26 de mayo de 2011

Don Ramón del Valle-Inclán, "La cabeza del dragón"

Por amable necesidad del guión elegido, un año más me acerco por Valle-Inclán. Nada nuevo por mi parte, salvo el gustazo de leer un clásico, que no es poco de pavo. Hubo años de Luces de bohemia y de La cabeza del dragón… Se me cruza este año el dragón y el Príncipe Verdemar, Espandián… Se me van vivos, de momento, Max y don Latino.
Uso una vieja edición de la desaparecida, creo, Austral juvenil. El libro no es una joya, pero, por lo menos, no se me caen las hojas al abrirlo, como sí me ocurría con la Austral ordinaria. Las ilustraciones de Viví Escrivá me resultan agradables, familiares ya. En la Biblioteca Miguel de Cervantes se le dedican unas páginas a esta obra, lo escribo para el curioso que desee ir más allá. El verdadero interesado seguro que lee la obra, es un rato breve y agradable, insisto.
Sin duda es un error editar este libro para niños. A partir de 9 años, se advierte en la contraportada; lo que no es decir casi nada. No: Valle es un autor adulto para adultos. Incapaz de evitar la ironía, los juegos de palabras, los anacronismos, la deformación del fondo del vaso, del callejón del Gato… Todas ellas, claramente, fuera del alcance del adolescente y del joven, salvo que su lectura sea guiada. Sus acotaciones bien merecen una tesis doctoral, aunque, muerto el dragón, al traer sus secuaces la cabeza del bicho, Espandián, EL BRAVO, no puede evitar una simpática comparación: “Es pesada como una tesis doctoral”. ¡Cuánta razón!
Sus aciertos estéticos son innegables. Da sí la impresión, ignoro el contexto concreto de la creación de esta obra, de que bien pudo intentar el buen don Ramón escribir esta Cabeza como si se tratara de un juego, pero insisto, el juego le sale arte y el arte no siempre es sencillo y simple.
Los temas que aborda en la obra son innumerables. Desde el humor o desde la ironía, con la seriedad de un momento histórico por el que el autor pasa que no es plato de gusto. La corona no queda bien parada: los reyes y la reina son ridiculizados por quedar reducidos a meros elementos decorativos y de dudosa estética. Los políticos no tienen ni tuvieron buena fama. La corte toda… sigue siendo la corte de los milagros. El valor que se otorga a lo externo, a las apariencias, es motivo de mofa por parte del genial autor teatral.
Como solía ocurrir antes del Lazarillo, ganan los buenos sin ningún género de dudas. Los malos son arrasados por el bien y el dragón nunca podrá ni rozar a la princesa.

4 comentarios:

  1. Hola! Don Antonio soy Jose Manuel soy uno de tus alumnos de 3º ESO B. Como ya nos dijiste en clase que si tenemos un tiempo libre o queremos visitar y comentar sobre la cabeza del dragón en su blog, que lo podíamos hacer. Bueno pues he estado leyendo su pequeño documento sobre la cabeza del dragón y está muy bien redactado. Lo que más me ha gustado ha sido cuando he leido: "El libro no es una joya, pero, por lo menos, no se me caen las hojas al abrirlo, como sí me ocurría con la Austral ordinaria".
    Bueno pues ya está, solo decirle eso. Adiós Don Antonio.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu visita y tu comentario. Espero que tú disfrutaras con el teatro leído en el que hiciste, si no recuerdo mal, de Príncipe Verdemar.
    A veces no practicamos mucho este tipo de textos... y me parece interesante salir de las novelas y acercarnos al teatro, a los poemas que estamos comentando...
    Insisto, gracias por tu visita. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Nosotros estamos leyendo en nuestra clase este libro y la verdad es que esta muy bien redactado y me ha ayudado. gracias

    ResponderEliminar
  4. A ese anónimo de mayo de 2012... Gracias a ti por entrar y leer el blog. Valle fue un genio. LA CABEZA es una obra cargada de él... Seguro que has pasado un rato amable entre príncipes y bufones y espadas de cartón... Un abrazo.

    ResponderEliminar