Me llega este libro que compro de segunda mano y está editado
por el ICE de la Complutense. El año de edición es 1973, justo cuando González-Simancas
andaba con su investigación sobre el mismo tema y libro del que hice ya
comentario. El prólogo al libro se lo hace García Hoz, que era el factótum de
la pedagogía por esos años. Unos poquitos después tendré yo noticias de su obra
y particularmente de su Enseñanza personalizada, que fue, así lo veo yo
en perspectiva una obra innovadora, de gran influencia en las facultades de
Pedagogía y en las escuelas de magisterio.
No le encuentro el rastro a Artigot Ramos, salvo libros
infantiles y algunos libros de texto y, por tanto, me da que se desvaneció,
como tantos lo hacemos, en su labor docente: no me extraña que la desarrollara
en la Complutense. Si introduzco este párrafo es porque me da la impresión de
que este autor tuvo relación con don José Luis González-Simancas y la
Universidad de Navarra o con el colegio Gaztelueta de Bilbao porque los
planteamientos que realiza en esta obra suya son muy próximos a los que conocí
en González-Simancas, a quien tengo, a día de hoy, por el introductor de esta
práctica llamada tutoría, que recibió el nombre de preceptuación
en Gaztelueta cuando él la exportó y transmitió a su manera en el año 1951
cuando el colegio comienza su andadura.
Artigot Ramos es persona minuciosa y detallista. El índice alcanza
a los aspectos más concretos que al lector se le puedan ocurrir. Desmenuza,
diría yo, el proceso de la tutoría siguiendo un orden minucioso. Se permite
alguna libertad, pero la obra esta concebida y dirigida a los ámbitos
académicos. Transmite algunas opiniones sobre aspectos muy concretos, pero en
general se muestra como un autor que imparte un magisterio contrastado, que no
admite discusión, si bien utilizada un plural de modestia: “Hemos expuesto hasta
aquí algunas consideraciones…”.
Es cierto que observo detalles en sus argumentos en los que
aún no está delimitado el papel del tutor. Otros, sin embargo, se encuentran
perfectamente asentados: el tutor debe ser profesor del alumno; podría darse
una labor de orientación en la que el orientador no fuese profesor del tutelado
y, por tanto, eso no sería propiamente una tutoría, sino otra labor de
orientación distinta.
Como no podía ser de otro modo ya en esas fechas, desde el
principio de la obra tiene como elemento de referencia las Orientaciones pedagógicas
para los planes de programas de estudio de Educación General Básica, B.O.E número
293, de 8 de diciembre de 1970.
Insisto en que el lector podrá hallar en el índice analítico
y minucioso de la obra los extremos que desee contrastar, que es lo que he
hecho yo. Sin duda se pueden discutir algunas de las afirmaciones que Artigot
hace: el tutor debe ser más amigo que profesor…, que se podrían matizar.
En fin… un libro de referencia para lo que entiendo que
fueron los primeros pasos de las tutorías entendidas como preceptuaciones en España,
pues en su andadura el tutor se iría convirtiendo en un elemento de resolución
de asuntos burocráticos dentro de los centros.
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