6 de agosto de 2021

454- Gregorio Luri: SOBRE EL ARTE DE LEER: 10 TESIS SOBRE LA EDUCACIÓN Y LA LECTURA (I DE IV).

 



Quien crea que Fulano o Mengano le va a dar la clave para que el personal lea, y en particular los niños y los adolescentes, momento en que si inicia la afición por el gusto y el hábito, es un iluso e ignora la sabiduría del Eclesiastés: Nihil novum sub sole (1, 9). El Mediterráneo se descubrió hace un rato, como la pólvora sin humo y… Así que nada nuevo por parte del profesor Luri: opiniones, hipótesis, puntos de vista que apoya en algunas investigaciones, tampoco nuevas… Se preguntará quizá usted: “¿Para qué leyó entonces el libro?”. Todo esto que le escribo en los renglones precedentes, primero, lo he sabido tras leer el libro y, segundo, siempre que se lee algo es como acometer no tanto un nuevo camino como el camino de nuevo, donde el caminante alberga la ilusión de hallar algún enfoque novedoso, una idea que reluzca desde una perspectiva distinta, un espacio mirado desde un ángulo diferente: la felicidad está en el camino, y la ilusión es la víspera del gozo. No comparto que todo libro merezca una lectura: el tiempo es poco y los libros que nos lo hacen perder muchos. No es el caso: el libro es breve, pero es posible que otro lector no tenga el conocimiento que sobre el tema tengo, lo que he leído, investigado, comprobado y visto a lo largo de décadas y bien le merezca el rato y el paseo; a mí no me vino mal.

Esta obra, cuidadosamente editada, libro hermoso y de pocas páginas se lee en un ratico amable. Tras trabajar con cierto detalle La escuela no es un parque de atracciones, libro posterior a este, muchas de las ideas aquí expuestas, prácticamente con las mismas palabras, ya las conozco de aquel. No debe ofender el hecho porque no puede uno inventar todos los miércoles por la tarde un pensamiento nuevo o una perspectiva nueva sobre una realidad largo tiempo meditada, estudiada, etc. y por tanto solo se repite la canción, como en el romance del conde Arnaldos, a quien con él va en ese tramo del camino. Es razonable y nada escandaloso.

“Leer” es un verbo con mucha polisemia detrás. No toda lectura es idéntica. Se lee un periódico de un modo distinto a un texto que se pretende aprender, un poema de manera bien distinta a un párrafo de una novela, etc. Creo que es por tanto pertinente preguntarse de qué “leer” nos habla Luri. Creo que se centra en cómo animar a leer a los alumnos y para qué les sirve a estos la lectura: cuáles son los impedimentos con que se encuentran o los facilitadores que se la procuran. Esta conferencia, pues de tal salió el libro, se pronunció en el Forum Edita, organizado por el Gremio de Editores de Cataluña y la Universitat Pompeu Fabra. Si hay lectores hay libros y si hay libros habrá editores y… habrá que fomentar la cría del lector para que las editoriales sigan viviendo, y los escritores… (¡pobres escritores!: con una mano en la pluma y la otra en la silla que sujeta al león del hambre).

En línea con las denuncias de Luri de una escuela esponjosa, porosa, lúdica, alejada de la disciplina, lo valioso consolidado, el conocimiento, la memoria, etc. no ha de extrañarse el lector que comience con unas palabras que pierdo en la memoria los años que las vengo reiterando (sin ningún éxito, por cierto): los libritos de lectura que se recomiendan en las escuelas y cuáles son las premisas de las que se parten su elección son risibles, si no nocivos: Libros poco extensos, fáciles de leer, “divertidos y del gusto de los alumnos” para que no les cueste esfuerzo, etc. Si hablamos de clásicos para 4º de la ESO y 1º de bachillerato hablamos de libros “adaptados”: no se lee La Celestina de Rojas ni El Quijote de Cervantes ni El lazarillo y el Cantar de Mio Cid de autores anónimos… sino adaptaciones de fulanito de copas que le corrige la plana a todos esos autores supuestamente clásicos, haciendo confesión de: la supuesta necedad de los alumnos actuales (antes los hemos leído, como alumnos y profesores, tal y como sus autores los parieron, ¿y es que ahora acaso son torpes, lerdos, necios… los alumnos?); la comodidad del profesorado (que lee en castellano actual y pueril y se evita explicaciones léxico semánticas, etc. que quizá ignora); la confesión tacita de que la forma no importa, sino solo el argumento resumidito pasado por el pasapurés del caletre del citado fulanito que no por el de Cervantes o Lope… Y todo ello, ¡por favor!, investigado previamente por los servidores del Nuevo Índice de lo políticamente correcto (¡lo menos correcto de lo político!); el puritanismo secular y laicista pesa mucho en la escuela. Real como la vida misma: reunión del departamento de Lengua; una profesora comenta que quizá ponga como libro de lectura a Manolito Gafotas…, pero es inmediatamente censurado por otra profesora que considera que la visión que se hace de Susana Bragas Sucias, dicho entre vaguedades asistidas por el olvido y la desmemoria, quizá “no sea acorde con los tiempos”. Censurado Manolito Gafotas, clásico infantil. Al Índice de lo políticamente correcto, y a otro librito.



Señala Luri el envío al ostracismo y al limbo a Mark Twain… y añado: y a Stevenson, y a Defoe, y  a Julio Verne y a Jack London, y a Delibes, y a Saint-Exupéry, Salgari, Dickens… Solo se leen libritos que sean del agrado de los alumnos… (se les presupone un gran conocimiento literario y los profesores estudiaron la materia… ¿para qué?), y que la escuela no es espacio donde hacer esfuerzos y ejercicios intelectuales… Trátase de aprender sin contenidos, sin conocimientos, sin exigencia, sin memoria, sin… ¡Por arte de birlibirloque! Y así de ocurrencia en ocurrencia en nombre de no sé qué progreso seguimos algunos fumando en pipa y más cabreados que indio sin caballo.

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