5 de abril de 2020

407- Haddon, Mark: EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE


No deja de ser llamativo que tuviera noticias de esta novela, El curioso incidente del perro a medianoche, obra de Mark Haddon, por su adaptación dramática y su representación en el teatro Marquina. Llegaba a Madrid precedida de un gran éxito en su adaptación en Londres y Broadway. No pude verla en el teatro, así que decidí leerla en su género originario, la novela, y me hice con ella.

Creo que lo capital de la obra no es tanto qué sucede: cuál es el argumento y la trama, sino cómo sucede. Escrita en primera persona, el autor asume el punto de vista de un adolescente con síndrome de asperger, Christopher Boone, que inicia una investigación sobre la muerte del perro de una vecina, lo que le llevara donde él ni imagina, ni tampoco el lector.

Los problemas de Christopher, como cualquier persona son este síndrome, se refieren principalmente a la relación con el entorno y las personas que le rodean: si es conocido el medio en que se mueve o no, si es desconocida la persona con quien trata o sí lo es, etc., como sabe cualquiera que conozca algo de una persona con síndrome de asperger: ojo, las variaciones entre unas personas y otras que padezcan el citado síndrome pueden ser muchas. Sin duda la inmediatez y la frescura con que Christopher narra todo son espléndidas. Por ejemplo, es incapaz de mentir, pero no por problemas morales o éticos, sino por mera adhesión a la realidad de la que no desea separarse por su propia seguridad; su franqueza le lleva a chocar con quienes tiene alrededor y no lo conocen o incluso con aquellos que sí se supone que lo conocen y lo quieren: sus padres por ejemplo. Su padre comete el error de decirle eso que llamaríamos “una mentira piadosa”, que el niño valora muchísimo, de gran alcance para él, y eso le llevará a desconfiar absolutamente de su padre: Quien roba una vez ya es ladrón, afirma Aristóteles en su Ética a Nicómaco, pues eso: quién miente una vez… más de lo mismo. Su madre sencillamente llega un momento en que no lo soporta: no lo ama lo suficiente como para aguantar la enfermedad que su hijo padece; esto, Christopher, lo vive con el distanciamiento propio de quien observa por un microscopio una bella mariposa o por un telescopio, una estrella.

Si es cierto que leer “lo que Christopher” escribe es divertido no es tanto muchas de las memeces que el autor incluye sobre temas morales… que se me antojan simplificaciones particulares e interesadas sobre algunos asuntos y temas que no vienen en absoluto al caso. Del gusto de Christopher por las Matemáticas no se deriva necesariamente el ateísmo forzado del niño…, sino de la nula educación religiosa que ha recibido, como se deriva del entorno. El autor también, por forzar el realismo de la obra, para hacer más creíble al niño, mete al lector en jardines de cálculos matemáticos… que, sinceramente, tampoco aportan nada a la narración, salvo que pretenda hacer una defensa tácita de la inteligencia de quien pueda padecer el citado síndrome de lo que, al menos servidor, ni dudaba ni duda: porque tengo alumnos y conocidos que padecen tal síndrome. En un momento determinado hay alguien, no recuerdo quién –lo he buscado en mis notas y se ve que no lo anoté- le pregunta a Christopher si no ha sido capaz de probar a mejorar como persona…: padecer el síndrome de asperger no comporta que no se pueda intentar mejorar en todas las virtudes humanas, pues todas están más o menos a su alcance, como lo están para todos. Solo la profesora le enseña técnicas que lo calmen, tácticas para afrontar su vivir cotidiano, pero ¿qué hay de las virtudes?

Insisto, creo que el lector pasará un rato agradable con la lectura del libro… Me ha resultado curiosa la novela y me ha merecido la pena leerla (por cierto, he visto que se puede hallar en pdf. en Internet).




No hay comentarios:

Publicar un comentario