8 de septiembre de 2015

Bloom, Harold: CÓMO LEER Y POR QUÉ (IV de CUATRO)





       El quinto principio de Bloom para explicar cómo se debe leer y por qué se debe leer es que: “la renovación de la lectura sea la recuperación de lo irónico. Pensemos en la inagotable ironía de Hamlet, que casi invariablemente cuando dice una cosa quiere decir otra, a menudo diametralmente opuesta”.  Pero el mismo Bloom afirma que “al enunciar el quinto principio -la lánguida esperanza de recuperar la ironía-, me siento próximo a la desesperación, porque enseñarle a alguien a ser irónico es tan difícil como instruirlo para que desarrolle plenamente su personalidad. Y, sin embargo, la pérdida de la ironía es la muerte de la lectura y de lo que nuestras naturalezas tienen de civilizado”. Entiendo que casi todo se puede aprender aun cuando no se llegue al virtuosismo. Es cierto que la ironía se asocia a determinadas capacidades intelectuales y a determinadas personalidades, a talantes concretos. Sinceramente no sé a qué se refiere Bloom con esa recuperación de la ironía, pues tampoco queda explícito en los ejemplos que siguen…
         A partir de aquí el autor va haciendo comentarios sobre las distintas obras de los distintos géneros. La inmensa mayoría podemos afirmar que son clásicos, si bien algunas de las obras comentadas, serán conocidas por otros, más no por mí. De algunas de ellas no había oído hablar en mi vida: Miss Lonelyhearts de Nathanael West, por ejemplo. Me pregunto: ¿ninguna obra del sur de su continente merece su atención, Mr. Bloom? ¿Qué hay de Martín Fierro, de Cien años de soledad, de La ciudad y los perros, de El llano en llamas…? Salvo error solo se comenta a Borges…
         Me resulta curiosísimo cómo va entablando relaciones entre obras y personajes, temas y tópicos, para llegar por esos regueros y vericuetos siempre a Shakespeare y por tanto unos autores y otros, sus influencias, sus relaciones partieron del autor inglés o conducen a él. Me resultan extravagantes sus explicaciones.

         Otro asunto es que para Bloom todo libro que comenta es de inexcusable e imprescindible lectura, principio que no comparto desde hace tres siglos con nadie: ¿cuántos no han sido lo que han pasado por el mundo sin leer el Quijote y anduvieron a su aire felices y así murieron ignorando las andanzas del manchego caballero y de Sancho? ¡La intemerata! Sin duda más se fueron así que sabiendo de la venta y los duques, de Teresa Panza y de Dulcinea, la señora comedora de ajos del Toboso, charlie.
         A partir de ciertas edades las ruedas de molino se digieren mal y con estrépito. No sientan bien. Demasiadas opiniones revestidas del ropón dogmático de quien todo lo sabe, sin explicación, sin argumentos… Lo que a cualquier bachiller le supondría un bolo, un cero, en su examen por falta de argumentación, charlie, y por sus ocurrencias y salidas… es lo que se gana el profesor Bloom.
         Me aprovechó la lectura del libro. Aprendí sobre obras y autores. Me divertí, pero no comparto con el autor muchos de sus puntos de vista. Lo que no quiere decir, tú sabes, charlie: que tan amigos y que cada caminante siga su camino.

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