7 de mayo de 2013

Ochoa, Javier: NUNCA TE QUISE TANTO COMO PARA NO MATARTE Contexto socio-político-geográfico de un jodido premiado sin premio.



Javier Ochoa y servidor en el solar que hoy ocupa la Universidad de Jaén.

          La oscura, difícil y triste vereda de la sacrofobia, el ateísmo, la iconoclastia y sus escolios, sus derivaciones, sus hijuelas y sus siervos me llevaron hace más de un año a comenzar un cierto orden en una línea de lecturas que han ido derivando hasta llevarme a donde actualmente me encuentro: envuelto en ensayos históricos y biográficos que tienen que ver con la Contrarreforma, la historia de la Iglesia, la vida de personajes de la época que actuaron en las Reformas protestantes y los interesantes intentos reformistas, antes de Trento, por parte de quienes después serán llamados católicos.

         He descubierto, por ejemplo, aun creyendo conocer algo la obra de Caro Baroja que este historió parte del anticlericalismo español, en un libro que aún no tuve tiempo de leer. Caro Baroja siempre me pareció un caballero y con eso todo lo expreso. Tomo nota.

         Ya ven, en eso estaba, lento, pero seguro, acumulando notas, lecturas y libros…, todo disfrutón, cuando me llegó una fantástica noticia. Mi amigo de la infancia Javier Ochoa había ganado el premio de novela de la Diputación de Jaén para escritores noveles, pero los políticos se lo habían desconcedido por causas extraliterarias: ¡por ser su novela una obra sexista! ¡Ahí es nada lo del ojo!

         Mi ignorancia por pasos:



1.     Ignoraba que Javier Ochoa escribiera novela;

2.     Ignoraba absolutamente que hubiera un premio para noveles novelistas en la Diputación de mi pueblo;

3.     Ignoraba que le hubieran otorgado el citado premio al citado amigo de mi infancia;

4.     Ignoraba que los socialistas del alma mía, investidos del poder que tienen los políticos con poder, se lo hubieran arrebatado, una vez concedido por el jurado nombrado para tal efecto.



         Se insiste tanto en que con los amigos hay que estar en los malos momentos, que a veces se nos olvida que hay que estar también en los buenos. Y este era un buen momento para hablar con mi amigo Javi, leer su obra y así sumarme a este festín inaugural público de Javier Ochoa, mi amigo, en su condición de novelista, quien ha tenido la buena fortuna de que la Diputación de su pueblo, y el mío, que no es Orihuela, sino Jaén, le concediera un premio y se lo quitaran por razones espurias y bárbaras, lo que viene a ser en román paladino, por pura arbitrariedad, una genuina cacicada facha lo llamarían si contra ellos fuera.

         Como comprenderán ante tamaño dislate no puedo menos que ponerme a ello. Les cuento y les advierto de antemano que lo que les narro son batallas con pistolas de agua y espadas de cartón, ni siquiera de madera. ¿Qué es al fin y a la postre ese suceso en un mundo globalizado, simple, urgente, simplificador? Una tormenta en una palangana de agua sin gas.

         Si usted no es español ni vive en España, si usted vive en España, pero no es andaluz, necesita quizá que yo contextualice esta realidad, para mejor comprender tamaño desafuero. Vamos a ver. En Andalucía, donde está Jaén, como muchos españoles ignoran, gobierna un partido (desde hace años convertido en un régimen, pues aquí estamos montados en el machito desde el año 1978, que es tanto como decir que fue cuando Dios dijo hágase la luz en esta democracia de chichinabo que tenemos por estos pagos). Les explico a quienes no estén al tanto de la cosa porque esto de la pública cosa –que no es una puta por ser esta persona-, sino esotro del gobierno de los hombres, que hoy dícese hacer en democracia en Hispania y en el Al-andalus, lo hace o deshace a su sabor y según su leal saber y entender el PSOE.

         Puestos a ser puritanos, pacatos, pusilánimes, timoratos, simples, mermados, necios, gilipollas… no hay quien nos gane a los españoles, como en casi a todo aquello en lo que nos pongamos de verdad y con un “no hay cojones” por delante, y no estoy haciendo patrioterismo.

         Ahí situados, en Andalucía, en el socialismo progresista (?) español y en la imbecilidad militante vinimos a dar, de unos años a esta parte, en hablar de asesinatos de género, discriminación de género y todo chorrea de lo políticamente correcto. Algunos creen que estas mixtificaciones son yanquis y de ayer, siendo alemanas y con un siglo de vida casi. Es decir, que esa milonga marxista de lo políticamente correcto, de la que ya hablé aquí al comentar un libro de Lapied (y siguiendo un excelente artículo de Linde), nace en la Escuela de Frankfurt y de uno de sus filósofos más señeros, el profesor Horkheimer quien, en su parafernalia de la lucha de clases, viene a decirnos en su elaboración de la «Teoría Crítica» que esta debe determinar quién sufre y quién hace sufrir, qué grupos tienen poder sobre qué grupos para, justamente, terminar con su dominación y el sufrimiento. Por supuesto, el grupo catalogado como débil tiene derecho a todo, incluida la violencia, la injusticia, etc. y, siendo largo de contar, la mujer cae en la sección de débiles del mundo y por tanto es lo bueno, mientras el varón, que se le supone fuerte, etc. es malo como los banqueros, los poderosos y los tractores, supongo, etc. (Si hay quejas sobre lo inmediatamente escrito no dejen de leer el libro de Lapied y envíen la instancia y la queja a su casa, que servidor, repite lo allí leído y que justifica de sobra ideológicamente –así lo considera- por qué mi amigo ganó un premio y fue despojado de él).                                                       

2 comentarios:

  1. Impresionante D. Antonio. Como me acuerdo de cuando estos párrafos eran clases magistrales. Un abrazo fuerte!! Uno de sus muchos alumnos

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  2. Se agradece al público lector afecto, pero eso de los anónimos, lo sabrás, no es lo mío. Mi agradecimiento sincero. Otro abrazo fuerte para ti, Anónimo.

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