Franco, para ir y no mirar más allá de un presente que no alcanzó ni siquiera un par de décadas… La miopía, el desprecio, la falta de escucha y de conocimientos, alicortaron el futuro de toda una nación.

Con su origen remoto en el término latino SĔNTIRE, con el significado de: ‘percibir por los sentidos’, ‘darse cuenta’, ‘pensar, opinar’ y con parentesco cercano a una vieja palabra ya usada en el siglo X en las Glosas silenses, consentir con su origen en CONSENTIRE ‘estar de acuerdo’, ‘decidir de común acuerdo’, nuestro término consenso, tras el que vamos, de latín consensus, ūs, es admitido por la Academia en el XIX… El consenso en su significado etimológico conlleva el compartir, el acuerdo con otros, la alianza entre varios… Todo consenso comporta hallar ese punto de beneficio para el común de quienes llegan a él, ojo, ¿pero quiénes consensuaron durante la Transición? ¡Políticos de distintos partidos!, por lo tanto, partidarios y que alcanzan acuerdos propicios para sus partes, en beneficio de sus partes. ¿Y el resto? ¡Ah, mi querido lector! El resto me temo no contaba, no cuenta, tal y como no existía en la polis griega y la urbe romana: es la democracia representativa. Cierto que el consenso buscaba quizá lo menos malo, pero no se hizo con visión de futuro (o se dejó parte de este para que actuara en el futuro la mano invisible que vendría a arreglar y coser los rotos y los descosidos: no se sabía ni cómo ni cuándo; lo que, por cierto, no ocurrió y de aquellos polvos tenemos los lodos de los que ahora nos quejamos, de los desajuste en nuestra Ley de leyes, la Constitución y sus secuelas, nacidas en aquellas consensuadas fallas de la transición; cierto que no nos liamos a tiros, pero no todo fue la balsa de aceite que se nos pintó y contó). Se debió mirar en aquellos consensos no el presente inmediato y los intereses partidarios, sino proyectar hacia el futuro y mirar por el bien de todos, por el bien común.

Quizá la miopía de los políticos de la Transición movió a la nación hacia un bien cuasi inmediato: alcanzar una democracia que se levantaba y empezaba a andar y que, una vez en marcha y movimiento, ya se irían solventando los problemas, lo que no estaba mal, pero insisto: no ocurrió así. Se buscó trenzar la realidad española con la europea (del “Bases fuera” y “OTAN no” del PSOE de González se pasó a admitir la inclusión de España en esa organización); se buscó con denuedo y con no pocos sacrificios por parte de todos (siempre el mochuelo lo soportan los más indefensos: las clases medias y bajas, en sentido amplio) sumarnos a la Comunidad Económica europea y… poco a poco se olvidó el llamado “espíritu de la Transición”, para levantarse democrática e inmisericorde la tan españolísima quijada de Caín. Del recuerdo amable y vago se pasó al rechazo y el repudio de aquellos años.

Hoy, lo que vemos en la formación del gobierno de España, no es un proceso de consenso, sino de amaño y chalaneo, que distorsiona la realidad y la acomoda al capricho descarado de quienes realizan la componenda: muy semejante a lo visto en aquel gobierno de Aznar. Se inventaron las autonomías, como se echan los cabestros a la plaza, para que metan al morlaco bravo en los toriles. Había dos toros peligrosos, Cataluña y el País Vasco, menos grave entonces Galicia, pero el resto eran los mansos, los cabestros que quisieron solventar un problema que no se había solucionado en las negociaciones consensuadas y venía larvado, como mínimo, desde los años de la República… Y ese par de toracos aún siguen sueltos por la plaza y solo no empitonan a nadie en 2024 si se les da lo que quieren, insaciables, y ahí el PNV (ahora también Bildu) y los partidos nacionalistas catalanes.

Toda realidad gubernativa fue copada en la mayoría socialista del 82 por miembros de ese partido. Si ya decía el maestro de Marías que “en general, el político, incluso el famoso, es político precisamente porque es torpe”, no digamos ya de la floración que por entonces hubo de inútiles y lerdos ascendidos a políticos: “Como era de temer, sus miembros no disponían de los talentos y destrezas necesarios para ejercer esta [la política], y el resultado inevitable fue la incompetencia, que ha caracterizado todo este período” ¡y que llega hasta nuestros días sin solución de continuidad! ¡¡Y sálvense quienes puedan, que quizá sean muchos, pero su condición partidaria no les permite desarrollar sus talentos!! El mejor y mayor ascensor social en España, desde hace muchos años, no ha sido ni el mérito ni los estudios en general, sino la adhesión rendidamente fervorosa a los partidos políticos por la que aventureros sin oficio ni beneficio se ven aupados a cargos y niveles sociales inimaginables solo por sus lealtades pretorianas y sus carreras en los partidos políticos.

