22 de enero de 2014

Un remate para la Restauración española...



         [Ya cerrada y conclusa esta larga entrada vuelvo como si de un bucle se tratara al comienzo de ella y a la afirmación nada novedosa que hice: el problema de España está en su incultura. Considero que no debía olvidarme de decir algo al respecto.
         Los esfuerzos de todo tipo: personales, económicos, sociales, profesionales (reformistas, instuticionistas, profesores de colegios religiosos o no, maestros nacionales, maestros de escuela…) realizados para la instrucción de la población en general en el último siglo han sido ímprobos, objetivos, mensurables, y, evidentemente, no infructuosos, pero aún insisto, insuficientes: somos un país inculto y una nación maleducada en general, y con salir a la calle y mirar nos ahorramos el abono de una encuesta.
         Arrastramos hasta hoy varios traumas descomunales que son taras, casi, de una raza y unos pueblos, campos de nuestras batallas españolas viscerales:
         El ejército, lo militar en sentido lato, digamos, creo que debemos darlo por zanjado, entre otras causas, por la inclusión de España en la OTAN y la última militarada fue el patochada del 23-F. Quizá queden aún zonas oscuras con respecto a esta, pero no proyectan sombra. Lo militar ha dejado de ser un problema que lo fue hasta hace… no tanto.
         A la religión la ha convertido en un gran lodazal. Muy particularmente los católicos quienes, con símbolos y estandarte de la Iglesia, para su uso particular, las han metido, a la religión y a la Iglesia católica, en banderías políticas, económicas, etc. que no le corresponden desde ciertos ángulos a las que se les fuerza y a las que se le declaran enemigos viscerales. Estos no son sino un laicismo rampante que pretende imponer una ideocracia, en el sentido unamuniano del término, y así generar un dominio o alcanzar un poder por la imposición de sus ideas, que terminan en el totalitarismo del propio laicismo como religión de la democracia en nombre de lo políticamente correcto, creado por la escuela marxista de Frankfurt, y su mentor Horkheimer (y si no, pregunten en mi calle).
         Los nacionalismos se levantan sobre el egoísmo cegato, recalcando lo mínimamente diferencial, frente a la comunidad, contra la realidad internacional cada vez más global, aspirando ellos, los nacionalistas, a vivir a la sombra del campanario –del suyo, claro: pequeño, cutre, de metro y medio…-, mirándose cada perrico su cipotico (sin perdón), levantando muros, físicos o imaginarios, dando muestras de una inteligencia colectiva justita justita, al límite, digamos: ¡de tener que llevar a los dirigente de esas ideas a las clases de apoyo para recuperar carencias! Algunos incluso hablan varios idiomas, pero como dijera Unamuno: se puede ser tonto en muchas lenguas.
         La enseñanza -otro fangal- como afán por hacerse con la palanca del supuesto cambio futuro por la vía del amaestramiento y la manipulación torticera de los niños y los jóvenes, como influencia en una formación tendenciosa. Al no haber verdadera formación en este campo destrozado de batalla, la influencia, me temo, no es excesiva. ¿Cómo es posible que tras los siete años de dictadura de Primo se pariera una República? ¿Cómo es posible que tras los cinco años de república se heredara, al final, una guerra? ¿Cómo es posible que tras los cuarenta años de Franco –dos generaciones largas- quedara el solar formativo que dejó el glorioso Movimiento Nacional hecho un erial? Enseñantes, educadores, formadores, instructores, profesores, maestros y alumnos, discípulos, aprendices… todos puros fantoches en el guiñol manejado por los políticos, sus partidos y sus facciones y sus leyes y contraleyes de desinformación e ignorancia igualitaria para todos.
         La corrupción política y económica por medio de los caciques o sus sucedáneos bajo el eufemismo de políticos, sindicalistas o sus semejantes, ha sido siempre en España fuente de endogamia, nepotismos, amiguismos, sobrinazgos… Contaban que era norma entre los políticos llevar anotados en unas libretas quiénes eran recomendados, por quién y en qué quedó la recomendación (cfr. Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado). El fin era siempre el mismo que pretendió el Lázaro nacido en el Tormes, es decir, “arrimarse a los buenos”… que dan nóminas, prebendas, momios… que los administradores de la Administración-Estado reparten entre la clientela sujeta al pesebre que siempre produce pingües beneficios electorales que mantienen el sistema engrasado, enrocado y firme de continuo.
         El reparto de la tierra y del zapatista “la tierra para quien la trabaja” ya solo queda en zonas residuales de Andalucía, en el museo de principios del siglo XX donde se muestran sindicatos como el SOC y sus dirigentes muy propios de épocas remotas. La tierra ha dejado de ser motor de la economía –me resultó extraño leerle a Ortega que la agricultura sería la salvación económica de España- y ha pasado a ser un sector marginal, subsidiado que vive del limosneo. La tierra sigue siendo sólo un símbolo animal, reminiscencia de estadios humanos ya superados, que se da en los pueblos de forma casi exclusiva, de un poder que fue, pero que hoy es irreal.
         Toda esta sinrazón española no tiene más explicación que esa base amorfa sin formación ni educación que es el ente abstracto llamado pueblo. Todo cuanto escribí es lamentable. Dan ganas de llorar al ver cómo se ha dilapidado y se dilapida un capital cultural, social, colectivo… Sea todo esto escrito, ahora sí, con perdón].


Si una sociedad inteligente sabe resolver los problemas sociales, creando capital comunitario y ampliando las posibilidades de acción de sus miembros (lo que ahora se llama empowerment), una sociedad estúpida hará lo contrario. Crea más problemas de los que resuelve, destruye capital comunitario y entontece o encanalla a sus ciudadanos. El caso más claro de sociedades fracasadas lo ofrecen aquellas que desaparecieron por la mala gestión de sus recursos comunes.

                                               José Antonio Marina, Las culturas fracasadas.

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