18 de enero de 2014

Villares, R., Moreno Luzón, J., Historia de España. Restauración y dictadura. Volumen 7. (PARTE y III).



 
¡Adiós, Alfonso XIII!
           La Administración como la gran ubre nutricia alimenta a quienes acceden a ella, estos a sus clientes, a sus amigos, a esos que, por norma, son más partidarios del cohecho que del derecho…, del nepotismo, de la endogamia, del sobrinazgo… mucho antes, más, y mejor que de la meritocracia, esforzado camino del tonto aspirante a la verdad, el bien, la justicia…
         Me pregunto, le pregunto, se pregunta… ese quídam cualquiera, ese yerno común y corriente, ese primo, miembro de la mayoría neutra y amorfa… ¿Cuál es el camino de la supuesta permeabilidad social que me permitirá ascender en la escala del éxito al uso, es decir, del poder y el dinero? Solo la política. No es suficiente con tener un título académico, con ser culto, con vivaquear en la clase media… no, no lo es. Necesito para pasar de juanillo a don Juan colarme por la política. ¿No miro y veo en mi derredor que quienes fueron siguen siendo? Grandes familias de políticos y títulos nobiliarios, títulos de bolsa y escrituras de fincas, urbanas y rústicas… ¿Permeabilidad social y económica? Más fácil acercarse al poder que a la Lotería Nacional, más al cacique de turno –alcalde o presidente de diputación- que a doña Manolita… ¡Obvio! ¿Meritocracia? ¡Pura simpleza!
         Ha pasado más de un siglo y medio de cuanto les vengo contando y sucedió ayer, es decir: tengo la terrible sensación de que las dos Españas están donde les dije al principio de esta entrada: en la puerta de mi casa, en mi calle, en mi lugar de trabajo, ¡en mi propia casa!
         En la entrada anterior en este blog, en la que comenté el volumen 6 de esta misma colección, les hablé de Josep Fontana… y sus inclinaciones trabucaires (luego me lo tropecé en las noticias como participante del simposio España contra Cataluña, del que estoy pendiente para adquirir las actas, pues las ponencias y sus comunicaciones deben ser interesantísimas). Como por nuestras obras se nos conoce, no quería dejar de averiguar quiénes son Ramón Villares y Javier Moreno Luzón…, autores de este volumen 7. El primero gallego y el segundo madrileño… ¿Algo que achacarles? Nada. Ya escribí arriba que este volumen me parece más equilibrado que el 6 y, como no podía ser menos, mantiene las pautas del anterior: no indica el origen de las citas al pie, aunque en texto cite entrecomillado, comenta asuntos de modo general (y echo de menos más detalles en algunos casos: para eso está la bibliografía y las monografías), me ha agradado la selección de documentos y testimonios que cierran la obra (opinable la selección, supongo)…
         No querría cerrar este largo comentario sin hablar de los nacionalismos… Termino el libro y me pregunto yo… ¿Qué fue de mi Andalucía, Extremadura, Levante, Canarias… en el panorama histórico de España? Nada, o muy poco: casi nada. Estas regiones pasan por la historia de España como lugares de cruce o nacimiento de unos insignes personajes que, si lo fueron, se debe en gran parte porque se largaron a ese puerto de todas las Españas que es Madrid, a ese Madrid de parada y fonda. Cataluña y las Vascongadas son los dos morlacos que amenazan con sus embestidas nacionalistas al resto de los españoles: hoy, como ayer, y en el libro que comento, Cataluña, una y otra vez, sale a la palestra histórica con un mismo y único afán. Lo decía Marías, don Julián: no se debe intentar contentar a quien no se quiere contentar.
         Concluyo: ¿Aprender de la historia para no repetir errores? Dado el caso, los españoles no necesitamos aprender historia, pues, al no salir del error, al permanecer en él, al estar instalados en él, no necesitamos de la perspectiva histórica que nos pudiera enseñar y mostrar el conocimiento histórico de nuestro pueblo. Además, esa materia se imparte con pinzas hoy en el Bachiller… ¡Ya está bien de Historia, quedémonos en las historietas!

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