5 de diciembre de 2023

490- McCarthy, Cormac- EL PASAJERO / STELLA MARIS

 



Me paro antes de terminar de leer la obra. Me quedan solo unas decenas de páginas de las 620 que componen esta última obra publicada de Cormac McCarthy hasta la fecha: 2022 (él murió el 13 de junio de este 23). Me planteo… ¿y esta novela, o lo que sea, cómo la comento yo en una entrada del blog: por la extensión de la misma, la complejidad, la riqueza…? Escribo “o lo que sea” porque esta obra tiene algo que podríamos llamar novela ensayística o de ensayo dialogado cuasi socrático, y así, digamos, la obra es un reflexivo ensayo dialogado sobre la vida ordinaria y la sublime, de la relación de los hombres entre ellos y de estos con el mundo real, imaginario, ideal y hasta del imposible… Perdonen la intertextualidad: todo esto me ha recordado, un tanto, en lontananza a la obra de Unamuno y los personajes de sus nivolas, a las figuras de su teatro…

Por de pronto o por lo pronto, que ambas locuciones son correctas, se me ocurre pensar si todo el libro es una sola novela o dos o incluso tres. Me explico. Digamos que, la primera parte de la obra, El pasajero, está diferenciada en dos partes claramente distintas: en una, con letra regular, se sigue a un personaje, Bobby Western, hijo de un colaborador del creador de la bomba atómica, Robert Oppenheimer. Cuando la obra se inicia el tal Bobby es buceador profesional de rescates, aunque ha sido piloto de carreras y un genio de la física, que abandonó los estudios. Lo que McCarthy nos cuenta del personaje son sus divagaciones en conversaciones y sus vagabundeos; por cierto, evita el autor en toda la obra y sus partes los signos propios establecidos para los diálogos, lo que, en muchos de los momentos, por distracción, a lo largo de la novela da pie a no saber a veces a ciencia cierta quién habla, quién interviene: da la impresión que incluso esto es irrelevante en ocasiones. El final ibicenco del retiro de Bobby de esta parte de la obra se me antojó lo más flojo de toda ella: un cierre ocurrente mal planteando, extemporáneo, inapropiado y tópico; McCarthy vivió Mallorca con su segunda esposa. Se da en la vida del buceador lo más vulgar y ordinario, así como aquello que no lo es tanto o en absoluto. El autor no sigue un desarrollo lineal, sino que es muy frecuente la analepsis: conversaciones errabundas, sucesos divagantes, huidas extravagantes… El lector halla también, en esta, llamémosle, primera parte o primera novela, otras muchas páginas muy desconcertantes distinguidas por el uso de letras en cursiva, páginas y páginas, que cuentan lo que parecen ser las alucinaciones de una chica, Alicia, que poco a poco descubriremos que es la hermana de Bobby con quien ha tenido una relación amorosa muy especial, digamos. Ella, desde muy niña, fue una persona intelectualmente excepcional, una matemática de primerísimo orden, una violinista que podía hallarse entre las diez mejores del mundo…, pero que, por su excentricidad, particularidad o enfermedad, es llevada por su madre, ya con cuatro años, al psiquiatra: de hecho… La tercera parte o segunda novela como veo que la describen algunos comentarios, Stella Maris titulada -nombre de un sanatorio psiquiátrico-, se centra exclusivamente en ella: en realidad esta parte de la obra la componen unas conversaciones entre un psiquiatra y ella. La numeración de las páginas es corrida en toda la obra: ¿si son dos novelas por qué no se han interrumpido al inicio de la supuesta segunda? ¿Qué nos quiere decir con ello el editor? ¿Qué dijo el autor? ¿Se pueden leer por separado o como obras independientes El pasajero, por un lado, y Stella Maris por otro? Creo que sí, pero se perderían muchos matices del conjunto de la obra.



En toda la obra, considerada como dos o como tres, que tanto da… el lector asiste a unas conversaciones donde la filosofía y los filósofos se hacen presentes; se debate de ética, se opina, se ratifica o refuta y se pregunta por la presencia/ausencia/realidad/imposibilidad de la existencia de Dios o de la realidad o de la locura o de cuanto sucede en las vidas y cruza por el pensamiento del autor y sus personajes; así como la presencia abrumadora sobre los matemáticos (y físicos) y sus teorías, sus problemas, sus relaciones que son citados como si fuera, casi, un manual de historia de esta ciencia, sus diferencias, sus problemas, sus soluciones… y a todo ello asiste el lector -al menos quien esto escribe- con admiración a McCarthy y la elaboración realizada (el autor compartió despacho durante años con científicos y teóricos en el Instituto Santa Fe). La influencia de los judíos en estas ciencias y saberes, los problemas familiares de los Western que son judíos, la presencia de amigos y conocidos me han recordado a los ambientes y el tenor de los autores de la generación perdida.

Miro y me asombro de lo que he podido decir hasta aquí, cuando temía una entrada imposible: tengo anotado todo un folio de comentarios para no olvidar y, sin embargo, con lo hasta aquí escrito estoy satisfecho, porque creo que el lector podrá hacerse una idea de qué le depararía la lectura de la obra.

Me desaconsejaron la novela. Cierto es que nada de lo leído en este libro me recuerda a lo escrito y leído con anterioridad, que es mucho, de McCarthy, por quien siento viva admiración. Antes de acometer la lectura de un libro de 620 páginas hay que pensárselo. Eso hice y creo haber acertado a pesar de los pesares.

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