12 de marzo de 2014

Marina, José Antonio, Las culturas fracasadas





              Creo que el primer libro que leí de José Antonio Marina fue Elogio y refutación del ingenio…, hablo de memoria. Desde aquella obra hasta hoy he leído muchísimas y la mayoría las tengo en casa. Me hice devoto lector de sus artículos en ABC, junto a él, en la otra página, en la vecina, escribía Adela Cortina (a esta también le leí algún libro, pero me era más sugerente Marina, ¡vaya por Dios con las rimas!: Cortina, Marina, vecina…). Le escribí alguna vez, alguna vez hablé con él. Reconozco que me asombraba la cantidad de información que manejaba. Sus imágenes explicativas, propias o ajenas, propiciadas por su profesión, como ya comentara Ortega, me ilustraban: era la metáfora en las manos del maestro. Mas es cierto que desde hace ya bastantes títulos no logra engancharme en el carro del asombro. Es como si le hubiéramos perdido él y yo el tranquillo… y nos costase más hablarnos: me he quedado con el caballo de cartón del retratista, con la pata levantada y sin dar el paso.
               He leído decenas de libros de RAMÓN y creo que no sabría muy bien qué decir de sus novelas y de sus mixtificaciones, ensayos, biografías… ¡de sus obras!: de su Circo o de su Piso bajo, o de La mujer de ámbar, o de miles de greguerías, o de sus biografías, de El caballero del hongo gris, de La quinta de Palmira, El torero Caracho, El incongruente, Cartas a mí mismo, Cartas a las golondrinas… El ramonismo es un estilo conformado con la sangre de RAMÓN y su inagotable creatividad que termina por llevar agotado al lector que va, a matacaballo, tras sus párrafos y sus imágenes, tras sus greguerías en rosario, enristradas. Casi imposible decir por dónde va El rastro.
               Algo así creo que me está pasando con el marinismo… con ese estilo del que él mismo se confiesa en esta obra: “Las múltiples referencias históricas, culturales de este libro, la acumulación de datos y testimonios, no es presunción erudita, sino transcripción abreviada de esa universal sesión de creatividad” (p. 612). Dicho queda. Llega un momento en que, en la obras de Marina, son tan sugerentes las ideas seleccionadas, tan continuas, tan de síntesis de otras obras que en cada renglón nos tropezamos con tal cúmulo de aforismos, de ideas nucleares… que no da la lectura para comprender su alcance, para pensarlas, meditarlas… y termina uno por padecer un atracón de sobreinformación paralizante.
               Tiene Marina una valentía intelectual singular porque tengo la convicción de que no se arredra ante los retos que se propone, o que se tropieza. Se ocupa de vericuetos existenciales, vitales, sociales… que son muy interesantes para los lectores, pero echo en falta una mayor calma (¿existía realmente en sus primeros libros y en sus artículos o es un mero recuerdo errado y mío? Tendría que comprobarlo y ahora carezco de tiempo para ello). Me gustaría leer más de su cosecha, que cesase su recolección de perlas en las obras de otros autores y que estirase sus propias proposiciones sin tener que andar de continuo colgado en la autoridad de otros, siguiendo las pistas de otros… No hay por qué ocultar las fuentes en que se bebe: de leales y bien nacidos es ser agradecidos, pero me gustaría, como escribo, hallar un pensamiento más pausado, más moroso, ideas que ayudaran a mejor meditar al lector, sin tenerlo acribillado, fusiladito a ideas sustanciales que pasan por la ventanilla del tren de la lectura sin apenas ser entrevistas.
               Tomo nota de obras que cita, de autores que se me antojan interesantes y que anoto. Anoto páginas e ideas: procuro estar alerta con mi folio y lápiz en ristre. Recopilo ideas para buscarles un mejor acomodo en las estanterías intelectuales de que dispongo. Leo con esmero las notas finales y el comentario de la bibliografía y su camino recorrido.
               También felicito a Marina –y con él me felicito, y a quienes lo disfrutamos- porque sus iniciativas son muy poco españolas. Decía Julián Marías que el español tiende a preguntarse qué va a pasar y rara vez se apunta al qué voy a hacer. Marina no pertenece a esa estirpe: es hombre de acción que ante el problema no busca ni responsables, ni culpables, ni se ve acogotado…, sino que negocia, investiga y escudriña posibles soluciones. Magnánima postura a la que, con mis posibilidades, me sumo.
               Aún me quedan dos títulos suyos sin leer en las estanterías. Libros de repescas y otras noticias: vamos a verlos.
               Leo el libro de hoy a la par que el proceso llamado de la Restauración que se produjo en España, allá entre 1874 y el 31, opiniones aparte. Leo Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades a la par que sigo leyendo una excelente biografía sobre Maura (pronto espero poder ocuparme de ella aquí): tengo la sensación de que una España fracasada, atorada, atrapada, enfangada se regodea en su fracaso, diciendo desear salir del lodazal… sin hacerlo. Ni sabe ni puede: la pobreza de quien dirige y la indolencia indócil de quien debiera ayudar la lastran. Leo del fracaso de parte sustancial de mi cultura… mientras leo en los periódicos de hoy las noticias. Y hago un balance que me entristece. Esta sociedad no ha generado cauces claros, diáfanos, para que el ciudadano de a pie pueda llegar a los centros tangibles de poder…
               Quizá, como siempre pensé, como en la educación, como en la vida… sumar +1 es siempre mejor que no sumarlo, siempre es preferible encender una cerilla en la oscuridad que no disponer de ella y siempre será mejor entrar en el juego ineludible, por muy malas que sean las cartas recibidas… que no entrar, intentarlo, porque peor sería ser echado de la mesa… sin intentarlo siquiera. Que por mí no quede, que decía el otro.

2 comentarios:

  1. uff ¡que montón de cosas! ¿practicas el marinismo?

    ResponderEliminar
  2. No sé si el “marinismo” es un afán desmedido por demostrar lo evidente en una época tan necia como la que nos tocó vivir o mero "horror vacui" intelectual que desea cerrar de forma esférica todo razonamiento. Quizá ¿sencillamente la inseguridad que busca apoyo en el otro, en la autoridad intelectual y contrastada del otro? No lo sé. Gracias por su comentario. Un saludo.

    ResponderEliminar