20 de noviembre de 2023

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA-37

 

A «Güerva» tengo que ir

 

La siguiente carta, ya es invierno oscuro en Andalucía, es de noviembre de 1919. En ella Alcalá nos desvela que nada de cuanto se movió y se hizo fue eficaz para evitar su marcha desde Cádiz a Huelva como jefe del Archivo Provincial de Hacienda, desde donde le escribe por primera vez, que nos conste, a don Francisco Rodríguez Marín.

Antes de que se cerrara este nuevo destino, desde Cádiz, Alcalá removió no Roma con Santiago, pero sí Madrid con Sevilla y Jaén y Huelva con Cádiz, pero no evitó su marcha a Huelva. Pidió recomendaciones, acudió a unos y otros, amigos influyentes en lo suyo, hasta llegar, posiblemente por intermedio de amigos y familiares, al ministro del ramo, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, quien podría decidir de un plumazo su marcha a Jaén y eludir su paso por Huelva. Se trataba de su paisano don José del Prado y Palacio, natural de Espeluy, Jaén, político conservador, ingeniero y defensor de la mejora cultural y económica de su provincia, que o no pudo o no quiso o no tuvo noticia de esto. Todo ello, por lo que fuera, no surtió el efecto deseado y tras despedirse de Cádiz, pone rumbo a Huelva, lo que Alcalá pretendía evitar en su ansiedad por llegar a Jaén:

   CÁDIZ

«Tacita de plata»,

pedazo de cielo;

hay sal bastante, con la que te sobra,

para el mundo entero.

           

Barquito de nácar

enmedio del mar;

con qué cariño te besan las olas

que vienen y van.

           

Bueno es el vino en Chiclana,

en Sanlúcar y en el Puerto,

pero Jerez tiene un vino

que resucita los muertos[1].

En Huelva sabe que su amigo Javier Lasso de la Vega Jiménez-Placer a quien Alcalá conocía de su paso por Sevilla de donde era aquel, y que ocupaba plaza de bibliotecario en Jaén, estaba dispuesto a marcharse a Huelva y hacer la permuta que con Montoto no logró. Lasso por su lado y Alcalá por el suyo ponen a don Francisco, el Jefe, un telegrama urgente para comunicarle de sus intenciones; le están ambos escribiendo además una carta y Alcalá le dice: “Las circunstancias que me rodean han convertido en necesidad mi deseo de ser trasladado a Jaén y esto fuerza, malegré moi[2], a ser vehemente” ¡y la cursiva mía!

Con un simple oficio escrito de su puño y letra, que se conserva en la Archivo General de la Administración, Alcalá oficialmente comunica el 31 de julio de 1919 que ha cesado en el cargo de jefe del Archivo provincial de Hacienda de Cádiz por haber sido trasladado a Huelva y, del mismo modo, el 26 de agosto de 1919 comunica que ha tomado posesión del Archivo de esta.

En estos escasos cinco meses que permanece en la nueva ciudad se produce lo que podríamos llamar, en sentido figurado, un apagón informativo para hacer un seguimiento como el que veníamos haciendo de su vida. Solo conocemos una carta suya, citada arriba a Rodríguez Marín; no sabemos de su lógica y difícil implicación en Huelva por falta de tiempo; de la ansiedad de ver tan cerca su anhelado paso de Cádiz a Jaén que se trunca y ha de esperar en Huelva sin fecha fija, con su vehemencia ya conocida, y que engendraría un nerviosismo notable… Por supuesto Alcalá no dispone de tiempo, ni quizá del temple necesario, para colaborar en la prensa de la ciudad y tampoco en la de ningún sitio.

Como en los casos de Zaragoza y Málaga, cuando pasó siendo un niño por ellas, no hago historia de la ciudad donde estuvo apenas cinco meses.

Es razonable pensar que el destino de Huelva debía de ser cómodo, pues, aunque en aquellos años el Archivo y la Biblioteca la dirigía un solo facultativo, la Biblioteca Provincial aún no tenía servicio al público y ambos se ubicaban en un mismo espacio y hasta 1933 en el “Instituto General y Técnico de Huelva”; recuerdo: los institutos provinciales, por norma legal, no se olvide que había uno por provincia, siempre y cuando la ciudad tuviera más 50.000 habitantes, no tenían un nombre que los particularizase, porque solo había uno.

No hallamos cartas que debieron cruzar, por lo que sabemos, entre Javier Lasso y Alcalá Venceslada. En ninguno de los dos archivos particulares encontramos sino referencias a terceros. Creo poder afirmar que Alcalá residió en Huelva en la calle Alfonso XII, 26, pero nada más, pues es una referencia a este lugar en la carta suya a Rodríguez Marín: ¿piso alquilado, hostal, pensión, hotel? Imposible averiguarlo a fecha de hoy, aunque lo he intentado por todos los medios y, una vez más, he contado con la colaboración de todas las personas e instituciones a las que he acudido: muchas gracias.

En oficio semejante a los ya conocidos de mudanzas anteriores, escrito a mano, con fecha de 19 de enero de 1920 comunica al Ilustrísimo Señor Director General de Bellas Artes que cesa en el cargo de archivero de la Delegación de Hacienda de Huelva por haber sido destinado a Jaén.

        HUELVA

A «Güerva» tengo que ir;

pídele a Dios que no «güerve»

sino que me quede allí.

 

A Huelva, amparo del pobre

de por vida llamarán,

que Dios le da, hasta que sobre,

carne, vino, aceite, pan.

[Y minas de hierro y cobre].

 

En Alosno, en Aracena,

en toda la Serranía,

no he visto yo una morena

tan guapa como la mía.

[Ni tan graciosa y tan buena][3].

Así pues, con esta fecha del año 1920… parece que Alcalá ha llegado a su anhelado destino: Jaén. Tiene 37 años y le quedan otros 35 de vida. La casualidad ha querido que esta sea la entrada 37 de esta investigación, una por cada año cumplido por Alcalá Venceslada en este período de su vida. Servidor empezó este trabajo en junio del año 2021 y publicó la primera entrada de esta serie el 5 de octubre de ese mismo año, y escribe esto aquí y ahora en Castellar de Santiago el 8 de noviembre de 2023… y hace un alto. Es decir: que estaré un tiempo sin publicar ninguna entrada sobre esta investigación que continuará cuando, quien esto escribe, tome resuello. Gracias por leerme. VALE.



[1] Alcalá Venceslada, Antonio, De la solera fina. Coplas andaluzas, imprenta Mora y Álvarez, Jaén, 1925, p. 16.

[2] El subrayado es suyo.

[3] Alcalá Venceslada, Antonio, De la solera fina. Coplas andaluzas, imprenta Mora y Álvarez, Jaén, 1925, p. 19.

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