12 de mayo de 2020

368- CHARLIE-SALIDA-El rencor contra la excelencia. “Las comparaciones son odiosas” (PARTE I DE IV)

Este texto denso se puede leer con calma. No está escrito al hilo de lo que sucede en España hoy, pero también. Cierto que es un texto largo y para adultos intelectuales, como lo son casi todos los visitantes de este blog. Anímese… le gustará el paseo al que le invito.

Hay realidades que, para quienes tienen un dominio pleno de su teoría y su práctica, sus explicaciones darían para libros densos por su contenido, hermosos por lo que aprender en ellos y extensos por la cantidad del aprendizaje. Eso entiendo que ocurre con lo que Julián Marías llamaba “el rencor contra la excelencia”, tema al que deseo aproximarme. Esta expresión la aprendí en algunos de sus libros hace muchísimos años y poco a poco he ido acendrando su alcance. Ahora, desde que llegó Internet, muchas realidades se pueden hallar en él gracias a quienes las han puesto al servicio de todos: muchísimas gracias a tantos esforzados que tanto bien hacen, poniendo luces entre tanta oscuridad a veces.

Ya me gustaría contarme entre quienes son capaces del dominio del que hablaba arriba. Don Julián Marías, persona excelente, sin embargo, no cabe duda, formaba parte por méritos propios, tras un ingente esfuerzo, de ese grupo que ha puesto muchísimas luces sabias en los caminos de muchos, ha abierto claridades que conducen a la verdad. Muchas gracias. Me sé deudor insolvente.

En un documento que hallo sobre esta expresión “el rencor contra la excelencia” don Julián explica cómo actúan aquellos que van contra esa excelencia, sea esta de la clase y especie que sea. Considero necesario, si se me permite, un paso previo: explicar qué sea eso que así se denomina. Seguro que don Julián debió de dedicar artículos o párrafos en sus obras para explicarlo, pero no lo hallo, por lo tanto, servidor se dispone a ello, con el riesgo que esto comporta, con los pobres medios de que dispone.

Me van a consentir que recorra la vereda referida a este concepto por los derroteros que lo hice durante mucho tiempo. Negaré como primera idea, a sensu contrario, que el rencor contra la excelencia sea odio: no es odio. El odio desea aniquilar, hacer desaparecer lo odiado: sea persona, por lo que representa, o realidad de la naturaleza que sea, mas, por norma, realidad material; no cabe duda que se puede tener también odio a una determinada realidad moral, pero contra estas es más propio el rencor. Este es resentimiento que queda en las entrañas de las personas y es difícil de desarraigar, de ¡desentrañar!

Se tiene rencor a esas realidades que son hermosas y buenas, dice Marías, “especialmente si le pertenece la bondad. Es el reverso de la actitud amorosa ante lo real”. Se aproxima muchísimo a la envidia, pero esta digamos que se concreta mucho más en lo material que en lo moral o ético, donde se produce ese rechazo rencoroso contra la excelencia. Al envidioso le duele y corroe, le hace sufrir, lo que el otro tiene: una familia, un coche, una casa, un perro, un marido agraciado y elegante… y aquello que le gustaría a él gozar, poseer. El envidioso es mezquino; rara vez se alza más allá de lo inmediato y así no le alcanza para envidiar las virtudes del otro o el despliegue que hace de valores, sencillamente porque su incapacidad no le permite percibir realidades de esa calidad inmaterial. El rencor contra la excelencia se lo autoinflige el rencoroso. Lo asume, lo cultiva en su interior, lo acrecienta y mima y alimenta sin que afecte, digamos, a lo otro o al otro que en la mayoría de las ocasiones ignora generar ese sentimiento en el rencoroso o los rencorosos, aunque, a veces, no comprenda ciertas actitudes hostiles, enojosas, de rechazo, etc. ¿Qué le pasa a este o a estos conmigo, contra mí? No le cabe en la cabeza que su modo de ser, virtuoso, excelente, bondadoso, pueda levantar actitudes rencorosas.

Hay un libro magnífico de Aurelio Arteta, La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral, donde podemos hallar respuesta concreta y breve al venero del que mana este rencor. Me van a permitir que enumere una serie de expresiones que nos van a llevar a la fuente principal. Las tomo de Arteta, solo las enuncio, pero él los comenta incluso: No tengo por qué compararme con nadie. Todas las comparaciones son odiosas. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie? Y, por tanto: ¿quiénes son los demás para juzgarme a mí? Nadie es mejor o peor, sino simplemente distinto. Nadie es más (ni menos) que nadie. A estos tópicos tontos podríamos añadir sofisticadas e inflamadas citas de renombrados autores en esa misma línea. La realidad es que todas ellas nos llevan a la realidad por la que nadie debe seguir o admirar a nadie; no tengo por qué imitar o emular a nadie. No hay modelos. Se decía que las palabras convencen y los ejemplos arrastran, pero ya, da la impresión, de que han desaparecido esos modelos ejemplares que arrastren. Lo propio, lo correcto, lo educado, lo moderado, lo normal es mantener una actitud distante, neutra, objetiva.

4 comentarios:

  1. Estoy deseando leer la segunda entrega de esta disertación.
    Siento que se trata de ahogar hoy en día la excelencia con mediocridad, el para todos café, pero por lo malo, no por lo bueno.

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  2. Aquí tiene la segunda entrega...

    https://antoniojosealcalavique.blogspot.com/2020/05/369-charlie-salida-el-rencor-contra-la_14.html

    Me asombra lo que usted me dice: los lectores de este blog no son este tipo de entradas las que más visitan o leen... Debe usted ser un 74 muy selecto. Espero que lo disfrute. Un saludo y muchas gracias por sus palabras: son animantes.

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  3. Qué lucido Marías en ese artículo. Qué llano y profundo a la vez. Gracias por descubrírmelo, charlie

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  4. A ti. Mi pregunta desde hace años es ¿por qué se arrincona en el olvido a un pensador tan lúcido y claro, tan clásico...? Tengo una respuesta sencilla: POR EL RENCOR CONTRA LA EXCELENCIA.

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