Conil de la Frontera es un pueblecito de la costa blanca de Cádiz. Pueblo de pescadores que, como todo pueblo de costa y pesca que se precie, se ha convertido en espacio de confluencia e invasión donde los turistas paramos para intentar descansar, o sencillamente consumir ocio. Servidor va a un hermoso rinconcillo, discreto y claro, acogedor como si fuera propio, donde una amiga nos da cobijo y amparo y donde recalamos de vez en cuando.
La primera vez que oí
hablar de estas orejitas que dan título al libro que hoy comento fue dando un
paseo con unos amigo en una playa de Fuengirola: ellos las coleccionaban y
tenían botes llenos de ellas; sin embargo estas conchitas tenían historia aneja que ellos ignoraban o
que no me contaron y que ahora averiguo por mano de la autora.
Mamen, mi amiga, es la
madre de Alejandro, quien era hace tres años un hermoso bebé y que ahora es un niño
andarín que va y viene por la finca con su perro Nano y bajo la minuciosa vigilancia
de su madre que no le quita ojo al crío. Bromeo con el niño y le digo que si
quiere mi perra negra. Alejandro, si le regalo a mi perra Noé, se la quedaría
me dice. Le contesto que se la vendo. El problema es que no me la puede comprar,
argumenta, porque se quiere ir de viaje y está juntando un dinerillo para ello.
Su madre, cuando hablamos
la última vez por teléfono, me dijo que ella, como yo, también escribe. Escribe
y ha editado un hermoso libro que esconde una historia
sencilla, lineal, íntima con unas preciosas ilustraciones de Cristina Geneiro.
El libro lleva por sugerente título Las orejitas de la suerte.
Una historia sencilla,
lineal, íntima
“Mi libro se lee en un rato”, me dijo Mamen, y no exageró en absoluto: en un rato corto el lector interesado puede pasearse por el cuento que Mamen ha escrito pensando, seguro, en Alejandro, quien es el narrador de un cuento que tiene una base real donde está implicada Carmen, la madre de Mamen y abuela de Alejandro. Supongo que este conocerá el cuento de sobra porque su madre se lo habrá leído y enseñado muchas veces y que lo podrá leer a no mucho tardar…
Donde hoy todo es tan
complejo, tan innecesariamente extenso –esas novelas de miles
de páginas, varios volúmenes, etc.–, la obra de Mamen nace
del cariño a su hijo y del agradecimiento a su madre. Abuela y nieto son los protagonistas
de esta historia que brota del mar, en los paseos tan comunes en las preciosas
playas de Conil, donde nos damos cita cientos de caminantes que más que holgados,
en paralelo a la orilla, vamos y venimos: personas de todas las edades y
condiciones, solos o en grupos, parejas, turistas de toda laya y nativos del
lugar… Una abuela, Carmen, y un nieto, Alejandro, recorren las páginas de esta
obra y esa orilla del mar en busca de límpidas verdades que pasan de unas
generaciones a otras. Las olas, y quienes en ellas habitan, traen y llevan en esas
orejitas, las vidas de quienes saben escuchar, de quienes aprenden a ser
pacientes y dejan calar la hermosura de un cuento sencillo en el hondón de su
ser. El mensaje de las orejitas que tantos nombres reciben, bolma rugosa
es su nombre científico, solo lo pueden alcanzar las almas sencillas.
Gracias, Mamen. Quedamos a la espera del siguiente.
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