23 de abril de 2012

Dos artículos de Antonio Muñoz Molina (II)


         Cuenta el Génesis, y lo pueden comprobar, que andaba Dios buscando a  Adán y tuvo el hombre miedo porque estaba desnudo, y se ocultó. Dios que ya sabía la causa, quiso, sin embargo, como Padre que es, escuchar a su criatura. Poco a poco se desarrolla la escena. Dios le pregunta cómo supo que estaba desnudo, no le pregunta quién le dio de comer del árbol, pero Adán se dio cuenta de que el mazazo de la responsabilidad recaía sobre él, y se excusó: había comido porque la mujer, es decir, Eva, le había ofrecido. Adán pretendía descargar si no toda la responsabilidad sí, al menos, una poquita en su compañera. Eva, visto el panorama, sintiendo que se había equivocado, que le caía una responsabilidad que era cierta, decidió sacudirse también ella una poquita, tal y como hizo Adán, y le contó al Señor que la Serpiente, en fin, le había contado, le había dicho y que ella… La Serpiente…
         En el fondo Eva y Adán comen porque desean ser como dioses. Se dejan engañar porque el brillo del poder, los destellos de las apariencias, del saber, del conocimiento, de… les ciegan. Es humano. También es muy humano, pero de una humanidad infantil, inmadura, adolescente, el culpar a otros. La responsabilidad no se corresponde con la libertad que reclamamos, que exigimos, muy particularmente, para nosotros.
         La actitud de Adán, la de Eva, esa actitud pueril, resello de todo adolescente, lo encuentro en su artículo sobre la libertad de Muñoz Molina. MM. hasta hace cuatro días ha sido marxista, posiblemente aún lo sea. Ignoro si en algún texto, Muñoz Molina ha explicado, con detalle, la evolución de su pensamiento. Ignoro si tendría que hacerlo o podría hacerlo. El párrafo para mí no tiene desperdicio: “En mi primera juventud a mí me enfurecía la falta de libertad de expresión en la España de Franco o en el Chile de Pinochet, pero extrañamente esa misma libertad no la veía necesaria en China o en Cuba. Esa doble vara de medir la había aprendido de la intelectualidad europea, y de sus derivados españoles, que se caracterizaba por un curioso sentido geográfico de las libertades: en los países donde ellos vivían las consideraban imprescindibles, y hasta insuficientes. Pero a medida que aumentaba la distancia geográfica o variaba la temperatura se iban volviendo progresivamente más comprensivos con los abusos que para sí mismos nunca habrían aceptado”. Lo que es tanto como para contestarle: “Usted aprendió lo que quiso, de quien quiso, como quiso… Usted, con Cervantes, se lo digo…, Tú mismo te has forjado tu ventura…”. Aún en su artículo sobre la libertad, al que pertenece el texto citado sigue MM sosteniéndola y no enmendándola. ¿Son ciegos quienes me envían los artículos o quizá no miraron o también a ellos les cegaron en su juventud? Porque no hay peor ciego… El hermanastro del Lazarillo, al ver, a su papá se asustó el pobrete por ver a su padre negro y a su madre le dijo aquello de “Madre, coco”. Se queja de nuevo Muñoz Molina de la falta de libertad de Rushdie… y de tal periodista en tal nación y cita: Ecuador, Argentina… Tiene razón Muñoz Molina, pero no dice toda la verdad: qué fácil le era al niño asustarse del padre negro, siéndolo él también y no viéndose. Una vez más MM olvida en ese mismo artículo que la libertad no es divisible y sea donde fuera allá donde se conculque es una quiebra para todos. Muñoz Molina vuelve a olvidarse de Cuba: no cita como espacios de opresión ni Cuba ni Venezuela, tan cercarnos, a los países nombrados… Son resabios del pasado, de lo aprendido en su primera juventud y que aún alienta en el fondo de su pensamiento. ¡Qué bueno Fidel, compañero! Ser tendencioso es trenzar con los propios espartillos la pleita para que dé la cara que nosotros deseamos… Se me antoja improcedente recibir lecciones sobre la libertad de MM (hoy mientras escribo se notifica que en marzo de 2012 se detuvieron en Cuba al menos 1.158 opositores cubanos fueron detenidos por motivos políticos).
         “Madre, coco”, dice el niño mestizo. “Hideputa”, pues tal era, le contesta su padre no sin cierta enorme ironía. La libertad, no lo dice Muñoz Molina –me temo que no se atreve porque no cree en ella- no puede vivir sin la verdad. Cierto que estoy de acuerdo en el fondo de lo que escribe en sus artículos que tan fervorosa y cándidamente me envían y reenvían… La libertad más frágil y Hora de despertar. Tendrán que despertar quienes, como él, estuvieron dormidos y participaron en los nefastos fastos a los que hace referencia en su segundo artículo… ¡Qué fácil ver la viga en el ojo ajeno! “Madre, coco”. ¿Por qué llama él al despertar de la ciudadanía? ¿Acaso porque está despierto, porque está en Nueva York, o porque él es… distinto, el mismo altivo que conocí hace tantos años? Creo que quien debe despertarse y arrumbar ese pensamiento inútil de corte marxista es él. Cuando se dio la cara para una formación marxista, como es IU, ¿no habrá que dar la cara para desdecirse donde se dijo Diego? Cierto que la verdad lo es la diga quien lo diga… y, por tanto, también la puede decir cualquier Muñoz Molina, mas, ¿qué peso tiene en sus teclas si con una mano parece defender la libertad y con otra defiende los países y las ideologías que la sojuzgan? ¿Qué peso tiene en sus teclas su despertar si él vive una madurez dorada en Nueva York y en el Instituto Cervantes mientras los cubanos siguen encadenados por su amigo Fidel?

                                                                                                                                       …/…

4 comentarios:

  1. Te pido, Antonio, que cuando te den el Planeta,el Cervantes, el que sea, esta será la primera libreria donde firmes ejemplares, ME LO PIDO.

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  2. De momento me acaban de dar la PAPELETA en una editorial donde tenía mis CUENTOS PARA TI... Al final lo tendremos que editar BAJO la firma CRUZ M&A. Ahora después de este comentario, como me dé tiempo, escanearé la LIQUIDACIÓN de mis obras durante el pasado año y así quede constancia de que FÍGARO sigue vivo... En España, escribir es llorar... ¡Pero nadie obliga ni a escribir ni a llorar!, que conste. Seguiré escribiendo mientras pueda y sin llorar como hasta ahora. Con afecto.

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  3. Tambien la editoriales son una cruz

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