13 de octubre de 2023

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA-33

 


Marías, Julián, Nuestra Andalucía


Como en tantas realidades, quehaceres y actividades humanas, la investigación no es un tren que debe salir a hora fija: se hace lo que puede cuando se puede. Ahora leo esta obra que quise tener y leer antes con motivo de lo que escribo de Alcalá Venceslada, mas no fue posible. Vamos allá.

Dicen que hay erratas que mejoran los textos donde se hallan. Es posible que los hagan más simpáticos, por lo menos, alguna conocí. La edición que estoy usando tiene algunas garrafales que, ciertamente, no mejoran el texto original. En textos poéticos y filosóficos una errata, el cambio de un singular por un plural, como en este caso, por ejemplo, son demoledores: derrumban un texto y una obra toda. Encuentro en el libro un error penoso, que he oído muchas veces y no leí, sin embargo, nunca, que yo recuerde. Ortega afirmó, es un lugar muy común: que yo soy yo y mis circunstancias; esas circunstancias así, en plural tumban parte del pensamiento orteguiano y lo hacen removerse en su tumba.  

Dicho esto, me centro en el contenido del libro. Leer una obra de Julián Marías es un seguro de elección que el elector tiene, que no se ha equivocado. Las hay, lógico, mejores y peores, con más o menos enjundia. Esta no es ni de las mejores ni de las más enjundiosas, pero el rato de lectura ha sido agradable y de buen provecho: Marías siempre hace reparar al lector, pensar, remirar lo ya mirado o visto… ¿Repito por enésima vez que es una pena su arrinconamiento intelectual? ¡Pues dicho queda!

Lo leo a toro pasado con motivo de la realidad que Andalucía es y a la hora de articular la obra de Alcalá Venceslada como una existencia netamente andaluza: la obra de este no se comprendería si no se entiende que enraíza y nace y crece en una circunstancia andaluza que es enriquecida con la experiencia de su vida, desde niño, hasta su muerte en Jaén y sus vivencias en Andújar, Marmolejo, Málaga, Granada, Sevilla, Cádiz y Huelva, lo que no es poco decir, como comprenderá el lector.


                                                       Julián Marías

El problema es atinar con claridad en la exposición de qué sea Andalucía. Reconozco mi incapacidad para hacerlo si no es dando muchos rodeos, apoyarme en muchas imágenes, en muchas autoridades más sabias y conocedoras de la materia que servidor. Aún así no es fácil, perdonen la expresión, encerrar ese gato en la talega. Ya comenté que el libro que más me ha ayudado, por iluminarme muchas de esas realidades andaluzas, es el de Enrique Baltanás, La materia de Andalucía, de lectura agradable, entretenida, y que recomiendo vivamente. No solo en los textos del propio autor, sino en los muchos textos, obras, etc. extraídas y aducidas por Baltanás: esta obra de Marías que ahora, con tantos rodeos pretendo comentar, nace de su bibliografía.

He leído muchísimos libros de Marías. Me atrevería a decir que algunas decenas, sin duda. Me gusta su pensar y se me antojó siempre, es una opinión particular, más enriquecedor por su practicidad que el de su maestro, Ortega, como el mismo Marías promovió llamar al filósofo madrileño. Muchas de las obras de Marías han sido iluminadoras para mi propia vida.

Este libro, sin embargo, me va a permitir que lo califique de flojo. Si de suyo, muchos de los temas que aborda Marías en su pensar y escribir son evanescentes, más aún se me antoja este sobre lo que podríamos llamar el ser de Andalucía. ¿Qué es Andalucía? Es muy posible que, de no haber leído y meditado muchos de los textos siguiendo a Baltanás, no dijera que el libro de Marías se me antoja flojo. Releo las notas que he tomado mientras leía y me da la impresión de si de algo es posible calificar al libro de Marías es de impreciso, vago, ambiguo… No es confuso, ni inexacto, pero me temo que se le escapa la realidad andaluza entre los renglones. Anoto: “El filósofo transmuta en poeta. Textos líricos”. Es excelente el intento de Marías por atrapar qué es esa Andalucía tan diversa, tan extensa, tan variable en el paisaje y en el tiempo, sus costumbres, en el paso de los siglos y los pueblos que la habitaron… No renuncia el filósofo a su intento, pero necesita de la imagen, de la metáfora, del circunloquio, pero aún así no parece que sea fácil ver a Andalucía rendida al pie de los párrafos de Marías. Ni lo veo en los textos de Marías, ni la vi en los textos del llamado padre de la patria andaluza (por cierto, ¿quién es la madre? Si hay una hija y un padre, debe de haber una madre y no la identifico en las lecturas que hice de Blas Infante).

Afirmar, como hace Marías, que “Andalucía es lo diferente de España” no es poco decir, pero no aclara mucho, porque si escribo que “Cataluña es lo diferente de España” es también verdad, pero no me queda claro qué diferencia a Cataluña de Andalucía y a esta de Extremadura, tan parecidas y tan cercanas. No, no es fácil acometer en tan poquitas páginas realidad tan, perdón por la reiteración, evanescente, inconsútil -ojo, del verbo latino suo-, una realidad tan inmensa en el tiempo y el espacio. Sin duda Marías aporta una particular visión de Andalucía que nace de su experiencia personal en sus viajes por ella -su mujer era de Arjonilla, Jaén-, de sus lecturas que le dan una personalísima perspectiva que enriquece al lector, que huele las flores de las macetas, en esos patios, ¡donde los hay y están con macetas!

Perdonen que aquí me plante. Tengo más notas tomadas sobre el andalucismo, que ya saldrán por otros escritos, ¡o no!, pero quede claro que esta obra no atrapa Andalucía, pero pasea al lector por sugerentes ideas sobre ella. Si usted gusta…

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