La Administración como la gran ubre nutricia
alimenta a quienes acceden a ella, estos a sus clientes, a sus amigos, a esos
que, por norma, son más partidarios del cohecho que del derecho…, del
nepotismo, de la endogamia, del sobrinazgo… mucho antes, más, y mejor que de la
meritocracia, esforzado camino del tonto aspirante a la verdad, el bien, la
justicia…
Me
pregunto, le pregunto, se pregunta… ese quídam cualquiera, ese yerno común y
corriente, ese primo, miembro de la mayoría neutra y amorfa… ¿Cuál es el camino
de la supuesta permeabilidad social que me permitirá ascender en la escala del
éxito al uso, es decir, del poder y el dinero? Solo la política. No es
suficiente con tener un título académico, con ser culto, con vivaquear en la
clase media… no, no lo es. Necesito para pasar de juanillo a don Juan colarme
por la política. ¿No miro y veo en mi derredor que quienes fueron siguen
siendo? Grandes familias de políticos y títulos nobiliarios, títulos de bolsa y
escrituras de fincas, urbanas y rústicas… ¿Permeabilidad social y económica?
Más fácil acercarse al poder que a la Lotería Nacional, más al cacique de turno
–alcalde o presidente de diputación- que a doña Manolita… ¡Obvio!
¿Meritocracia? ¡Pura simpleza!
Ha
pasado más de un siglo y medio de cuanto les vengo contando y sucedió ayer, es
decir: tengo la terrible sensación de que las dos Españas están donde les dije
al principio de esta entrada: en la puerta de mi casa, en mi calle, en mi lugar
de trabajo, ¡en mi propia casa!
En
la entrada anterior en este blog, en la que comenté el volumen 6 de esta misma
colección, les hablé de Josep Fontana… y sus inclinaciones trabucaires (luego
me lo tropecé en las noticias como participante del simposio España contra Cataluña, del que estoy
pendiente para adquirir las actas, pues las ponencias y sus comunicaciones deben
ser interesantísimas). Como por nuestras obras se nos conoce, no quería dejar
de averiguar quiénes son Ramón Villares y Javier Moreno Luzón…, autores de este
volumen 7. El primero gallego y el segundo madrileño… ¿Algo que achacarles?
Nada. Ya escribí arriba que este volumen me parece más equilibrado que el 6 y,
como no podía ser menos, mantiene las pautas del anterior: no indica el origen
de las citas al pie, aunque en texto cite entrecomillado, comenta asuntos de
modo general (y echo de menos más detalles en algunos casos: para eso está la
bibliografía y las monografías), me ha agradado la selección de documentos y
testimonios que cierran la obra (opinable la selección, supongo)…
No
querría cerrar este largo comentario sin hablar de los nacionalismos… Termino
el libro y me pregunto yo… ¿Qué fue de mi Andalucía, Extremadura, Levante,
Canarias… en el panorama histórico de España? Nada, o muy poco: casi nada.
Estas regiones pasan por la historia de España como lugares de cruce o
nacimiento de unos insignes personajes que, si lo fueron, se debe en gran parte
porque se largaron a ese puerto de todas las Españas que es Madrid, a ese Madrid
de parada y fonda. Cataluña y las Vascongadas son los dos morlacos que amenazan
con sus embestidas nacionalistas al resto de los españoles: hoy, como ayer, y
en el libro que comento, Cataluña, una y otra vez, sale a la palestra histórica
con un mismo y único afán. Lo decía Marías, don Julián: no se debe intentar
contentar a quien no se quiere contentar.
Concluyo:
¿Aprender de la historia para no repetir errores? Dado el caso, los españoles
no necesitamos aprender historia, pues, al no salir del error, al permanecer en
él, al estar instalados en él, no necesitamos de la perspectiva histórica que
nos pudiera enseñar y mostrar el conocimiento histórico de nuestro pueblo.
Además, esa materia se imparte con pinzas hoy en el Bachiller… ¡Ya está bien de
Historia, quedémonos en las historietas!
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