Tercera entrada seguida de tres libros
del poeta y profesor Miguel d’Ors. Se trata en este caso, La aventura del orden, de una entrada que da cuenta y razón de una
obra impropiamente poética, pues de poesía habla –y yo diría que la recrea-. La aventura del orden es el afán propio
del profesor y el estudioso que querría poner en claro, posiblemente para sí y
para sus alumnos, qué es de la poesía de los últimos años, que está siendo,
quiénes somos y qué estamos haciendo.
Quien sea seguidor habitual de este
blog quizá se extrañe de este aparente empacho poético de servidor. No se trata
de esta afección, sino de un amable paseo por espacios extraños y
regenerativos. Acercarme a la Poesía es crecer entre la belleza que aportan las
palabras con mimo elegidas.
Declaro y me reconozco lego en la
materia. La poesía es para mí terra
ignota. Leí a los poetas clásicos de forma discontinua; he comentado
innumerables veces muchos de esos poemas, mas la poesía última está lejos de
mis intereses inmediatos. ¿Por qué entonces la lectura de este libro de Miguel
d’Ors? Por dos motivos, para acercarme a una realidad que desconozco y a la que
puedo dedicarle unas horas este verano; segundo motivo: leer las críticas de
d’Ors es un modo de aprender modos de mirar y de decir, maneras de ciertas y
seguras de allegarse a la Poesía y eso siempre lo necesito.
Sé que es lugar concurrido e idea
manida, pero entiendo que ajustada a la realidad: no es fácil distinguir las
voces de los ecos entre los poetas que d’Ors seleccionó y comentó a través de
sus libros en esta obra de 1998. El tiempo es implacable. La realidad tozuda.
Muchos de estos poetas aquí comentados pasarán a los manuales y serán cientos
de avatares y circunstancias las que así lo determinen; otros seguirán siendo
poetas para círculos muy reducidos de personas: conocidos apenas, mas tan
poetas como los otros, tan creadores como los otros, y los habrá mejores y los
habrá peores que entre los conocidos. Añado: ¿quiénes se encuentran en el libro
de d’Ors? Cualquiera comprende que se hallan en él los poetas de quienes tuvo
noticias porque le llegaron sus libros, sus creaciones… ¿Hay más? Obvio. Me
pregunto por ejemplo, con perdón, la ignorancia es impertinente a veces, ¿dónde
está mi amigo Carmelo Guillén de quien nada se dice en este libro y es poeta,
entiendo, de obra consolidada y reconocida?
Entre los libros que comenta d’Ors
hallo obras de profesores que lo fueron míos en la Facultad de Filología de
Granada, Álvaro Salvador, Federico Bermúdez o allí supe de ellos, Vicente
Sabido, siendo todos compañeros suyos de claustro. Otros poetas aquí estudiados
son absolutamente desconocidos para mí: nunca oí de ellos. Algunos son nombres
para mí conocidos y algunos poemas o libros suyos leídos: Víctor Botas, Antonio
Colinas, Eloy Sánchez Rosillo, Andrés Trapiello, el propio d’Ors.
Digamos que d’Ors arranca de los poetas
novísimos de quien nos habló Castellet, pero que no editaron antes de los 70 y
que por tanto se distancian de los presupuestos de la primera hora y hornada.
Quizá el rasgo más sobresaliente sea la rehumanización: la poesía se acerca al
calor de lo propiamente humano y el poeta se manifiesta por sí o por sus
prójimos –testaferros o no- a la animalidad de la racionalidad, a la racionalidad
de la animalidad y en ellas a la relación, a la interdependencia entre seres
humanos.
Hay sin duda un discurso ordenancista
en la intención de d’Ors: quiere situar a los poetas en grupos para que el
lector pueda mejor situarse y situarlos. Así habla de una segunda promoción de
poetas, nacidos entre 1939 y 1953 y que, como escribo, siendo propiamente
encuadrables en la generación novísima no publican antes de los 70 y tienen
rasgos que los distingues de los primeros novísimos: son más intimistas (P.J.
de la Peña), “poesía de la experiencia” (E. Molina Campos), “poesía figurativa”
(J. L. García Martín) o como el propio d’Ors explica en su libro En busca del público perdido. Aproximación a
la última poesía española joven (1975-1993) donde habla de una poesía “que
retorna a un sentido clásico, a un equilibrio entre esmero formal y contenido
humano, a un concepción de la tradición como único punto de apoyo válido para
cualquier nueva aportación”. (102) Entre estos se encuentra: Juan Luis Panero,
Justo Jorge Padrón, Javier Salvago, Eloy Sánchez Rosillo, Fernando Ortiz,
Víctor Botas, etc.- (ahí pueden verse algunos de los rasgos señalados por d’Ors
para este grupo).
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