Como
no quiero perder el tren de los hechos y su actualidad… Empiezo ahora mismo a lo
recién publicado…
Nunca
he hablado con una persona homosexual. Quiero decir que nunca hablé con ninguna
persona de esta condición, sobre esa homosexualidad. Nunca traté con ningún
médico, psicólogo, psiquiatra… de este asunto. Nunca he hecho lecturas
demasiado extensas ni intensas sobre la homosexualidad. Lo más cerca que he
estado de este tipo de personas fue en la mili
y ellos a sí mismos se llamaban “mariquitas”: eran unos pobres hombres -con una
sola excepción- con los que se solían hacer gracietas chuscas y de mal gusto de
las que ellos participaban con desparpajo y aceptación. Como este tipo de
chanzas me parecían denigrantes para cuantos participaban en ellas nunca
participé de ellas.
Estos
días asistimos a la una reunión mundial de homosexuales en Madrid. Lo sigo con
escaso interés y con resignación. Si es cierto que una imagen vale más que mil
palabras, las imágenes que veo me parecen groseras y de una ordinariez y
vulgaridad que dan asco. Entiendo, quiero entender, que todos los homosexuales
no se pueden sentir representados por esas personas que la televisión filma.
Medio desnudos, tan provocativos como humillantes, sin pudor alguno, en
actitudes lujuriosas, ordinarias, soeces… Si ser homosexual se aproxima a lo
que muestran las imágenes a las que me refiero y quienes salen en esas imágenes
los representan, afirmo sin ningún respeto, porque no lo merecen, que son una atajo
de zafios, una tribu de patanes, más bastos que un serón de pleita. Sin
sensibilidad, sin gusto estético, sin pudor, casposos, sin modestia, sin
elegancia… ¡de vomitar, vamos! Ni Izaguirre ni el hijo de Pajares dijeron nada
que cambiará el tono: reivindicación y fiesta, perfecto, ¿incluido lo
antedicho: la grosería, la impertinencia, la chulería de lo marginal y lo cochambroso…?
A
lo mejor lo que escribo es de una incorrección política desusada, pero la
verdad no la incluye necesariamente y lo que digo tiene un grado de evidencia
innegable.
Permítanme.
Vamos a partir del origen que tiene esta exhibición arrogante. Se trata de
hacer una demostración del supuesto orgullo que esas personas homosexuales
sienten y desean comunicar por su condición de tales. ¿Por qué lo comunican de
ese modo tan ordinario? ¿Ser homosexual es eso? Los irlandeses sojuzgados por
los ingleses, los negros, los judíos, los gitanos, los cristianos son
perseguidos… Son minorías mayores o menores, según y dónde, con distintos problemas,
personas mejor o peor aceptadas, más o menos incluidas en los procesos sociales
ordinarios… ¿Sería imaginable que una minoría, la que fuere, para reclamar la
atención hicieran una cabalgata o un desfile o como se llame esa procaz
procesión de individuos, algunos semidesnudos, acariciándose, besándose, etc.
fuera de todo decoro y sin el más mínimo sentido cívico de respeto a quienes no
tenemos por qué asumir su pésima educación y su supuesto orgullo y sus
carencias o sobreabundancias?
Si
triste me parecía lo que hacían los mariquitas
en la mili, nauseabundo me parece que siempre, en la noticias, tras lo que
dicen de estas personas, de su concentración en Madrid, etc. se añade de
inmediato un cálculo los beneficios económicos que reportan, es decir: también
la condición de homosexual pasa por la caja (y justifica los días de cierto
libertinaje y desenfreno que padecemos todos); vaya lo uno por lo otro, parecen
decirnos.
Insisto
que, sin ningún respeto, porque no lo merece y a la vista está: si ser
homosexual es lo que transmiten por la televisión de esas tropas en sus
procesiones del orgullo gay, servidor ni lo comprende ni lo comparte y siente
repugnancia, desagrado y rechazo. Seguro que ser homosexual es algo más
profundo, más complejo… y por poner un poner remito al lector a la poesía de
Vicente Aleixandre, premio Nobel español de literatura y homosexual, porque
como diría Baroja, lo marqués no quita lo valiente.
Hombre Antonio, tienes razón que nada de lo que dices es políticamente correcto, para eso mejor te hubieras abstenido, por cierto, deberías hablar del tema con alguno de ellos, también con algún médico, psicólogo, ..., eres, así podrías opinar con más conocimiento de causa
ResponderEliminarEse “opinar con conocimiento de causa” esconde una falacia en la que no me detengo. Que “nada de lo que dices…” es una hipérbole. Que lo visto por la tele es de un gusto pésimo… es una opinión estética sobre la que me siento capacitado con un grado de evidencia inequívoco. Si no hablé con ningún homosexual es porque no tuve esa oportunidad, pero la vida es así: tampoco hablé con ningún minero (y puedo decir que la mina es oscura y dura), con ningún astronauta (y puedo decir que no me seduce el cohete), en fin. Es la vida. Gracias por escribirme.
ResponderEliminarTodo mi respeto y admiración Antonio José. Enhorabuena por el blog al que estoy empezando a seguir ahora. Yo tambien veo este acontecimiento como denigrante y sinsentido. Te escribo con todo mi apoyo y con la esperanza de que estas personas se pronuncien algún día por no verse representados por esa panda.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus amables palabras. Espero poderlo servir desde aquí. Un cordial saludo,
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