16 de septiembre de 2010

¿Qué hay de mis plantas?

    Quien habla solo espera hablar a Dios un día… Como verso dentro del Retrato  del maestro, bien está. Como punto de apoyo para dar un paso, para buscar lo necesario para paliar la indigencia humana en este barrio…, es pobre.
    Me arrimé a este blog también para conversar… Pedí ayuda. Pregunté qué les pasaba a mis dos hermosos jazmines que no echan flores (recibe el nombre de jazmín, la flor y la planta; a ésta algunos la llaman jazminero). Nadie me dijo nada. Nadie me dio noticia. Mi observación me lleva, me temo, tras pensarlo, a que les falta sol… En un blog donde se hable de Literatura, de Libros… debe caber casi de todo. En un lugar así se debieran de dar cita los saberes más alambicados y los más toscos, aún sin pulir, pues unos y otros conforman la vida toda, continua, una y única, irreversible, biográfica…
    Me resulta indeseable que muchos en esta sociedad -en su descalabro de valores- sólo promuevan realidades distraídas por ideas hedonistas y utilitaristas. Pregunto por el jazmín y me puedo quedar mirando mis plantas hasta metamorfosearme en un bicho repelente, negro, gordo, panzudo, solo,/ triste, cansado, pensativo y viejo. A mis jazmines les falta estar más soleados. Apostarlos al sur… Rechazo la conversación que intercambia artefactos de la índole que sean, pero instrumentales, que olvidan ostentosamente ridículos esos espacios existenciales donde sin alharacas se habla con la pareja o de la pareja, de libros, del dolor y el sufrimiento, del trabajo y de la felicidad, de las plantas y los animales... Umbral decía que Alonso, Dámaso, era el hombre que más sabía de versos y de güisqui de España: ahí hay mucha conversación de por medio, mucho libro y muchas letras que cortar…
    No, no quiero soliloquios. Por favor… ¡Avisad a los jazmines con su blancura pequeña!

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