28 de octubre de 2023

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA-35

 


EL ARCHIVO PROVINCIAL DE HACIENDA DE CÁDIZ

Mis pocos, pero queridos y pacientes y pacíficos y fieles lectores, en particular de esta serie de artículos sobre Alcalá Venceslada, mi abuelo, “archivero-bibliotecario, filólogo, académico, profesor y literato español”, tal y como reza en PARES… Gracias por vuestras virtudes.

Muchos me preguntáis; no incomoda, antes al contrario: se agradece. Me explico: Lo que aquí publico son pequeños resúmenes generales de lo que voy investigando. Lo escrito en la investigación, que aspira a ser libro para lectores comunes y corrientes (no quiero hacer una tesis doctoral, que ya hice sobre otro asunto), es más detallado y extenso y da cuenta más cabal de cuanto en estas entradas escribo. Empecé en julio de 2021. Hoy, cuando esto se publica, estoy investigando a la altura de la vida de mi abuelo en el segundo semestre de 1919 y “estoy” en Huelva. Lo que ahora narro va tras la anterior entrada que nos sitúa en los años que pasó en Cádiz como jefe del Archivo Provincial de Hacienda. Las entradas en el blog me surgen y sorprenden: literalmente me brotan y las escribo; ahora mismo no sé si serán una o dos más dedicadas al paso por Cádiz… Vamos a empezar aquí y ya vendrá lo que venga, con Huelva como parada: quiero darme unas vacaciones de un mes, pues, desde que me jubilé, no he tenido ningunas; cada uno es como es y baja las escaleras como quiere, que decía Serrat: ¡o como puede!

Biblioteca de Cádiz

Ya conté que Alcalá venía a Cádiz de Santiago de Compostela. Su afán por salir de las nubes, las lluvias, la carencia de sol era notable, a pesar de estar en una buena situación y bien posicionado y considerado en todos los sentidos en la ciudad del Apóstol.

La entrada en Cádiz no fue buena. No tenía domicilio había de buscarlo (que no he logrado ubicar). Va destinado, quedó arriba dicho, como jefe del Archivo Provincial de Hacienda, institución que no conocía ni dominaba profesionalmente. Venía con achaques de salud de Santiago y estos se ven agravados en Cádiz: ignora su etiología. En Cádiz los facultativos de Archivos, bibliotecas y Museos tenían dos posibles destinos: la Biblioteca Pública y Museo  Arqueológico, uno, y el citado Archivo Provincial de Hacienda, dos. En mi anterior entrada escribí que esperaba una información sobre las muy escasas noticias que hay sobre estos: ya la tengo: poco hemos adelantado y no viene tampoco al caso.

Digamos que la arribada a Cádiz fue compleja: ya apunté algo que ahora cuento. El anterior jefe del Archivo, don Ricardo Gómez Sánchez, venía al Archivo de Cádiz vino destinado allí tras ser de esa misma ciudad el director de la Biblioteca Pública, etc. En esta había un piso que podía ser ocupado por el director de la misma y así lo hizo don Ricardo con los suyos. El tropiezo estuvo en que el perla de don Ricardo, trasladado de plaza, debía, lógicamente, abandonar el piso para que lo ocuparan la mujer y los tres hijos del nuevo director de la biblioteca: Don Fausto Martínez del Arco, pero don Ricardo pensó que le venía mejor quedarse de ocupa. La Junta Facultativa de Archiveros, Bibliotecario y Arqueólogos quien ejercía la jefatura sobre los facultativos…, harticos de darle vueltas a la cerrazón de don Ricardo, lo trasladaron forzosamente ¡a Albacete! En este momento Alcalá llega como jefe al Archivo a ocupar su plaza y don Fausto la suya como director de la Biblioteca y pretende habitar en el piso que le corresponde como tal, y que, inicialmente, no estaba dispuesto a dejar libre don Ricardo: queda dicho, pero…, cuando ya se macha forzoso don Ricardo a Albacete y don Fausto puede ver el piso que deja este lo encuentra dispuesto para el blanqueo, es decir: hecho un solar.

Sea por lo narrado o por lo que quiera que fuese, Alcalá se encuentra con que don Fausto, y así lo notifica, que, ya daba síntomas de no quemar bien el gasoil, con delirios de grandeza, etc. en julio, por las calores y los levantes, o por lo que sea: compró, al decir por escrito de Alcalá a sus jefes, un cuchillazo, con aviesas intenciones, y decidió regalar en la puerta de la Biblioteca Pública los libros de la misma así como las estanterías, y no contento con eso decidió subirles el sueldo a todos los empleados a 12.000 pesetas anuales… ¡y ahí es nada el rumboso de don Fausto y sus delirios!

La esposa de don Fausto, según ella, al estar sola y no conocer a nadie en Cádiz, con su marido en esas circunstancias y con tres hijos… acudió a Alcalá que hizo de buen samaritano. Decidió que la señora siguiera en el piso; ayudó a que don Fausto fuera ingresado y recogido en el manicomio; y los jefes le encargaron, además, al bibliotecario samaritano que desempeñase la jefatura y responsabilidad de las dos instituciones, mientras enviaban a un sustituto para don Fausto. Alcalá negocia por carta con los Jefes de la cosa en Madrid que este pudiera ocupar una plaza más llevadera, en caso de recuperarse ignoro cómo, pero se estrelló contra una verja quedando malparado físicamente también y al borde de la muerte. Se ocupa Alcalá de que el habilitado pague a la mujer de don Fausto su sueldo del mes, va al manicomio para que este firme la nómina (trance complejo en caso del demente), etc.


      Palacio de la Aduana donde se ubicaba el Archivo Provincial de Hacienda de Cádiz  

Tras la aparente tragicomedia Alcalá queda hecho unos zorros: no venía bien, estaba agobiado con el Archivo y don Fausto y su circunstancia vienen a complicarle la vida al recién arribado a Cádiz, Alcalá Venceslada decide pedirse unos días de vacaciones e irse a casa de sus padres en Marmolejo, que es su pueblo.

Creía Alcalá que sus males físicos en Cádiz venían del viento de levante, de la humedad del ambiente, de la sensación de creerse en aquel Cádiz en un barco que partía allende la mar océana… No se debían a nada de ello. A todo esto, él anhelaba estar junto a la amada, con el romance aún fresco en sus inicios, con quien será su esposa y mi muy querida abuela, doña Isabel Muñoz-Cobo Muñoz-Cobo.

Alcalá, culillo de mal asiento, no deja por cuanto acontece de participar en la prensa local. En unas revistas de Eduardo de Ory y con motivo de algún acto lo asoman en alguna noticia en la prensa local gaditana. No obstante, su vehemente afán, es arribar al puerto de Jaén cuanto antes en calidad de bibliotecario o de archivero.

Lo dejamos por hoy aquí. El próximo día haré una entrada donde cuente la relación entre Eduardo de Ory y Alcalá Venceslada. Diré bastante del poeta gaditano, hoy casi olvidado, y así nos ilustramos todos.

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