Cierto que era grave la corrupción, cierto que fue grave el uso de la mayoría, pero la consecuencia de la actividad del gobierno, el ordeno y mando de un partido en exclusiva con la aniquilación de los otros, advierte e insiste Marías, fue gravísimo, pues quienes no son partidarios de los gobernantes de turno se saben literalmente des-te-rra-dos. “El gobernaremos para todos los españoles, nos hayan votado o no” de quienes ganan las elecciones es un tópico hecho a base de algodón azucarado de las fiestas que se comen las moscas en un pispás. “Si los ciudadanos no participan activa y eficazmente en esto [en la cosa pública, si saben que no cuentan], se produce una perversión de la democracia, que puede engendrar el desinterés por esta, acaso la pérdida de su estimación”. ¡Y ahí hemos llegado! Muchos somos quienes nos preguntamos si esta era la democracia que se nos pintó en los setenta como un paraíso con ríos de leche y miel, donde habría libertades sin cuento, progreso, bien… ¡mentiras sobre mentiras! Puede hablarse con libertad, sí: yo puedo, por ejemplo, escribir en este blog, pero mi voz solo se traduce en una papeleta que de vez en cuando deposito en una urna… ¿y ahí termina la democracia? ¿Eso era todo? La ciudadanía invisible, muda, inaudible, evanescente… el mito de “el pueblo”.

Y consta que Julián Marías no era un bobo, ¡todo lo contrario!, pero continúa en su artículo cómo yo sigo escribiendo aquí y tampoco me tengo por bobo: “Si hemos de vivir en verdadera democracia y con alguna garantía de acierto, es absolutamente necesario que se cuente con los recursos humanos del país, con exigencia y rigor, que se pongan las funciones en manos capaces de desempeñarlas, sin que la filiación política sea lo decisivo, ni siquiera una condición exigible”. Y continúa: “Es menester devolver a la sociedad lo que le pertenece, y muy principalmente su capacidad de organizarse y articularse. La destrucción sistemática de la escasa articulación de la sociedad española ha causado un deterioro difícilmente reparable, pero que urge enmendar en lo posible. La intervención del poder ejecutivo o el legislativo, que para el caso ha sido lo mismo en el judicial y en casi todos los organismos sociales ha sido causa de una debilitación de las capacidades, un camino abierto a la manipulación”. Ya entonces en algunos de sus libros recopilatorios de sus artículos, insistía Marías en cómo la política, en el peor sentido del término, se había entrometido, filtrado, enquistado en ámbitos que no le correspondían, colonizando y matando la viveza de los ciudadanos. Los partidos de inmediato copan las iniciativas cívicas que sobresalgan, sean de la índole que sea. Y entonces no sé si era imaginable el alcance y el poder que llegarían a tener los gobiernos y los poderosos por medio, digamos genéricamente, de Internet y sus secuelas.

Remite Marías a la Constitución, ¡completa!, como referente del marco en que jugar y al que atenerse. Él, que estuvo en los debates constitucionales, reconoce que ya, recién aprobada, se manipuló y tergiversó;, se hicieron lecturas tendenciosas de ella y a beneficio de inventario. Mañana día 6 de diciembre del año 2024 se la saca a pasear como se saca la momia reseca de Tutankamón, que bien poco dice a los egipcios de hoy. Se la vuelve a guardar al final del día y cada uno a lo suyo, como “en el baño de la sorda”: hasta el año que viene.



 Ortega escribió en los años veinte de los problemas que aquejaban a España y a Europa. Muchos de aquellos problemas y las soluciones que apuntó no se llevaron a término. En realidad, no se llegó a los estados unidos de Europa, por ejemplo, como vaticinó. Tampoco se marcó un destino a largo plazo y aún hoy ahí sigue la llamada UE, que cada vez es menos unión y está más debilitada y cuestionada. Las naciones fuertes no la necesitan, los débiles, como el náufrago, aspiran a ser socios de ella como una tabla de salvación relativa, pienso viendo lo visto, pero no hay sino parcheo de realidades que van surgiendo y saliendo al paso, amaños, mercadeo y esto no basta: “Hay una serie de problemas reales, internos unos, europeos otros, mundiales algunos más, con los cuales habrá que enfrentarse. Si se quiere tener alguna probabilidad de acierto, hay que tenerlos presentes desde ahora y pensar a fondo sobre ellos, con todos los recursos de que España dispone. Y cuando digo España, quiero decir España entera”.

        Se ha estudiado y escrito mucho de unos años a esta parte de la inteligencia, de los tipos de inteligencia, de los resultados de esta, de… y un acierto, sin duda, sin necesidad de investigar mucho en ello, es que la suma de las inteligencias puede dar mejores soluciones a los problemas, si de verdad se suma y de verdad se está dispuesto a servir al bien común. A todos, es decir, a mí y a los nuestros… ¡¡y a vosotros y a ellos!!


    Creo que en parte el pensamiento de Julián Marías se ha silenciado porque resultan molestas sus ideas, sus prevenciones, su pensamiento y porque, además, no es propio, por lo que sé y observo, que los políticos lean más allá de cuatro noticias que les sirven los suyos, para su propio consumo y como armas arrojadizas contra los otros.