Millán Chivite, José Luis: CÁDIZ SIGLO XX. Del Cádiz hundido al Cádiz que resurge (1898-1970). Volumen IV
Tras mucha porfía
inicial en 1915 que concluye a finales del año 1917, Alcalá Venceslada se
marcha de Santiago de Compostela, donde ejerció como facultativo del cuerpo de
Archivos, Bibliotecas y Museos en la Universidad de Santiago, a Cádiz. Visto en
la distancia desde más de un siglo, considero que Alcalá tuvo, un primer
momento de ansiedad, por volver a Andalucía, por acercarse a su tierra, a Jaén,
pero, pronto se conformó literalmente al espacio, al momento y los quehaceres
que llenaron estos dos años y pico que estuvo en Galicia. Muy especialmente,
como ya escribí en alguna entrada anterior, 1917 nos muestra un Alcalá
instalado en todos los ámbitos de la ciudad del Apóstol. Sin embargo, su afán
por volver a Andalucía no cejó en ningún momento, acentuándose en ese primer
momento que comento y a finales del 17, cuando vio la posibilidad de hallar una
plaza como bibliotecario en algún destino andaluz.
La situación, larga,
compleja, se concretó en ocupar la plaza del Archivo Provincial de Hacienda en
Cádiz. Estos archivos darán lugar con posterioridad a lo que hoy conocemos como
Archivos históricos provinciales de las distintas provincias. Sobre aquellos,
la bibliografía que tenemos es muy escasa y de difícil acceso (en este momento
estoy a la espera de recibir algunas informaciones sobre los mismos).
Ciertamente Alcalá toma
posesión de su plaza el 18 de diciembre de 1917 en un Cádiz muy revuelto por
los problemas que ha suscitado el anterior jefe del Archivo provincial y los
problemas que, de improviso, provoca el director de la Biblioteca Pública y
Museo arqueológico de la ciudad, don Fausto Martínez del Arco. Creo que no es
aquí el lugar y el momento para contar esta historia que queda para la obra
definitiva que espero poder editar algún día con la biografía completa de
Alcalá Venceslada.
Solventados los
primeros problemas, la inexperiencia como jefe del Archivo, lo planteado por
don Fausto, etc. la vida de Alcalá parece que entra en cierta normalidad en
Cádiz, pero ¿con qué Cádiz se encuentra Alcalá Venceslada?
La obra que ahora
brevemente comento es la mejor referencia bibliográfica que he podido hallar
para contextualizar los años que Alcalá pasó por Cádiz. El propio autor
confirma que la bibliografía sobre el Cádiz del siglo XX es escasa.
La relación de Cádiz
con las colonias y la pérdida tras el Desastre de estas en el 98, hizo que la
ciudad y su Bahía, el traspaís incluso, quedaran sumidos en un presente
terrible durante los años posteriores al citado Desastre. Los años finales del
XIX y principios del XX dejaron un panorama de desconcierto y pobreza en la
zona y la recepción de miles de repatriados: civiles y militares, muchos de
ellos heridos o enfermos con las afecciones propias de los países de los que
procedían: el paludismo, la disentería, la fiebre amarilla, la malaria, heridos
de guerra y la derrota en sus cuerpos y sus almas. Durante años Cádiz hace
cuanto puede por socorrer a estos compatriotas: desde las instancias estatales
se hace difícil atender a todos por la falta de medios, por ello, desde
instituciones particulares e instancias privadas se intenta paliar cuanto es
posible: se crean hospitales, se promueven ayudas y se palían las necesidades humanas
y económicas con los medios de que se dispone y en una situación semejante.
Una ciudad que vivía de
su tráfico marítimo con las colonias, con sus industrias orientadas a ello,
queda sumida en los años posteriores en el desconcierto y la desorientación,
insisto. La filoxera se ceba en las vides. Ha de esperar a la segunda década
para que se vaya retomando cierta vitalidad, aumente al ritmo esperable la
demografía…, a pesar de que la gripe hostigó sin misericordia la ciudad. Se
pide al Gobierno central ampliar la ciudad más allá de Puerta de Tierra, el
derribo de unas murallas -como hemos comentado que también se hizo para
Granada, Sevilla- que ya no sirven sino para entorpecer la expansión de la
ciudad y se necesitan comunicaciones que ayuden al transporte de personas y
mercancías, que vivifiquen la ciudad.
En lo político, como
también vimos por doquier en la España de la Restauración, los dos grandes
partidos del turno, liberales y conservadores, son los muñidores de los pactos
que se reparten el poder en todas las instancias, pero con una salvedad: son
capaces en Cádiz de llegar a acuerdos entre ellos para buscar el beneficio de
la ciudad y sus conciudadanos.
Alcalá, centrado en una
idea: llegar a Jaén, parece no estar con ánimo para participar en la prensa. Su
producción literaria, por lo que nos consta, se contrae. Seguro que no deja de
escribir fichas y de recopilar palabras, expresiones, refranes, comparaciones…
andaluzas para lo que Dios depare. Su relación con Eduardo de Ory, el singular
poeta gaditano, le lleva a fundar (?) una revista, Vida Moderna, de la
que solo se conserva un ejemplar, pero sabemos, no obstante, que tuvo una
existencia muy efímera. En ella escribe Alcalá Venceslada 12 artículos y hace
tres publicaciones en el Suplemento de España y América, una revista de
Ory: un poema, un cuento y un recuerdo de sus años de bachiller.
Hay gran novedad en su
vida: ha empezado a pretender a una dama de Arjona (Jaén), doña Isabel
Muñoz-Cobo Muñoz-Cobo, una razón más, y no menor, para perseguir una plaza en
la ciudad del Santo Reino. Ya no se conforma con cualquier destino en
Andalucía, sino que busca con ahínco llegar a Jaén.
Cuando Alcalá llega a
Cádiz en 1918 la ciudad atraviesa, como el resto de la nación, una ola de
huelgas que alcanza a todo el país con cierta violencia. En Cádiz hubo muchas
huelgas, pero no afectó especialmente la huelga general del 17, pero sí las
posteriores. En Cádiz hubo en 1918 seis huelgas, treinta y una en 1919 y
dieciocho en 1920.
La obra de Millán
Chivite se lee con facilidad y agrado. No es obra académica, carece de notas al
pie y finales y tampoco tiene bibliografía. El autor creo que se dirige a un
público generalista interesado en Cádiz y creo que lo logra con acierto y
soltura.
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