21 de mayo de 2013

Ochoa, Javier: NUNCA TE QUISE TANTO COMO PARA NO MATARTE. Temas de la novela negra gamberra (III).



         Ignoro si en la red está todo. Se me antoja hiperbólico, pero sí acepto un casi todo. Busco en ella el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales) y hallo, sin ninguna sorpresa, una imbecilidad más de este mundo cargado de imbéciles supercherías, es decir: me vuelvo a tropezar, a estampar contra el término Violencia de género (?), y es que cogida la vereda, o se acaba esta o se acaba el tonto, en este caso la tonta. Ignacio Bosque escribió ya sobre esto un informe y quien lo desee leer que lo busque. El género, por su propia naturaleza y esencia, no es violento, como las hemorroides no son etéreas. Basta ya de eufemismos… ¿se imaginan ustedes a los periodistas americanos o a sus políticos hablar de violencia de género en el denigrante caso del secuestrador de Cleveland?
         Iba a mirar cuántas son las mujeres que han sido asesinadas por hombres en lo que de año va. Lo ignoro. Si hay una es demasiado, pero seguro que, por desgracia, son más. A nadie se nos escapa que el hombre no es un ser bueno, pero quienes desean implantar el Cielo en la Tierra por decreto aún siguen creyendo que Emilio es un ser angélico (quien no conozca a este que lea a Rousseau como hemos hecho los demás).
         El tema de la novela Nunca te quise tanto está recogido en su título y es Paco Galindo, el cutre, quien “mata” a Araceli, la Vacaburra. La relación que se da entre ellos ha dado pie a otro eufemismo: forman una familia desestructurada. La incomprensión, la indigencia humana, el egoísmo, los vicios, las limitaciones de todo tipo llevarán a Paco a planear, y consumar, según creyó, el asesinato y desaparición de quien fue su esposa (ellas dirían su pareja, su compañera…, aunque compartió, creo, algo más que el pan). Por desgracia esta es la sal de muchos telediarios, noticia de ordinaria administración. Un hombre mata a una mujer; más rara vez, una mujer mata a un hombre (¿no les pondrá alguna luz a estas lúcidas lumbreras esta realidad para comprender que el animal macho es distinto al animal hembra, incluso entre los racionales dependientes?).
         Este es en el fondo el tema de la novela negra gamberra de Ochoa. Este es el pecado que cometió para que le birlaran el premio que un justo jurado le otorgó.
         Ya lo escribí en entrada anterior. Este modelo de novela que Ochoa propone tiene un alcance a la mano lectora de cualquiera: común y corriente, vulgar. Se encuentra repleto de lugares comunes tanto en el enfoque de los temas, como en las previsibles expresiones que usan sus personajes. Puro topicazo son: la casa y el matrimonio, el ambiente familiar. La carencia de comunicación en el matrimonio que termina en esa insistencia casi obsesiva de Galindo: la Vacaburra no lo respeta (pero tampoco él se respeta a sí mismo, ni ella a sí misma). La ausencia de comunicación es una situación asentada en ese matrimonio: la realidad es muy tozuda. Paco en su torpeza masculina, incluso, le regala a su mujer la posibilidad de que, si gana un premio literario, el dinero sea para ella: es un modo de querer tender un puente entre ellos; incluso poco antes de matarla… insiste en su vocación ingeniera…, pero no hay respuesta positiva desde la otra ladera. Es cierto que Paco se empeña en la reconstrucción de su matrimonio y acomete la rocambolesca historia que comporta regalarle a su mujer, por san Valentín, los derechos de autor de una obra presentada al premio Satélite con la intención de reconciliarse con ella…, insisto: los machos humanos son así de torpes.
         Al final, todo se tuerce y se reconduce. Lo que empezó en desamor por sutil egoísmo encubierto y justificado termina siendo egoísmo bestial que rompe en un asesinato por el miserable dinero del posible premio y no porque Araceli fuera un pesado fardo en la paupérrima existencia de Paco, ni por su falta de respeto, ni de amor, etc. (v. p. 115).
         En Nunca te quise hay todo un tema relacionado con la Literatura, su creación, y tangencialmente con ella, es decir, con los premios literarios. Todo ello, ambos, tienen que ver más, entiendo, con el imaginario del propio Ochoa que con Paco Galindo, personaje-escritor, guardia de seguridad. El premio Satélite –evidente- y sus jeribeques ahí explicados; el trabajo del escritor, su sacrificio, y otras milongas, etc.; las disquisiciones sobre los premios literarios; la presencia directa de Umbral, que es citado, y de José Manuel Lara, que es convocado…
         Todos estos temas-ingredientes en la coctelera que Ochoa maneja dan lugar a una obra que, insisto, se deja leer y entretiene. Siempre se puede pedir más, pero no peras al olmo.

        En ningún momento el autor hace una defensa de la calidad de la obra que Paco Galindo presentó al Satélite. Sencillamente Ochoa explica cómo su personaje -¿él mismo?- ha estudiado los premios, cómo se pueden ganar, qué hacer, cómo hacer, siguiendo al dueño que se enriqueció con la editorial Satélite (y que nunca arriesgó casi nada en nombre de la Literatura, ese andaluz llamado José Manuel Lara)… Paco Galindo se cree un maestro de la novela porque cree saber qué debe hacer para ganar un premio (p. 77-78).
         Todo esto se me antoja -que el autor lo escriba o lo diga, que es quien lo sabe- un elemento mimetizado más dentro de toda la obra que no es sino una ironía, un juego, una broma. La gamberrada muchas veces carece de maldad. El gamberro… (CARAMBA: consulto el diccionario de la RAE y leo que significa en andaluz ‘mujer pública’ y extrañado acudo al Vocabulario andaluz de Alcalá Venceslada, abuelo de servidor, y ahí está, leche: gamberro también significa puta, etcétera. Todos los días son de aprender); más no nos perdamos: la acción propia del gamberro es la gamberrada, que nunca es un acto delictivo de envergadura, sino más bien una acción molesta, ¡que puede resultar graciosa y simpática! No es infrecuente usar el término gamberrete diminutivo de gamberro como bribón, pícaro –Lázaro de Tormes no es un delincuente, pero sí un pícaro que hace algunas gamberradas-, etc.
         ¿La novela negra gamberra es una broma irónica cargada de lo ordinario cotidiano, pero que se resuelve en tragicomedia esperpéntica no exenta de cierta burla, ingeniosidad, etc.?

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