Querido charlie:
¿Cuánto de lo que vivimos nace,
parte, se proyecta desde mentiras, es sembrado, anida, crece, se desarrolla y
vuela entre más y más mentiras, y en mentiras cuaja…? ¡¡No digo de errores,
malentendidos, tergiversaciones… digo mentiras, tal cual!! Realidades
expresadas, creadas con voluntad para confundir al otro, para engañarlo, para
dañarlo, para beneficiarse en algún sentido de aquello que expresa: “Los burros
vuelan”, y me embolso dinero, éxito, fama, aumenta mi ego, se inflama mi
vanidad…, escalo puestos, hundo y ahogo al otro, al próximo…, al débil, al
pobre, al desvalido.
Las lecturas, las reflexiones
tras ellas, motivan que, como quien coge cerezas del frutero, unas ideas salgan
con otras, a veces, con sabores dispares, con distintas maduraciones y
coloridos.
A estas alturas de la noticia, es
obvio que el presidente de España, hoy, cuando era un mero doctorando, por
motivos que no me alcanzan, fue aupado, ayudado, bautizado por un padrino que
puso un pilón de cartón, con agua sucia y un cura disfrazado para el caso y que
tal no era… para hacer doctor a Pedrín. La tesis no la escribió Sánchez, la
defensa supongo que la haría él, el tribunal ad hoc (esto es normal en estos
eventos) le fue suave, benéfico y abnegado, y el doctorando superó la prueba
con el brillo que pagó su padrino; se fue a comer con los miembros del tribunal
(espero que abonara, como es costumbre, él el almuerzo, ¿o lo hizo también su
padrinete a costa de las costillas de los españoles? No lo sé. Con su pan se lo
sopen). El daño está hecho… y el melón abierto: ¿cuántos doctores lo son usando
los medios del doctor Sánchez? ¿Cuántos profesores en la Universidad lo son por
la endogamia, el amiguismo, el nepotismo de un sistema que todos conocemos y
que nadie cambia? Es evidente, insisto, evidente…:
innegable, fehaciente, incontrovertible, indudable, irrefutable… que es así,
pero se niega, se impugna, se desmiente, se rechaza, se rebate… los evidente.
La mentira se revuelve por mor del capricho para aventar y evaporar la verdad,
y aquella verdad que Cervantes nos decía que flotaba como aceite sobre el agua…
se enturbia, se dispersa, se oscurece y pareciera que pierda esa fuerza de
evidencia tenía y la trocan en postverdad, en opinión, de “mi verdad”… Aún
recuerdo de mi infancia el cuento de Pedro
y el lobo. El doctor Sánchez lo ignora.
Leo en Revista de libros un artículo de Jorge Mínguez, sobre una obra de
Derek Parfit, On What Matter, y todo
esto se entrelaza como las cerezas, y abruma. Recuerda Mínguez que Hume
defendía que «la razón no es ni puede ser más
que la esclava de las pasiones, siendo su única función servirlas y
obedecerlas», y añade Mínguez “No puede considerarse irracional, continúa Hume,
«a quien desea su propia ruina o la destrucción del mundo». Cuando alguien dice
que tiene una razón para hacer algo y que, por tanto, debe hacerlo, está disfrazando
con lenguaje normativo lo que, en realidad, no es sino la expresión de un
deseo. Las razones son, según esta teoría, deseos encubiertos; y la
racionalidad práctica, una quimera”. Perdona charlie, perdón si algún otro lee
esto, que afirme, sin ser yo no más que un filósofo errabundo, que para el
doctor Sánchez es santo y seña de su pensar el famosísimo dicho de mi barrio,
muchos filósofos de mi calle lo repiten, y que no es otro “Que yo hago lo que
me sale de los cojones”, ¡y es lo que hay! Y añade: “Y aluengo de menda, el
deluvio”…, porque en esta España nuestra siempre escampa sin que pase nada.
¿Acaso
no vemos lo que sucede con algunos catalanes en Cataluña? ¿No lo están diciendo
gentes leídas, gentes prudentes? En vez de preguntarnos ¿qué va a pasar?,
debiéramos decirnos: ¿Qué vamos a hacer? ¿Somos, tal vez, nosotros romos,
necios, imbéciles, memos…? Espero que no todos y, sin embargo, como tales nos
están tratando el doctor Sánchez y Torra y sus corifeos, sus padrinos, sus
matachines, sus voceras, sus matasietes, sus valentones… ¿Y, oiga,… y nosotros
qué?
Lo
que ocurre es grave. Medios y contrapesos hay en el Estado y en ellos confío.
La mentira no tiene arreglo, pero el desvío provocado por nuestros políticos es
violento, falso, fratricida, nihilista… Dice Mínguez que, en esta competición
de la mentira y la necedad, solo los más fuertes salen adelante. Solo los
violentos, los inmorales, quienes no tienen escrúpulos, ni reglas más allá de
sus caprichos… pueden vencer en esta selva de deseo, mentira y mierda…, sin
perdón, pero a algunos, para ponernos de rodillas, habrá que partirnos las
piernas.
Tucho
Castelo.
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