A Bea con
cariño.
Querido charlie, déjame
que dirija esta entrada a una señora que conozco… y no a ti:
Perdona el retraso
que no hubo, sino que cada asunto tiene su lugar y su hora: a este le toca uno
y otra ahora.
Darte las gracias por
la objeción, pues esta me ayuda a ensayar[1] y me
mantiene alerta y en forma. Gracias.
Lo han dicho muchos y
no menos lo han escrito: Alejandro Llano y J. Dewey entre ellos. La idea es que
un problema que no se enuncia o se enuncia mal, no se soluciona y un problema
bien enunciado es un problema ya resulto a medias. Vamos a ello y a ver si doy
en la mejor tecla.
El problema que nos ocupa
es si puedo ser o no feliz o simplemente se está
feliz o no se está. El debate estriba, inicialmente, entre esos dos verbos, ser
y estar y el adjetivo feliz que atribuyen al sujeto,
en segundo término. Esto, bien mirado, casi podría dar para una tesis doctoral,
¡que no vamos a hacer a estas alturas!
En otros idiomas no es
exactamente así, y tú lo sabes. En español (llamado castellano de
soltero) el verbo ser se diferencia del estar porque el primero
atribuye al sujeto unos rasgos inherentes, estables o consustanciales a él. La
tierra es redonda, y no lo puede dejar de ser y ni mucho menos dejar de estar
redonda. Ojo, adelanto, el término inherente nos encamina a la
metafísica, tan necesaria como denostada por la filosofía moderna y
contemporánea. La realidad que se predica de la sustancia inhiere en ella de
forma inequívoca y estable (estos adjetivos de nivel individual, así
llamados, también se denominan inherentes, caracterizadores o imperfectivos).
Por el contrario, los adjetivos llamados episódicos, de estadio o
perfectivos (como contento, desnudo, enfermo, limpio, seco) se
refieren a estados accidentales, por lo general resultantes de algún cambio,
son accidentes que pueden estar o no en la sustancia… La Gramática no es
ciencia exacta porque trabaja con entes reales.
Quedando esto claro, el
balón se ve que pasa de los verbos ser y estar a los adjetivos y
la consideración semántica que hagamos de ellos, en concreto de feliz.
Si inherente al sujeto y en qué modo es en este o si es eventual y cómo está
transitoriamente.
Siguiente paso
necesario: hay que definir qué es la felicidad, para dar paso al ser o
estar feliz. Si su definición fuera unívoca y descriptiva, no se habría
meditado y escrito tanto sobre ella. Con ver la definición en los diccionarios
tendríamos bastante. El problema es que la felicidad es un sustantivo
abstracto, no perceptible por los llamados sentidos externos y, por tanto, nos
vemos obligados a acotarla para saber si estoy o soy feliz y podernos poner de
acuerdo.
Digamos que hasta aquí
lo expuesto no admite opinión porque, aunque brevísimamente, lo podríamos
seguir argumentando con la Nueva gramática de la Rae, con la de Martínez
Amador, la Gramática descriptiva de Bosque y Demonte… por gramática, sin
más, y pare usted de contar, que vamos despachados.
Reconozco que me llevó
años definir la felicidad, creo que siguiendo el principio orteguiano de sus Meditaciones
del Quijote, yo así la defino: la felicidad es un balance positivo
entre el yo real, que soy, y el que me gustaría ser; entre la realidad que me
rodea y la que deseo, anhelo, me gustaría gozar, tener, vivir…
Aquí lo dejo para una
segunda entrada y a ver si con esta tenemos bastante.
[1] Según Mª
Moliner en su DUE: ENSAYAR: “1 tr. Someter una cosa a determinadas condiciones
para ver cómo se comporta en ellas y averiguar sus cualidades o el grado de
cierta cualidad o aspecto: ‘Ensayar el oro [o la plata]. Ensayar la resistencia
de un material a la tracción’
Me escribe una amiga. Es frecuente que no queramos escribir aquí y quedar a la intemperie, a la vista de todos... ¡No pasa nada por razonar lo que se desee!, e incluso opinar con fundamento. En general, el español, teme al ridículo: no quiere exámenes orales públicos, salir a la pizarra, hablar en la reunión de la comunidad de vecinos, en el claustro... Cierto que tampoco nos han enseñado esa destreza de la lengua oral ni la hemos practicado...
ResponderEliminarA lo que voy: me dice esta amiga: "Pero la felicidad, son momentos!!". Ella está de acuerdo con Bea y no conmigo: se está feliz, fugazmente, de vez en cuando..., mas no se mantiene, no persiste...
Mi postura es la contraria a la tuya.
Si son momentos, como afirmas: no puedo decir "Soy feliz", sino que he de decir "Estoy feliz". Pueden darse las dos realidades: que, siendo una persona infeliz ahora, en este mismo instante, por la circunstancia que sea, ESTOY FELIZ; o que, SIENDO FELIZ, en este momento estoy infeliz porque algo me causa esa infelicidad: pero si hago un balance de los momentos en que estás feliz... estoy feliz - no estoy feliz + estoy feliz + estoy feliz... al final te dará que eres o no eres feliz. No es una realidad mensurable, sino intuitiva, que brota del interior de la persona. Si esos momentos de felicidad son muchos, si el resultado es mayor en el caso de la felicidad que de la infelicidad es porque ERES feliz. Esto me permite ser feliz, estando muy enfermo, porque la enfermedad no tiene la capacidad de restar en mi felicidad habitual, normal, asidua…
Afirmo que soy feliz porque, digamos, la realidad personal que soy y circunstancial, en que vivo, me es amable, favorable, felicitaria…
¿Se dice soy prudente, soy fiel… o estoy prudente o estoy fiel? Soy fiel porque mi palabra no se dobla, aunque en ocasiones no lo sea del todo, yerre, tenga recaídas, debilidades… Soy prudente, aunque a veces me excedo en la velocidad con la que conduzco el coche.
Queda una segunda parte… aún.
Muchas gracias M. L. T. por hacer como Bea, por ponerme pegas y obligarme a pensar, a perfilar mi tesis…
Con cariño,