9 de junio de 2011

Simon Leys, “La felicidad de los pececillos”

    Las últimas entradas del blog, bajo especie epistolar, han tratado sobre la felicidad. Realidad de capital importancia, entiendo, en la vida de las personas. Le seguirán otras no me menos importantes: me animo. Con ello, así, quizá dé cumplida cuenta de lo que fue un proyecto abortado por diversos motivos hace unos años y que ahora, de este modo, parece cobrar letras.
    El título del libro que comento es pura casualidad con respecto a lo anterior. El libro fue recomendación de mi librera. Olvidé si la obra o el autor, pero ha venido a coincidir en el tiempo su lectura con lo tratado de la felicidad.
    En realidad, La felicidad de los pececillos, título de la obra, lo es también del primer ensayo que la componen. La obra es una serie de ensayos con un denominador común: aborda temas de cierta actualidad, siempre desde un ángulo cultural, culturalista, intelectual. El autor se vale de situaciones corrientes, lecturas, sucesos nimios y cotidianos para sublimarlos y hacer de ellos objeto de comentario agudo y sugerente, cargados de eso llamado sentido común. Innumerables las citas que trae al caso y de todo tipo: de biografías de pintores, escritores, pensadores… Innumerables los temas por los que transita. Me llaman la atención especialmente las referencias a la cultura oriental: pintores y escritores chinos en particular donde parece que el autor se maneja a su sabor.
    Ignoro quién es Simón Leys antes de leer el libro. Una vez acabado me intereso por el autor y compruebo en Internet que bajo este seudónimo vive Pierre Ryckmans, belga (Bruselas, 1935): escritor, crítico literario, traductor y sinólogo belga. Sus obras tratan sobre todo de la cultura china, la literatura y el mar. Su condición de sinólogo da cuenta y razón del motivo por el que conoce con detalle el mundo oriental. Fue profesor en Australia de literatura china, casado con una señora de esta nación.
Simon Leys
    ¿Interesante el libro? Me ha resultado amable. El cambio de temas da una variedad que hace amena la lectura. Anécdotas, dichos, comentarios y reflexiones sobre lo que otros escribieron, pintaron, filmaron, dijeron o quizá sólo quisieron decir sin pensar demasiado.
    Si en la variedad está el gusto, en ella misma también está la calidad variable bajo mi modesto punto de vista. Siendo la media muy alta, destaco de entre los ensayos: el que da título al libro, La verdad del novelista, El imperio de lo feo, El éxito de lo vulgar, Los cigarrillos son sublimes y una serie de tres artículos, Los escritores y el dinero… Algunas anécdotas: la del padre de C. S. Lewis, sobre el tabaco en Ulster, otra sobre la fornicación pública en  un tren… ¡este mundo de locos!
    En general demasiado ingenioso para mi gusto (v. Elogio y refutación del ingenio de José Antonio Marina). Demasiado resabido. Lo recomiendo, sin duda, para quienes tengan gusto por lo exótico en sentido amplio, por el desarrollo ingenioso a partir de lo cotidiano, un conocimiento generoso y amable por la cultura también en sentido amplio.
    Ante el saber del autor me quito el sombrero y dejo paso a alguna otra obra suya para deleite de algún ratico feliz a la sombra de un libro.

2 comentarios:

  1. Hola Antonio.

    Buscaba información sobre el libro que comentas para comprarlo o no, tendré encuenta tu opinión . Me interesé por él después de publicar en mi blog un texto sobre estética china de su autor que encontré en una revista que tenía por casa. Me pareció muy bueno. Si quiseras ojearlo, ayer mismo lo colgué:

    http://barzaj-jan.blogspot.com/

    Encantado de encontrar tu interesante espacio. Con tu permiso, me daré una vuelta por aquí.
    Saludos

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  2. Gracias por tu visita y por confiar en mí. Publico ahora tu comentario -disculpa el retraso-, porque deseaba leer en tu blog lo escrito por Leys: ¡Suntuoso blog el tuyo! En este librito, "La felicidad..." no se extiende tanto en lo oriental como veo que lo hace en el largo y curioso comentario que tú publicas. Me aprovecho del concepto de ARMONÍA: me interesa.
    Insisto, Jan, muchas gracias.
    Saludos.

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