10 de septiembre de 2010

Una de libros-plancha... Sin bromas.

        Un tipo de Gainesville, Florida, lo sé porque lo he mirado en un mapa, dice que va a quemar coranes, como el barbero los libros de don Quijote. Es pastor como podía ser bombero en Lanzarote que, para el caso, tanto me da; sea escrito con respeto para pastores y bomberos. En el fondo, lo va a hacer por soberbia, por afán de notoriedad, por unas horas en las noticias -por estas letras que le dedico-, es decir, por pura necedad, porque a él le sale de una pistolita del calibre 40. Ahí está el tío, con cincuenta fieles, armando la de aquí-estoy-yo-con-dos-cojones. De momento, su irresponsabilidad, con el efecto mariposa, ha llevado a la muerte a una persona en Afganistán en las manifestaciones: otro, seguro, que bien bailaba. Contra esta especie de juez Lynch, con bigotazo, y un retrato de Bush sobre el sillón de su despacho hay  que ser sensatos: mandarle al cabo de puesto de la guardiacivil y que le diga lo que hay a este lado de la raya. Que de casi todo se harta uno y de poco puede fiarse. Que estos americanos, muchas veces, o se pasan o no llegan.

2 comentarios:

  1. Siempre me acuerdo de Bradbury cuando aparece la relación libro y fuego. Y de Guy Montag...
    Sépalo usted, maestro.

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  2. El libro de Ray Bradbury no lo leí nunca. La película la vi cuando era un niño. Me pareció el mundo del revés... Se me quedó grabado que unos contaban los libros a otros para que nunca se perdieran en el olvido; me pareció admirable: ¡con el trabajo que nos costaba aprender la Álvarez de memoria!, pensaría. Luego vinieron otros problemas…

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