20 de marzo de 2023

392- CHARLIE-SALIDA. ¿O niños o perros?

 



 Querido charlie:

        Un mundo hace que no te escribo. La verdad es que no me da la vida para todo. Es la verdad. Sí, jubilado, pero no cadáver…, tú bien que lo sabes.

        Te envío estas letras como reflexión para demostrar que el traje invisible para los cretinos, que pretenden, no existe. Te aseguro que veo al rey: no hay traje. Es la parresia: ese decir la verdad caiga quien caiga. No es ofensiva la verdad, lo sabemos, eso lo inventaron los mentirosos: pudiera ofender el modo de decirla. “Te pierden las formas”. La verdad, la diga Agamenón o su porquero, da igual el modo, no deja de ser verdad, mi querido amigo, diga lo que diga Machado, Antonio.

        Quien hace la ley hace la trampa. Lo sabemos. El Congreso ha aprobado la nueva ley, llamada, de “Bienestar Animal”, impuesta por animales animalistas encabezados por doña Ione Belarra. Esta ley es la que ha dado pie a estas letras que te envío, charlie, y que ha sacado a relucir que hay más mascotas que niños en España, más perros que niños.

        La disyunción, esa o entre niños o perros, es propia de la ilustración racionalista, totalmente irracional en este caso, pues se me antoja más bien emocional, paradójica, ilógica, descabellada y de raigambre romántica: no hay correlación posible. “No se tienen niños y se sustituyen por mascotas”. Sin duda quien puso esa disyunción, quien hizo esa proposición irracional… Tan mentirosa es como quien arguye que no se tienen niños por falta de numerario en casa “¡Estamos tiesos!” “No habemos billetaje”, “No tenemos ni un jandón”, los pisos son pequeños… El sustantivo “proletariado”, que procede precisamente de “prole”, se decía de los pobres, de las clases bajas, de los obreros manuales… que son el “proletariado”, generalmente de cartera tiesa, … y estos tenían hijos, muchos, mucha prole… Estas excusas del dinero son sencillamente un sofisma, mejor: una burda mentira, una tomadura de pelo, charlie. Me explico.

        En los años 60 había familias con cuatro u ocho hijos y un perro. En mi casa había perro de caza ahora vuelvo sobre esto y éramos cuatro hermanos y mis padres no ricos. Hoy nos encontramos con familias numerosas musulmanas y no necesariamente ricas…, pero con niños, ¡y hasta sin un duro! ¿Cuántos hijos tienen los gitanos y tienen muchos niños y perros y no todos son ricos…?



        Primero: quien tenga un perro por no tener un niño, que se lo haga mirar: está majareta o es un egoísta redomado, resuelto el diagnóstico. No me cabe duda de que se miente a sí propio y miente a los demás para seguir respirando y no ahogarse en su vaciedad. Un buen amigo mío, muerto recientemente, Benedicto XVI, señaló que las grandes víctimas de la revolución sexual-familiar han sido los niños, que cada vez son menos y cada vez más a menudo privados del entorno protector configurado por su padre y su madre. Es lo que hay: “No tengo niños porque soy una egoísta”, debiera confesarse quien deliberadamente opta por no tenerlo, y enarbola mentiras cientifistas insostenibles y la bandera de la libertad, tintada con sangre de feto… Y encima, muchos, se sienten ofendidos por quienes optan por tenerlos, y los insultan y dicen que quienes tienen muchos hijos son unos insensatos, por no escribir otra palabra; unos ignorantes: ¿acaso no saben de condones y pastillas anticonceptivas, etc.? Y, además, están exponiendo a la Tierra a una sobreexplotación, ¡pobre Tierra!: esquilmada, yerma, agotada… Le ruego que me disculpe. La carencia de hijos nace de la falta de compromiso en la pareja y del deseo de no renunciar a una vida más confortable: quienes tienen hijos y perro… tienen el coche más pequeño y de peor calidad, las vacaciones más cortas —si es que las tienen—, la tele más pequeña y más vieja, la ropa y el calzado de inferior calidad —y heredada a veces—… y, también con frecuencia, dos empleos y… “No quiero responsabilidades y quiero vivir mejor. Los niños me lo impiden y por eso no los quiero”. No cambiaron los valores: un niño tiene un valor infinito y mi perra, no:  se altera la estimativa y se da preferencia al perro en vez de al niño…, por lo dicho. Es lo que hay. La disyunción es un falso sofisma.



        Segundo: quienes elevan a una bestia al rango de persona son malos e ignorantes. Si elevan a la bestia, rebajan a la persona. Decía el Estagirita que persona es el animal que habla y de ahí el origen del sustantivo “persona”, que proviene de per-sonare, es decir… la máscara de los actores en el teatro, prosopón en griego. Todos somos iguales y sujetos de los mismos ¿derechos y deberes?: el cochino, la mosca y el bebé (ahora hay que añadir humano, no sean que se refieran a la cría del mono, la perra o la gata). ¿De veras somos iguales? No citemos a Orwell y su granja. No, mi perra vieja, que es más viva que el hambre, no habla…

        Siempre hubo animales, no racionales, el hombre lo es, pero racional…, y no es lo mismo el vino que el vinagre… Digo que hubo animales que tenían su sentido en las vidas de las personas, de las familias, de la comunidad, porque les proporcionaban, y lo siguen haciendo, alimentos esto se aprendía en la Enciclopedia de Álvarez, ¡en 1º de primaria!: daban huevos y carne las gallinas; y carne los pollos y los cerdos, sin perdón; y leche y carne y piel las cabras y las vacas… Animales domésticos que sostenían la vida de los hombres. Había animales que ayudaban al hombre en sus trabajos: los bueyes, los caballos, los mulos, los burros, los gatos, los perros… Por último, había animales de compañía…, esos que se han multiplicado en cantidad y variedades en las últimas muchas décadas: loros, canarios, colorines, perros, gatos, boas, cerdos, cacatúas, cebras… (recuerdo con incomprensión que, tras almorzar, el rey Carlos III, ese rey tan ensalzado, dejaba que sus perros ¡de caza! comieran sobre la mesa los restos que quedaban. Hoy conozco a quienes duermen con sus perros en la misma cama: él, ella y el perro). “Los perros son perros”, decía mi padre en inatacable tautología, dando a entender que cada uno tiene su sitio. Mis perras no ocupan plaza de niños… Están en casa porque cazan…

        Tener un hijo no es tener un perro por mucho que usted le diga a este “Mira, Milú, a papuchi”… El perro no pensará nada, se lo aseguro, pero, servidor, cuando oye comentarios de esta índole… ya sabes, charlie, lo que pienso.       



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